Nuestro día fue mucho mejor que antes y aunque Norah ya estaba más suelta con todos, por desgracia las malas noticias nos llegaron de golpe en cuanto mi tío Isma volvió en la noche diciendo que debían partir de inmediato, al parecer tuvo una fuerte discusión con su esposa por teléfono, lo sé porque se notaba agotado mentalmente y eso por lo general era en ocasiones como esa, así que debimos despedirnos de mis hermanas.
—A empacar sus cosas, jovencitos, los Jhonson acaban de regresar y hay mucho por hacer.
—¿En dónde estaban?
—Dejas las preguntas para la cena, no quiero perdérmela por nada del mundo —algo en su maquiavélico semblante me dio a entender que las cosas pasarían a otro nivel.
Ya en casa de mi tío Marc, presenté a Mik a este y mis hermanos, los tres quedaron felices con ella dándole una cálida bienvenida, pero mamá y la pequeña Jhonson seguían sin aparecer.
—¿Perdiste algo, mi petirrojo? —sobresalté por su repentino susurro.
—Estoy bien, papá, solo…
—¿No encuentras a la pequeña luna? Tranquilo, bajará pronto.
—¿Está herida?
—No.
Los ojos de mi padre se posaron en la escalera igual a cuando la conocí, aunque en esta ocasión mamá fue quien tomó la delantera siendo recibida por él y detrás de ellos estaba ella con su habitual semblante gélido que me detalló hasta que la voz de Mik llamó su atención. Quizás exagere, quizás no, pero la sutileza que tuvo al entrecerrar sus ojos me dio a entender que la escena con Norah podría repetirse.
—Y he ahí a mi pequeña luna —soltó galante mi padre llamando la atención—. Mi petirrojo preguntaba por ti.
—¿Quién es ella?
—Una amiga suya, estamos cuidando de ella hasta el lunes que vuelvan a Londres.
—¿Es tu novia? —esa flecha iba directo a mí.
—No, es una amiga.
—¿Solo eso? —su adulta voz me inquietó e incluso me recordó a Norah al hacer la misma pregunta.
Como si fuese de la realeza, le abrimos camino para que ella continuase hasta el comedor, mi madre nos invitó a pasar al encontrarse la cena servida, mi padre quedó frente a mí y con una silla en medio que nos separaba de ella al quedar en la cabecera, aunque lo más extraño era que no dejaba de observar a Mik.
—Mikehl Lawless. Escuché mucho de ti por Livi y Oz. ¿Cómo están tus padres?
—B-Bien —se notaba su nerviosismo al enfrentarse a algo más… oscuro…—. Travis también me ha contado mucho de ti, se nota cuánto te quiere y lo mucho que le importas.
—Lo sé, soy su hermana y no hay nadie por encima de nosotras excepto su madre, que también, directa y casualmente es la mía. Irónico, ¿no?
—Creo que son afortunados de ser tan unidos como familia a pesar de tantas circunstancias ocurridas.
—¿Qué circunstancias, Lawless? Ilústrame.
—¿Y en dónde estuvieron? Creí que llegaríamos directo acá —intervine intentando cortar esa tensión.
—No es de buena educación interrumpir una conversación de esa forma, Trav, eso lo sabes bien —supliqué ayuda a mi padre en una mirada, pero el muy cínico sonrió complacido dándole la razón—. Te escuchamos, Lawless.
—Lo digo ya que toda familia tiene problemas, ¿por qué sería diferente esta?
—¡Qué diplomacia la de los Lawless! —la viva copia sardónica de los Oz…— No cabe duda de que tienes la sangre inglesa en tus venas, aunque escuché que los coreanos también son herméticos y no gustan demasiado de los extranjeros.
—Mi niña, cuidado con lo que dices —riñó mi madre dándome una luz de esperanza.
—No he dicho ninguna mentira y tampoco me he pasado de mis límites. ¿O la he ofendido, señorita Lawless?
—No, ha sido verdad cada palabra y estoy orgullosa de ser quien soy —esta vez Mik parecía más decidida a darle frente, quizás al comprobar que lo que dije de la pequeña no era exagerado como tantas veces me recalcó.
