Un año pasado desde la muerte de Xun y en tanto pasaba mi duelo con gran dificultad, intenté buscar a Mik con ayuda de varias personas recurriendo incluso a Reinold y Walken, pero este último me dijo tiempo después que lo mejor era dejarla atrás y quedarme con los buenos recuerdos, así, si algún día reaparecía en mi vida entonces aclararía mis dudas, por lo que al final me rendí.
Respecto a la relación con mi padre, opté por mantenerla al límite tal y como él venía haciendo, ya no me quejaba y procuraba ignorarlo si estaba en sus peores días evitándonos discusiones. Sin embargo, la separación que más me había dolido fue la que tuve con la pequeña al no hablarnos en todo este tiempo, aunque supe por mi familia que estaba bien y los negocios de los Jhonson crecieron de forma exponencial.
No negaré que extraño las conversaciones con ella, a veces veo las fotografías que me obsequió en secreto mientras recuerdo las travesuras que hicimos y los momentos tan especiales que pasamos, pero al igual que mi padre, la cobardía me ganó y no supe cómo dar la cara, lo peor era que el tiempo seguía su curso dificultando las cosas para mí… Supongo que tengo uno que otro defecto de mi padre…
—¡Travis! —Akshay entró corriendo con su novia—, te llama tu madre, dice que atiendas rápido, tiene una noticia importante.
—¿Pasó algo malo? ¿La escuchaste preocupada?
—No sabría decirte, estaba un poco ocupado —la coquetería con su novia lo dijo todo, así que salí.
A diferencia de John y Mik, en Birmingham no quise acercarme demasiado a mi compañero de cuarto, Akshay, es una buena persona y nos llevamos muy bien, pero preferí alejarme de las amistades para concentrarme en mis estudios, así pude adelantar dos años mi carrera comenzando este otoño mi cuarto año en medicina, siendo un logro que me ha costado sangre, sudor y muchas horas de sueño, pero ha valido la pena.
—¿Hola?
—¡Benji, amor!, ¿cómo estás?
—Preocupado, Akshay dijo que tenías algo importante que decirme, ¿pasó algo malo?
—¿Por qué siempre piensas que ocurre algo malo cuando te llamo? ¿Ya no puedo saber cómo está mi hijo? —al menos mamá no cambia y eso me fascina.
—Tú puedes llamarme sin importar nada, sabes que mejoras mis días.
—Y si hoy era malo, entonces lo arreglaré en un santiamén.
—Parece demasiado bueno para ser verdad. ¿Qué te traes entre manos, Olivia Clyde?
—¿Cómo tienes tu agenda estas vacaciones? —definitivamente tiene algo preparado.
—Planeaba hacer algunos cursos, pero todavía están en inscripciones, ¿por qué?
—Quiero que vengas unos días.
—¿El motivo?
—Debes verlo por ti mismo porque no me lo creerás.
—Mamá, sin misterios que no tengo paciencia para tanto.
—Es tu decisión, ya te transferí el dinero para el tiquete y de ti depende cuándo venir, pero te sugiero hacerlo pronto.
—¿Por qué?
—Confía en mí que soy tu madre y sé por qué lo digo. Adiós, cariño, nos veremos pronto.
—¡Espera, espera, al menos dame la premisa para motivarme! —su risa me emocionó más, pero no hubo respuesta—. Vamos, ¿en dónde quedó el amor por tu hijo?
—¡Ya tiene un nombre, Benji, y por fin nos ha dejado estar con ella!
—¿Ella? ¿De quién estás…? —silencié mi confusión al comprenderlo quedando atónito—. ¿Es una broma? Porque si es tu estrategia para obligarme a ir, funciona.
—Benji… —un sutil sollozó respondió antes que su voz—, es la sensación más hermosa que he sentido después de tenerte en mis brazos, incluso se sintió como esa vez.
—Pero… ¿Cómo? ¿Cuándo?
