Meses después – Verano
—Es irónico que el año pasado yo era la que estaba con una crisis de nervios y ahora que estamos en las nacionales seas tú el nervioso.
—No me ayudas en nada, Mik, así que si no tienes algo bueno por decir, mejor no digas nada —reñí al encontrarme tan mal en tanto ella se mostraba relajada.
Los últimos meses se volvieron un calvario para mí, los entrenamientos fueron más intensos, los exámenes ni se diga y para colmo pasé más de una noche en vela, aunque tampoco debería quejarme considerando que esas veces me resultó más difícil pasar el día fue porque la noche previa lo disfrutaba con ella.
Desde el primer encuentro, las cosas han ido fenomenal en la cama, es como descubrir otro mundo que creía conocer sin probarlo, pero al hacerlo todo cambió para mí siendo una experiencia increíble, solo que ahora llevaba casi dos semanas sin tener sexo, mi irritable actitud estaba por las nubes y ni qué hablar de mis nervios.
—¡Mi niño!
—¿Mamá? —confundido, me giré y ella corrió a mis brazos dándome su calor, aunque la sorpresa más grande vino cuando detrás de ella se iban acercando los Lawless junto a mi padre y Walken—. ¿Qué hacen aquí?
—¿Qué es esa pregunta? Obvio vinimos a apoyarlos en este día tan importante para ustedes.
—¿Por qué algo me dice que metiste las manos en esto? —murmuré solo para ella quien me dio un guiño cómplice al ver a Mik saludando a su madre y padrastro.
—De nada.
Como siempre, ella es la mejor.
—Gracias, creí que no lo harían al no obtener respuesta y más porque Liam me dijo que el tío Marc estaría por fuera con la pequeña.
—Sí, pero hace poco hubo un viaje donde las cosas se complicaron y no resultó muy bien para ambos.
—¿De qué hablas? ¿Están bien? —pregunté preocupado a mi padre imaginando lo peor.
—Fue un accidente, hubo algunos heridos, pero nada mortal —comentó al acercarse abrazándome igual que mamá… o algo así…—. Ella terminó con dos dedos fracturados, un esguince en el tobillo y una conmoción cerebral, tu madre los obligó a volver a casa y por insistencia de mi pequeña logramos venir —murmuró neutro dejándome más angustiado que antes.
—¿Estará bien?
—Claro, yo la atendí, pero tú y yo tenemos que hablar de algo importante después —se apartó dándome ese intimidante semblante, no sabía la causa, pero era un tema serio—. Por cierto, ella te envía saludos y dijo que si ganabas el primer lugar te prepararía algo especial cuando volvieras a Nueva York estas vacaciones.
Rayos, había olvidado decirles que no iría y si están aquí lo más seguro es que tengan planeado llevarme con ellos.
—Mi niño, ¿estás bien?
—Sí, mamá, solo nervioso por la noticia y el campeonato, pero estoy bien.
En eso llamaron a los participantes y todos partimos a nuestros puestos escuchando el sermón de bienvenida y demás, por suerte no era obligatorio estar con los respectivos equipos, así que podía seguir acompañado de Mik unos minutos más.
—¿Por qué no les dijiste?
—No sabía cómo hacerlo y estuve ocupado en cosas más importantes como los exámenes finales.
—¿Y qué harás? Porque es evidente que quieres ir por ella.
Ya ni siquiera tengo que decirle cuando algo respecto a esa niña me afecta, no importa si es positivo o negativo, Mik lo deduce con una mirada.
—Sí, pero también quiero ir a las universidades y ya confirmé la reunión con Reinold… No sé qué haré, ellos me matarán en cuanto les diga.
—Relájate, deberías confiar más en ti y también en tu padre aun cuando no lo comprendas todavía.
Parece que la llegada de los Lawless la animó bastante considerando cuán positiva parecía, pero me alegra que así sea y no que esté triste como el año pasado.
—En fin, la llamaré después y cuando salgamos les diré que no iré —comenté rápido queriendo finalizar el tema.
