31. ESCAPÁNDONOS

1693 Words
Travis —Travis —su dulce voz…—… Travis… —Cinco minutos más. —Travis, es hora de la cena. Desperté de golpe sin creer que ya había anochecido, pero así era y aunque me pareció por un instante sentir su voz susurrándome en el oído, no fue así, pues ella estaba lejos de la cama. —¿Qué hora es? —Medianoche, todos están durmiendo. —¿Por qué no me llamaste en el almuerzo? —Lo hice, muchas veces —recalcó lo último con lo que creo yo fue fastidio—, pero tú solo seguías apoderándote de mi almohada y esa fotografía. —Lo siento —no entiendo cómo consigue hacerme sentir tan pequeño—. Supongo que mi visita solo fue un fastidio para ti. —No mucho, para mi suerte no roncas y eso evitó que Livi se diera cuenta, pero no sabía que te gustaba espiar a los demás —quedó viendo la foto pues ambos sabemos lo que debí hacer para encontrarla. —Es solo que… —Olvídalo, no importa, igual todos lo hacen creyendo que no me doy cuenta —quizás deberíamos respetar más su espacio aun en medio de nuestra preocupación por ella…—. Al menos tú te quedaste con la foto y dormiste sin descaro alguno en vez de “dejar todo en su lugar” como hacen los demás… Supongo que es típico de los Oz. No pude evitar coincidir al caer en cuenta de ello, pues en verdad sí es propio de mi padre e incluso yo lo he hecho en ocasiones sin descaro alguno, pero… —No lo sé, el único Oz que conozco es mi padre. —Después conocerás a otros, por lo pronto come —me extendió la bandeja con la cena sentándose en una silla al pie de la cama. —Es raro, ¿no crees? —¿El qué? —Que solo seamos dos Oz en todo el mundo. —Serán más cuando tengas hijos y nietos. —Pero no sé quiénes son mis tíos o abuelos, mis padres jamás me hablaron de ellos y hasta donde sé mi padre no tiene hermanos. —¿Acaso te hacen falta considerando la familia que tienes? —no supe qué responder—. ¿Tan infeliz eres con ellos que necesitas de unos desconocidos? —No soy infeliz y agradezco la familia que tengo, solo es curiosidad, ni siquiera conozco a mi madre biológica. —Yo tampoco, no sé quiénes son mis padres biológicos, no sé si tengo hermanos o si están muertos, que es lo más seguro. No tengo nada, Travis, tú tienes a tu padre y la familia que te dio. Me sentí de lo peor, apenas pude cenar al quedarme imaginando cómo sería su vida antes de nosotros, en especial por sus cicatrices, aun así, ella no dejó de ocuparse escribiendo algunas cosas en su cuaderno, después fue a bañarse y volvió sacando algunas cobijas del armario. —¿Qué haces? —Dormiré en el suelo, estarás más cómodo en la cama. —Claro que no, tú quédate aquí que yo iré a mi habitación, igual mamá se dará cuenta mañana y deberé aguantar el sermón. —No si te quedas aquí… ¿O temes que te lastime? —de haberme hecho esa pregunta el día que la conocí no habría dudado en mi respuesta, pero hoy no sentía lo mismo… hace mucho que no. —Sé que no deberíamos, pero… ¿te gustaría dar un paseo conmigo? —Es muy tarde y sabes que no salgo, hay demasiadas personas afuera. —Pero a esta hora no hay tantas y frente a la casa de mi padre hay un parque que es solitario en las noches, podemos ir allá. —Estamos muy lejos, ¿cómo llegaremos en el auto sin que se den cuenta? —Eso depende de ti —me observó extrañada dándome su total atención. —¿Qué planeas? —Podríamos tomarlo como un entrenamiento donde no vas a combatir con nadie, sino que debes aprender a convivir con otras personas y hasta donde sé antes de vivir con nosotros vivías en las calles, así que sabes moverte entre ellas. —No es lo mismo. —¿Me estás diciendo que no puedes hacer este entrenamiento que te ofrezco? … Supongo que no eres tan aguerrida como creí… —al entrecerrar sus ojos supe que le había dado en el ego, y aun así se veía tan hermosa estando furiosa. —¿Iremos a pie? —Tomaremos el metro, y descuida, conozco las