—Aunque sigo sin saber algo. ¿Solo es su amiga?
—Parece una pregunta frecuente entre las hermanas de Trav.
—¿Tenías novia y no nos dijiste?
—¡Que no! Mik es solo mi amiga, Liam, y ya dejen de señalarla por cualquier cosa, no es un enemigo ni algo parecido.
—Una amiga con derechos… exclusivos —arremetió la pequeña sin piedad—. ¿Qué tal es, señorita Lawless? ¿Ha demostrado ser un Oz o todavía le falta aprender?
No tuve cara para ver a Mik aun estando a mi lado y menos a mi madre por la vergüenza que sentía, pero mi padre fue otra historia y la maldad emanada en sus enarcados labios denotó cuánto disfrutaba esto. Ahora entiendo su afán por llegar a la cena.
—Es suficiente, creo que ya cruzaste el límite.
—Parece que nuestro petirrojo se enojó.
—Papá…
—Si me disculpan debo hacer una llamada. Trabajo, como bien comprenderá, señorita Lawless. Con permiso —ella partió sin más dejándonos en un ambiente turbio.
—Trav, ayuda a tu madre con los platos, yo me encargaré de ella.
—Déjamelo a mí, ella…
—No, Marc, este asunto nos concierne solo a los Oz, nada tienen que ver los Jhonson.
—Te recuerdo que es mi hija y por ende una Jhonson.
—Pero también es una Oz —contraatacó mi padre sin apartar sus ojos de mí expresando algo que no pude descifrar y enseguida tomó el mismo camino que ella.
(…)
—Parece que tus hermanas se pusieron de acuerdo para hacerme la guerra.
—Lo sé y no imaginas cuánto lamento hacerte pasar este trago amargo… Jamás imaginé algo así para tu llegada —Mik me abrazó en lo que yo acosté mi cabeza en su pecho viendo aún por la ventana.
—No te lamentes que no lo veo como algo malo, al contrario, es evidente cuánto te adoran y lo que están dispuestas a hacer con tal de no perderte…, aunque debo reconocer que esa niña me inquietó demasiado —murmulló lo último sintiéndome un poco mal.
—Lo siento, no entiendo qué le pasó ni por qué actuó así, sé que por lo general es fría, pero tampoco era para atacarte de esa forma y menos si ya sabía de ti.
—¿Quieres ponerla a prueba? —su tono juguetón me hizo levantar el rostro—. Podría llamarla para que venga a esta habitación, tú te escondes en el baño y yo la interrogaré, quizás al estar a solas será más fácil sacarle la información al no tener quién la detenga o la defienda.
—No sé si sea buena idea, ella es tan perversa como mi padre y…
—Y tú también. Te recuerdo que eres un Oz y he aprendido lo suficiente de ustedes en este tiempo para hacer esto. ¿Qué dices?
—Podemos intentarlo, pero si las cosas se salen de control entonces las detendré.
Pusimos en marcha el plan y esperamos a que todos durmieran, no sé qué hizo Mik para convencerla, pero a través de una pequeña y muy sutil abertura de la puerta del baño pude verlas entrar teniendo un mejor panorama de ambas con ayuda del espejo que estaba al otro lado de la habitación.
—¿Qué querías hablar conmigo, Lawless?
—Quiero terminar esa conversación de la cena —contestó Mik con la misma actitud fría de la pequeña—. No recuerdo hacerte nada malo y tampoco a Travis para que me trates así, incluso con su hermana Norah puedo comprender la situación, pero contigo pareciera ser diferente.
—¿Qué te hace pensar que no es lo mismo?
—Quizás, o quizás no, sea como sea prefiero que nos dejemos de tonterías y hablemos con franqueza de mujer a mujer.
Se me hizo curiosa la sensual curvatura de tan castos labios de la pequeña ante esas palabras, era como si el hecho de darle un lugar más alto aumentara su ego haciéndola ver más bella y peligrosa a la vez.
—¿Cuánto tiempo piensas seguir siendo su amante?
