Dos días después
Mikehl
No creí que la situación se saldrían de control, si bien me estaba incomodando la actitud pedante del señor Oz, no quería que terminase hecho un caos cada minuto que pasamos con él y menos porque Travis ya se sentía mal con su padre, pero ese hombre no nos hizo fácil su estadía, por el contrario, fue imposible al estar fumando, bebiendo o cuando se paseaba desnudo en la habitación, y para colmo dormía semi desnudo en mi cama abrazándome, lo que me llevó más de una vez una enorme y muy desagradable sorpresa que terminó en cientos de reclamos por parte de Travis que no le importaban a su padre en lo más mínimo.
Sin embargo, y en contra parte, hubo ocasiones en las que pude apreciar otra faceta de él fuera del sarcasmo, las burlas y los juegos de doble sentido siendo esa otra cara la revelada cuando Trav dormía. Me sorprendía bastante que me permitiese verlo tan dócil, incluso era más caballeroso y jamás se atrevió a sobrepasarse conmigo, hasta en la forma de abrazarme procuraba mantener unos centímetros de distancia para no tocarme de más, pero lo que en verdad me sorprendía, por no decir que me conmovía, era el cómo apreciaba a su hijo al dormir, se aseguraba de que el frío no llegase a él y revolvía su cabello con mucho cariño, aunque era cuando acariciaba su espalda que conseguía relajar a Trav aun si tenía pesadillas y este le respondía buscándolo o abrazándolo como si supiera que estaba a salvo en manos de su padre.
Por desgracia ese hombre gentil y caballeroso no podía mantenerse las veinticuatro horas y hoy no era la excepción, llevando a Travis nuevamente a sus límites al ver que su padre me usó como títere para un improvisado baile que en ocasiones parecía subido de tono y todo porque estaba de buen humor, lo peor fue que muy dentro de mí lo disfruté, me divertí en cada giro que me dio, pero todo se fue al catre en cuanto él simuló que iba a besarme y Trav nos separó furioso, le gritó como siempre y cansado de ser ignorado por su padre, salió hecho una furia de la habitación apagando la alegría que había minutos antes.
—Disculpe, señor Oz, no es por defender la actitud de Travis, pero no está bien que ustedes se peleen cada tanto por un sinsentido.
—¿Sinsentido? —su profunda voz me intimidó al cambiar de actitud drásticamente—. ¿Quién diablos te crees que eres?
—N-No quería…
—Mi hijo no me pone frenos por gusto, sino porque le importas —quedé fría ante la seguridad emanada en su afirmación—. Travis desde niño ha sido muy sensible y con un sentido agudo cuando se trata de los sentimientos de otros, pero si algo lo caracterizaba desde aquel entonces, era que su cariño no se lo daba de buenas a primeras a nadie a no ser que ese instinto se lo dijese.
—Creo que está confundiendo las cosas.
—No, creo que eres tú la que no quiere aceptar la situación —con un estirón de su pierna, arrastró la silla en la que me encontraba acorralándome entre sus brazos cual depredador—. A mí no me retan tan fácil, ratoncita, pero que mi hijo se atreva a tanto solo quiere decir que te estima, no digo que te ame o le gustes, pero sin duda te aprecia y quiere lo mejor para ti.
—Somos amigos, nada más.
—No lo dudo, pero tu congoja toca fibras sensibles en él y eso lo obliga a defenderte, incluso de mí.
Considerando lo que me ha dicho Trav hasta ahora y las veces que hemos hablado a solas Oz y yo, presiento que él no se anda con rodeos en nada y esta visita no es una casualidad.
—¿Por qué vino realmente? Y no me salga con la misma respuesta que le dio a su hijo porque no soy él —exigí pese a estar en la peor posición, mas él sonrió con cierto orgullo.
—Livi me habló de ti, tuve mis sospechas y al saber que él no estaría en navidad con su madre, las alarmas se encendieron en mí.
—¿Gharbi? —asintió—. ¿Y por qué no se acercó en la competencia si él se percató de su presencia?
—Te lo contó —afirmó, no preguntó.
—Sí.
—Travis y yo tenemos una relación compleja como bien atestiguaste, solo que él no está preparado para muchas cosas —se apartó encendiendo un cigarrillo—, aunque no por eso lo abandonaré —afirmó soltando el humo.
—¿Y por qué no acompañarlo? Mi madre y padrastro no estaban aquí ese día, en cambio usted…
—Ratoncita, ¿quién crees que le dio la medicación a Walken cuando este lo atendió? ¿O por qué crees que el idiota de Gharbi no se atrevió a más con él? Porque tú y yo sabemos que tenía la oportunidad perfecta para acabar con Travis frente a todos al olvidarse del campeonato.
Pronto recordé ese día, lo que me contó Trav cuando vio a su padre al final de la pelea y comprendí a qué se refería… o eso creo.