—Trav —se acercó a mi oído cubriéndolo cautelosa—, si ganas el campeonato búscame enseguida en el baño, solo ten presente que tengo unos pocos minutos antes de dirigirme al mío —no necesité darle una respuesta al saber lo que tenía en mente solo con vislumbrar la perversión en su faz.
A pesar de todo, las siguientes horas estuve de mejor humor gracias a ella, lo que me permitió enfocarme en ganar el campeonato para obtener su premio y también el de cierta pequeña al otro lado del mundo, así que di lo mejor de mí pensando en ellas, mis hermanas y también en mamá quien ansiaba mi triunfo, uno que no dudé en obtener junto al equipo ocupando el primer lugar en las nacionales.
Cual prometido y al no encontrar a Mik con los demás, les hice una señal de que iría rápidamente al baño y después me acercaría para que me felicitaran, así que fui corriendo encontrándola en la puerta donde no dudó en adentrarme rápidamente y en un beso despertó de nuevo las ganas. Ni siquiera sentía el cansancio por el torneo solo de pensar en ella, y Mik, con la lujuria a tope igual que yo, enfundó enseguida el condón tras desnudarnos lo suficiente y la levanté apoyándola contra la pared notando que ya había jugado un poco sin mí, pues la humedad que la invadía solo podía ser producida por ciertas cosas en tan poco tiempo.
—M-Más duro, Trav.
Sin soltarla, la senté sobre el lavabo donde abrí bien sus piernas y deslicé mi lengua sacándole algunos gemidos más sonoros que ella intentó silenciar al cubrir su boca, pero entre más los contenía, yo más me excitaba hasta que no pude soportar seguirla penetrando con los dedos y me levanté adentrándome en su cavidad. Lo que más me encantaba de tenerla en esta posición era la vista completa que tenía de su cuerpo y lo mucho que podía seguirla complaciendo al rozar su rosácea protuberancia que la hacía delirar arrastrándome con ella.
Por desgracia el tiempo estaba limitado, pero cada minuto era exquisito y bien lo supimos aprovechar hasta que ella me dio la señal, entonces me aferré de sus muslos y fui con todas mis ganas penetrándola a profundidad sin importarme lo fuerte que se escuchaba el golpeteo de nuestros sudorosos cuerpos, hasta que finalmente nos descargamos por completo terminando con la respiración y el corazón a mil.
—No creo poder llegar a mi competencia —comentó a duras penas sacándonos una risa por lo temblorosas que teníamos las piernas.
—Al menos tú no debes ejercitar nada excepto el cerebro, yo en cambio vengo de judo.
—Y aun así lo hiciste increíble.
Esto era a lo que me refería cuando dije querer la intimidad con la mujer adecuada, la complicidad con una persona que confiase en mí y a la vez yo pudiese confiar en ella al punto de soltar estas risas por cada travesura realizada. Creo que jamás podría arrepentirme de mi elección.
Nos vestimos rápidamente y refrescamos nuestros rostros dándonos un último vistazo antes de salir, pero parecía que la felicidad se nos hubiese acabado y al mismo tiempo nos quisiera delatar frente al hombre con cigarrillo en mano que nos aniquilaba con su penetrante mirar.
—P-Papá, ¿qué haces aquí?
—Disfrutando el exquisito buqué del baño, aunque no sabía que hoy colocarían un aroma tan embriagador —Mik y yo intentamos mantenernos fuertes, pero sabíamos que ya sabía, aunque lo raro era que no se regodeaba por ello ni nos molestaba.
—Será mejor que me vaya, en diez minutos comenzará mi torneo, con permiso.
Mi padre, sin pena alguna, la detuvo de la cintura aspirando profundo en el cuello de Mik poniéndola más nerviosa de lo que estaba.
—Exquisito —la soltó repasando lento los dedos en su cintura—. Ve, te alcanzaremos en unos minutos.
—Mejor vámonos los tres, quiero apoyarla.
—Todavía no, petirrojo —ella partió dejándonos a solas en lo que él realizaba una llamada desde su móvil—. Atiende —ordenó firme extendiéndome el dispositivo.