—Disparas fuerte —la pequeña enarcó una ceja sin cambiar su adusto semblante—. Te diré lo mismo que le dije a Jade y Norah, ni Trav ni yo tenemos interés en una relación, somos buenos amigos y sí, de vez en cuando hay algo más, pero eso no significa nada comprometedor.
—Sé que no significa nada romántico, pero sí algo comprometedor en este caso al ser su amiga.
—¿Y qué tiene de malo? Los dos lo disfrutamos y no hacemos daño a nadie.
—Y si tú eres el daño, ¿seguirías quedándote con él?
—¿Cómo podría lastimarlo si solo quiero lo mejor para Trav? De hecho…, ¿cómo sé que no eres tú su mayor amenaza considerando cómo se conocieron?
Esta vez fui yo quien quedó en una inesperada encrucijada que al parecer también tenía la pequeña al quedar en silencio, aunque hubo un instante en que creí me observaba a través del espejo como si supiese que estaba detrás de la puerta, pero sería imposible al estar todo a oscuras.
—Travis no es cualquier hombre —respondió de pronto fijando en ella sus oscuros orbes cual cazador con arma en mano—, él es un Oz y le prometí a él y su padre que los mantendría a salvo.
—¿Y tú no eres una amenaza para él o el resto de la familia? Ni siquiera puedes acercarte a los demás sin sentirte intimidada —Mik caminó dos pasos cortando la distancia con ella, lo que me alertó de inmediato y más al retroceder la pequeña un paso—. ¿Lo ves? No puedes soportarlo.
—Sí puedo hacerlo, pero tengo la opción de escoger cuándo —el miedo se apoderaba de mí a medida que su respiración se agitaba.
—Entonces quédate donde estás, si puedes…
Mik intentó acorralarla, pero la pequeña retrocedió consiguiendo patearla lo suficientemente fuerte para que cayese en la cama y enseguida se acomodó sobre ella a horcajadas con la punta de una navaja amenazando el cuello de Mik. Estaba petrificado y a punto de salir, pero Mik, como si leyese mi mente, me hizo una sutil señal con su mano para que no interviniese.
—Me quedaré en donde quiera, me moveré a donde quiera y lo haré como quiera, a mí nadie me dará ordenes y menos alguien como tú —el filo descendió hasta el escote quedando en mitad del pecho—. Sé que soy una amenaza para cualquiera, pero mientras Travis y Oz me quieran en sus vidas yo seguiré en estas y aun a la distancia los cuidaré, incluso de mí misma.
—¿Y qué…?
—¡No te atrevas a decir una palabra más! —advirtió furiosa (sin perder los estribos) callándola en el acto—. Mi lealtad es para ellos, no para ti.
—¿Tanto te importa? —por primera vez vi a la pequeña ladear una perversa sonrisa que pareció sincera.
—Si sigues con vida es porque sé lo que significas para Trav y porque nunca me atrevería a darle esa imagen, menos con una amiga tan especial para él.
—¿Y por qué estás a la defensiva conmigo si no hice nada malo? —se irguió sobre Mik deslizando más la navaja a la vez que cortaba el top que tenía bajo la camisa.
—Porque me encanta jugar con él igual que hago con Liam y Rob, solo que a cada uno le tengo su treta.
—¿Eso son para ti? ¿Tus juguetes?
—No, ellos son mucho más que eso… —la pequeña descendió acomodándose sobre el vientre de ella reforzando el agarre con sus piernas e inmovilizándola por completo, esto, en tanto la navaja terminó de cortar la tela exponiendo tanto el pecho como el abdomen—, ellos son mis hermanos y soy capaz de despellejar vivo al que sea con tal de protegerlos.
—¿E-Eso harás conmigo? —preguntó nerviosa al ser repasados los pequeños dedos sobre su abdomen con un deleite demencial.
—Hoy no, igual no me has dado motivos para hacerlo, pero sí me has dado un buen motivo para divertirme esta noche.
—¿Y qué harás?
—Pondremos a prueba esa linda voz tuya. Veamos cuál es tu nota más alta, señorita Lawless.
No puede ser… ¿Qué hice?