—¿Me está diciendo que Gharbi lo vio antes que Travis? —ladeó perverso sus labios—. Algo le hizo a él hace años, ¿me equivoco?
—Mi hijo se encargó por su cuenta de darle su merecido al bastardo, pero yo me encargué de darle una lección a sus padres, lección que ellos desquitaron en su hijo y que yo mortifiqué durante su estadía en la cárcel para menores —presionó mis mejillas quedando a centímetros de mi boca—. Créeme cuando te digo que no quieres atravesarte en el camino de un Oz, así que sé una buena chica y cuida de mi pequeño o aléjate de él antes de que lo lastimes.
—No quiero lastimarlo.
—Lo sé, Livi me lo dijo y confío en ella, tiene buen ojo para las personas, pero el mío es mejor.
—Si confía en mí, ¿para qué este teatro?
—Hay que dejar las cuentas claras, además de que me gusta divertirme con mi pequeño y es tierno cuando saca su lado protector con otros. ¿O me dirás que no te has sentido halagada y segura con él? —mi corazón palpitó a mil sonrojándome.
Es cierto, desde que Trav se enteró de mi secreto su actitud se tornó protectora, el apoyo creció y también era mucho más cuidadoso cuando estábamos en la habitación evitando momentos embarazosos, así como no hubo una sola vez en la que se atreviera a propasarse ni por equivocación.
Quise preguntarle a Oz algunas dudas que me habían surgido a raíz de las charlas con Trav y también con su llegada, pero este regresó a la habitación resuelto a sacarlo al no soportarlo un minuto más; sin embargo, Oz comenzó a desvestirse siendo detenido por Trav cuando estaba a punto de quitarse el pantalón.
—¡¿Hasta cuándo seguirás haciéndolo?! ¿¡Acaso estás demente!?
—Eso no es nuevo. ¿Igual de qué te quejas? Tampoco es una novedad para ella —guiñó presuntuoso señalándome.
No dije nada por vergüenza y sé que debería molestarme, pero por extraño que parezca ya me era natural en ellos, quizás porque me obligué a acostumbrarme con Trav a lo largo de los meses y de no ser por eso estaría horrorizada en los días que hemos estado con su padre.
—¡Eso no es excusa!
—Trav, se supone que tienes dieciséis, no ochenta y tu abuelo tampoco era así de amargado —él se acercó a mí ignorando las quejas de su hijo—. ¿Qué dices, ratoncita, prefieres que duerma vestido contigo o que me desnude frente a ti? Hoy te daré a elegir —no respondí al ingresar él al baño sin importarle los gritos de su hijo.
Es increíble, pero en verdad disfruta molestar a Travis llevándolo al límite y aunque este parecía querer arrancarse mechones de cabello por la desesperación que le producía su imprudencia, algo dentro de mí me decía que a Travis le gustaba, no porque fuese masoquista, sino porque tenía la oportunidad de estar con su padre y aunque quizás suene cruel de mi parte, era mejor mantenerme al margen y apreciar este escenario como espectadora.
(…)
7:33 p. m.
Travis
Se suponía que sería una navidad tranquila donde esperaba salir a algunos lugares con Mik con tal de no recordarle a su familia, deseaba obsequiarle una navidad diferente, única e inolvidable, y sin duda en eso se había convertido por culpa de mi padre quien ya me tenía harto con su egoísmo, la actitud egocéntrica, el nudismo frente a ella y también el ignorarme por completo, razón por la quise caminar para tranquilizarme al tener otra discusión durante la cena, pero al volver él se había ido.
—Ya no puedo más —repasé frustrado mi rostro.
—¿Travis? —Mik se sentó a mi lado colocando su mano en mi hombro.
—Te juro que hice tanto como pude, hasta saqué sus cosas y las envié a casa de Walken, pero no sé cómo consigue devolverlas en tiempo récord.
—Travis…
—Mik, te pido una disculpa e insisto, permíteme pagarte un hotel, sé que no deberías irte, pero no soporto que tengas que vivir un día más con las locuras de mi padre, es que… ¡Es que ni siquiera sé cómo lo toleras!
—¡Travis! —su grito me hizo levantar la cabeza.
En verdad no logro comprenderla, ni siquiera se atrevió a darle frente a mi padre seriamente, aunque quizás sea por miedo o respeto, no lo sé, pero notarla tan tranquila me confundía.
—Lo siento…
—No te disculpes que no estoy molesta contigo, tampoco con él, y aprovechando que estamos solos quisiera que habláramos de tu padre.
—Sé que ha sido grosero, narcisista, egocéntrico y…
—Y un padre ejemplar que me hace envidiarte.
—¿Qué? —no imagino la cara de idiota que debo tener—. Si me dices que él te drogó o alcoholizó, juro que lo llevaré a los tribunales —ella rio tomando mi mano con cariño.