—Si quieres saberlo tendrás que venir. Tú escoge fecha que aquí te esperamos e igual le dije a Marcus que no podía llevársela hasta que tú la vieras, aunque Oz y ella viajaron el fin de semana pasado y hoy se está quedando allá, claro, con mi aprobación, ya imaginarás cómo estamos aquí.
No es para menos considerando que ha sido la mayor ilusión de todos, pero esto no podía perdérmelo por nada del mundo, ahora más que nunca TENGO que hablar con ella.
—¿Cuándo regresa?
—En dos días, igual será tu decisión, mi niño.
—Nos veremos en dos días, confirmado desde ya.
—¡Lo sé! Solo ve a la agencia a reclamar tu tiquete y compra el de regreso.
Es increíble que esta mujer se adelante a los hechos igual que mi padre y para colmo sea tan descarada de decírmelo como si nada.
—Hoy te amo como no tienes idea, gracias, mamá.
—Benji, solo no olvides que si vienes, tienes que arreglar las cosas con ella, comprendo que tu carrera te consuma tiempo, pero no es excusa para alejarte de tu familia.
—Lo sé, pensaré bien cómo hacerlo.
(…)
Creí que dos días pasarían volando, incluso creí que las horas de vuelo pasarían volando, pero fue todo lo contrario y la ansiedad no hacía más que jugarme malas pasadas entre irme, quedarme, hablarle, no hablarle…, estaba hecho un caos, pero ahora que al fin había llegado, no sabía si el primero a quien vería sería a mi padre o me iría solo, aunque la respuesta apareció frente a mí siendo mi madre, quien no tardó en abrazarme con todas sus fuerzas.
—¡Mi niño! ¡Cuánto has crecido! Cada vez estás más guapo.
—No, mamá, tú eres quien luce cada vez más hermosa. ¿Cómo estás?
—Emocionada por todo lo que ha pasado y más con tu llegada.
—¿Ella está en casa?
—Sí, llegó en la mañana y decidió dormir unas horas, pero vamos, así descansas un poco.
Saludé al chofer en cuanto subimos al auto dirigiéndonos a la mansión.
—Todavía me cuesta creer que ya no vivan en esa casa.
—Lo sé, para mí también es un poco extraño en ocasiones, pero creo que Marcus y yo escogimos bien.
Desde que ella comenzó a vivir con los Jhonson y más con la llegada de la pequeña, la he sentido muy cerca del tío Marc, ella dice que son locuras mías, pero ambos irradian un brillo único, el mismo que recuerdo tenían cuando estaban juntos, solo espero que algún día se den de nuevo la oportunidad, son el uno para el otro.
La llegada a la mansión fue más increíble de lo que pensé, el tío Marc había tirado la casa por la ventana con esta mudanza, pero se sentía un calor de hogar muy diferente al de antes, quizás sea porque de alguna forma vivieron bajo el techo y los recuerdos de Mara, la ex esposa de mi tío, y ahora al estar aquí cada uno aportó su propio aire.
—¿Quieres dormir, comer o…?
—Preferiría hablar con ella, dependiendo de cómo salgan las cosas veré qué hacer.
—De acuerdo, mi niño, entonces te acompaño hasta su puerta, yo me encargaré de tu equipaje.
—No hace falta, igual traigo algo para ella.
Sabía que no necesitaba un guía, pero su compañía me dio la fortaleza para no flaquear en el trayecto y menos cuando esperé afuera de la habitación en lo que mamá salía con alguna noticia.
—Está en el baño terminando de ducharse, pero si quieres puedes esperarla en el balcón —asentí nervioso sin dar un paso—. No pasará nada malo, mi niño, solo sé sincero con ella.
Entrar a esa habitación fue como estar en otro mundo en medio de la sencilla elegancia que había en el lugar, cada parte seguía describiéndola a la perfección con sus tonos fríos y gran iluminación por la ventana y el balcón con vista al jardín trasero, aunque todavía conservaba el tablero con las fotografías, había algunas nuevas, siendo una que más llamó mi atención al no haber distancia con nadie.
De pronto la puerta rechinó y me giré nervioso encontrándola bajo el umbral observándome tan sorprendida como yo hacía con ella, pues aun cuando había crecido, conservaba la misma belleza misteriosa que hipnotizaba a cualquiera.