—¿Hola?
—¿Qué hiciste? —si encontrar a mi padre me había paralizado, escuchar la voz de la pequeña me dejó pálido.
—Y-Yo… ¿C-Cómo estás?
—En cama porque Marcus es un exagerado, pero todavía no contestas mi pregunta. ¿Qué hiciste?
—No entiendo a qué te refieres —mi padre entrecerró sus ojos encrespando mis nervios.
—Te has portado mal, Travis, al parecer has hecho muchas travesuras sin decirnos a tu padre y a mí.
—Y-Yo… ¡No, claro que no! —la risa nerviosa me delataba y la mirada de ese cuervo no me ayudaba a calmarme.
—¿Te portaste mal en los baños con tu novia? —su picardía me exaltó de la peor forma.
—¡¿Estás en casa o en Londres?!
—Podría estar en Albania y sabría que te portas mal, aunque al parecer los petirrojos gozan más este verano —creo que perdí la razón, pero escucharla con la maldad en tan fogosa voz de mujer aun siendo una niña mientras mi padre soltaba sus enigmáticas caladas, era casi como tenerlos juntos frente a mí—. Descuida, dejaré que disfrutes por ahora, solo quería saber cuándo vendrás.
—¿¡Y entonces a qué vino esa actitud!? —reclamé exasperado revolviendo mi cabello—. Tú y mi padre acabarán con mi cordura.
—¡¿Y cuándo la has tenido?! —comentaron al unísono con tal obviedad que me sorprendió.
—Como sea. La verdad no creo que vaya estas vacaciones, estaré ocupado los siguientes meses, pero intentaré ir en mi cumpleaños o el de mamá al ser fin de semana.
—Está bien, te dejo para que le expliques a tu padre los motivos, de seguro querrá escucharlos. Adiós, Trav.
El día que iban a repartir la maldad en el mundo, esa pequeña y mi padre la robaron casi por completo…
—¿Y bien? —cuestionó él al saber que ella había colgado.
—¿Cómo lo supiste?
—Era evidente que te guardabas más de un secreto. El primero lo descubrí por la tensión que tuviste cuando llegamos y el segundo por tu rápido escape al baño.
—¿Y la llamada?
—Sabía que ella no desaprovecharía la oportunidad de molestarte.
—Ustedes son el colmo del descaro.
—Suelta lo que sigues ocultando, mi petirrojo.
Sin más opciones, le expliqué la situación en lo que íbamos camino al salón, él presionó mi hombro al llegar sin decir una palabra y nos enfocamos en Mik, quien al final fue la ganadora del campeonato ocupando el primer lugar tras dos desempates que debieron hacer al tener un buen contrincante, pero creo que estas victorias se debieron a que esta vez estábamos más preparados y también porque ambas familias nos acompañaron dándole el apoyo que le faltó aquella vez, pues Lawless me sorprendió al abrazarla con un genuino orgullo mientras la felicitaba.
El resto de la noche no hablamos de nada en particular, menos durante la cena y al finalizar tampoco se mencionó el tema de mi viaje, por lo que Mik y yo volvimos a los dormitorios donde quisimos aprovechar nuestra privacidad en la ducha, una fría que contrastaba a la perfección con la temporada y el calor de nuestros cuerpos.
—Chupa un poco más fuerte…
—¿Te gusta de esta forma? —preguntó pecaminosa repasando la punta de su lengua hacia lo largo de mi falo y yo como un idiota intentando no venirme mientras le asentía suplicante—. Así lo haré.
Esta vez aparté su mano dejando que fuese solo su boca la que trabajase en el glande, aunque ella intensificaba cada sensación al presionar sus dedos en mis piernas enterrando maliciosa las uñas y al estar tan cerca de correrme, masturbé la base de mi pene comprimiéndolo en ocasiones queriendo aguantar un poco más.
—Ya casi…, sigue… no vayas a detenerte…
—¡REVISIÓN SORPRESA!
Maldición, no ahora…