—Ya te he dicho muchas veces que no y lo digo en serio. Tu padre es un hombre increíble, no imaginas lo que daría por tener a alguien que se preocupe así por mí, que me haga los días tan caóticamente maravillosos y aunque no lo creas, desde que él llegó me he divertido muchísimo a pesar de sus ocurrencias.
—Es definitivo, él te drogó.
—¡No lo hizo! —su amena risa me contagió brindándome calidez—. Creo que solo ves lo malo en tu afán de protegerme y por eso no te das cuenta de que no es a mí a quien quiere incomodar, pero es evidente cuánto te adora.
—Estás mal.
—¿Me dirás que no te sientes bien de tenerlo aquí considerando cómo terminaron las cosas en Nueva York?
Odio admitirlo, pero ella tiene razón, mi padre es molesto y estos días han sido un infierno, pero en el fondo me alegraba tenerlo aquí pese a no hablar del incidente con la pequeña intrusa, ni siquiera me regañó una vez por todo lo que le hice y grité, y aun así él vino y se quedó por mí, para estar conmigo e incluso con Mik.
—Trav, no te desquites más con tu padre, sé que sus bromas son pesadas, pero no lo hace por mal, al contrario, lo hace porque es feliz contigo y como ya no eres un niño, no pueden jugar igual que antes.
—Dormir desnudo y pasearse así por la habitación contigo presente no es un juego, Mik.
—No te hagas que tú también hacías lo mismo.
—¡Pero no sabía que eras una chica y ya te pedí disculpas por eso! —alegué avergonzado.
—Trav… —odio que usen ese tono suave de: “sabes que tengo razón”, y ella bien sabía hacerlo—. ¿Por qué no hablas con él de lo ocurrido y le pides una disculpa sincera? De paso lo invitas al campeonato en las nacionales, creo que sería un gesto agradable.
—No sé si pueda con tanto.
—Inténtalo, pero no empeores la carga porque sé que no es lo que quieres realmente.
—No lo entiendes, mi relación con él no es fácil y esto que has visto no es nada.
—Cree en él, Travis, yo sé por qué te lo digo.
—¿Y por qué mejor no me lo explicas? Sé que algo sabes y no has querido decirme.
—Creo que sus actos explican más que sus ausentes palabras, porque a diferencia de mi padre, al menos el tuyo sí estuvo en el campeonato, también estuvo al pendiente de tu salud a través del doctor Walken e incluso te visitó aquella noche respetando tu espacio, por no mencionar que viajó desde el otro lado del mundo solo por ti.
—Lo sé y tienes razón, pero…
—Trav —intervino callándome—, eso es algo que yo jamás obtendré de mi familia y si me permites decirlo, te envidio por los padres que tienes, no sabes cuánto daría por un poco de la atención que ellos te dan.
Justo en ese momento mi padre ingresó con la cena para los tres, Mik dijo que saldría por unas copias y mientras tanto podíamos comer, aunque sabía que lo había hecho para darme tiempo a solas con él.
—¿Quieres pollo o cerdo? Aunque si quieres podemos compartir mitad y mitad —sugirió mi padre al mostrar dos platillos que tanto me encantaban reforzando las palabras de Mik, lo que comprimió mi pecho queriendo sincerarme con él.
—Lo siento…
—¿No quieres ninguno?
—No… —revolví mi cabello soltando un pesado suspiro—. Perdona por no invitarte al campeonato, no sabía cómo decírtelo y tampoco sabía si vendrías, así como te pido una disculpa por no querer que me llevaras al aeropuerto.
—No importa, igual te vi partir —mi confusión fue motivo de gracia para él—. Yo estaré en tu vida para auxiliarte aun cuando no me quieras cerca, quizás no pueda estar cada minuto de tu vida contigo, pero no quiere decir que te abandone del todo y aunque en ocasiones así parezca, será por motivos que conocerás en el futuro.
—¿Por qué no ahora?
—Todo a su tiempo, mi pequeño, todo a su tiempo.
Estuve a punto de hablarle sobre lo ocurrido con la intrusa, pero cambié de parecer al no sentirme preparado todavía y recurrí a la sugerencia de Mik.
—Papá, el otro año serán las nacionales y me gustaría que mamá y tú estuvieran conmigo apoyándome —se alegró revolviendo mi cabello y me extendió la comida dándome de ambas carnes.
—Come, debes alimentarte bien, mi petirrojo.
—Pero… —cambié de parecer antes de arruinarlo con otra queja—. Papá, también quiero disculparme por mis gritos y reclamos estos días, también por intentar golpearte y… —me extendió una cuchara silenciándome.
—Estaré contigo sin importar lo que pase en tu vida o entre nosotros —pronunció apacible con la vista en la luna.
De pronto me obsequió una sonrisa que sabía provenía desde lo más profundo de su ser, pues fue la misma que le dio a la pequeña intrusa.
Tal vez, pero solo tal vez, es probable que no haya perdido del todo a mi padre…