—Trav… —caminó lento hacia mí sin salir de su asombro.
—Y-Yo…, no sabía si estaba bien esperarte aquí, mamá dijo que sí, pero…
Mis palabras se esfumaron al quedar a dos pasos capturándome con su anochecer, era como un poderoso imán que revivió nuestros recuerdos obligándome a caer de rodillas, entonces el cielo me abrazó con fuerza paralizándome.
—Chiquita… —en cuanto sus uñas se enterraron en mi espalda, la abracé dejando salir las lágrimas que había contenido estos meses.
Era maravilloso poder sentirla sin miedo al daño colateral y más al ser ella quien dio el paso que yo quería dar, pero en medio de mi temor por perderla pronto, grabé desesperado su perfume, el frío de su piel y la suavidad de esta en mi memoria.
—Te alejaste mucho tiempo —su vocecilla no estaba quebrada, tampoco sonaba aniñada, pero sí disgustada.
—Lo siento, quise hablarte, pero el miedo y la cobardía me ganaron.
—Se supone que soy tu hermana, siempre hablas con Liam y Rob, pero no conmigo.
—Lo sé y no imaginas cuántas ganas tenía de escucharte —ella me soltó llevándose mi esperanza en sus manos, siendo el miedo lo que incrementó al clavarse cruelmente su nocturno firmamento en el mío—. No quise lastimarte esa vez, estaba dolido, confundido y sé que no es excusa para lo que te hice, pero no sabes cuánto me arrepiento.
Creo que lloraría más si ella no decía algo pronto, esperaba la reacción que fuese, podía gritarme que me odiaba o que me fuera, lo aceptaría al ser bien merecido por el daño ocasionado, pero ella solo estaba ahí, estática y en silencio con su adusto semblante.
—Mi regalo —soltó en un murmuro.
—¿Cuál regalo?
—No enviaste nada en mi cumpleaños.
—Creí que no te gustaba celebrar esa fecha.
—¿Esa es tu excusa para no darme nada después de lastimarme e ignorarme un año entero? —incluso ofendida se veía hermosa y yo como idiota seguía de rodillas ante ella sonrojándome de a poco.
—Sí te traje algo, pero no sabía si me recibirías.
—¿Qué trajiste? —saqué con cuidado la caja de pastel que había comprado antes del viaje.
—Es de una repostería que me recomendaron, pero no tuve tiempo de probarla, espero que esté buena —una pequeña mordida se asomó, aunque ella intentaba ocultarla y más al ponerse firme, pero su sonrojo la delató.
—Está bien, puedes quedarte para probarla, te daré permiso de hacerlo en mi habitación, pero si no me gusta tendrás que comprarme dos más o hacer una con Livi.
—Creo que mejor la hago con mamá, ella conoce tus gustos.
—Tráela al balcón, tengo té helado servido.
Ella hacía un esfuerzo por mantener una dura actitud conmigo, pero ese sonrojo era tan hermoso que yo solo tenía ganas de lanzarme a sus brazos y en cuanto se dio la vuelta, no pude contenerme y la atraje cayendo sentada en mis muslos, creí de nuevo que me alejaría y más al ocultar mi rostro en su cuello, mas ella llevó su manito a mi mejilla acariciándome.
—Te extrañé mucho, perdón si te molesto al hacer esto.
—Eres un dolor de cabeza… —comentó tras un profundo suspiro que reavivó el calor en mi corazón—, solo tenías que llamarme o venir, Trav, ¿o acaso ocultarse le ha servido de algo a Oz? —negué silencioso abrazándola un poco más fuerte, como un niño asustado—… ¿Te quedarás esta noche?
—Me quedaré una semana… solo si quieres…
—Tonto petirrojo —viró su carita conectando con la mía y me abrazó como antes—. No vuelvas a irte, Trav, dijiste que me cuidarías, lo prometiste y te dije que no me gustan las promesas vacías.
—Perdón, no lo haré otra vez.