rutas adecuadas para que no haya tanta gente que te inquiete. Y así, nos arreglamos rápidamente escapando de casa como unos fugitivos en medio de la penumbra urbana, debí enseñarle a usar el metro y me aseguré de mantenerla acorralada en la pared para que nadie se le acercara, pero ella no dejaba de estar alerta a cada lugar al que íbamos hasta que al fin llegamos al edificio donde vive mi padre, estuve tentado a llevarla, aunque esta vez quise ser tan egoísta como él y acaparé su atención adentrándonos al parque donde caminamos más tranquilos hasta quedar en un puente, no había ni un alma a la vista, pero tampoco me quejaba porque así ella estaba tranquila. —¿Me contarás qué ocurrió? —Arruiné mi primer combate al asesinar a muchas personas, Marcus enfureció porque no sabía nada y el organizador lo engañó, tu padre también estaba furioso, pero… —¿Qué? Dime —insistí al quedarse callada con la vista perdida en el lago. —Travis… ¿Tú también estás de acuerdo con Marcus, Livi y mis hermanos al decir que no debería combatir? Por la forma en cómo empuñaba su mano y el frustrante semblante que se notaba a través del reflejo, algo me decía que quería la verdad pero no la realidad que vivía con ellos, así que me sinceré. —Sí y no —sus ojos se posaron en mí sin comprender—. Tu caso es diferente y sé que el tío Marc hizo lo más sensato cuando llegaste considerando las circunstancias, pero creo que tu lucha interna y tu pasado es más fuerte. —¿Eso qué quiere decir? ¿Estás de acuerdo con ellos? —No estoy de acuerdo con el método y apuesto lo que sea a que mi padre tampoco, pero si él está dispuesto a seguir apoyándote es porque sabe que eres capaz de conseguirlo… y yo también… —susurré lo último con cierta timidez. —Gracias… De pronto mi corazón se disparó a mil latidos por minuto al notar un ilusorio brillo en sus ojos, casi pareciera que escondía la luna en ellos, en ese inocente manto nocturno que hoy era un poema para mí y que, a mi parecer, se mostraba más como una niña “normal” al intensificarse su casto sonrojo y tan particular mordida en el labio. —Lo conseguirás —afirmé con total seguridad—, no sé cuándo, no sé cómo, pero lo harás en su momento y ese día comprobaremos que todo valió la pena, así que no dudes en que mi padre y yo tenemos fe en ti. Ahora la pregunta es: ¿Qué quieres tú? ¿En qué crees tú? —Y-Yo quiero… —¡No se muevan! No sabía cuál de los dos tenía la respiración más errática por la emoción del momento, pero ese gritó disparó todas mis alarmas y más al ver el arma que sostenía el hombre frente a nosotros siendo ella mi mayor preocupación. Los segundos fueron eternos para mí, no dejaba de pensar en la posible reacción de ella e incluso que consiguiera asesinar al hombre, así como también me preocupaba que ese infeliz disparase el arma consiguiendo lastimarla, eso no me lo perdonaría nunca y quizás esto fue lo que me impulsó a mantenerme frente a ella conservando la distancia con su persona. —¡Rápido, entréguenme sus cosas o les disparo! —Por favor, déjala fuera de esto, es solo una niña —supliqué nervioso levantando las manos. —¡Muévanse! El hombre parecía fuera de sus cabales, no sé si estaba drogado o eran los nervios por su accionar, pero no podía permitir que siguiera más tiempo aquí, así que analicé bien la situación y me fui contra él intentando desarmarlo. —¡Travis! Su angustiante grito me puso más nervioso y al mismo tiempo me dio más fuerza para enfrentar al ladrón, por lo que logré golpearlo un par de veces, este se aferró al arma dándome un golpe en las costillas que casi me hace soltarlo, pero ninguno se rindió, por el contrario, seguimos forcejeando, él intentando dispararme y yo evitando que le apuntara a ella, ni siquiera pensaba en que pudiese darme, pero ese sin duda fue el peor error de mi parte porque me entregué en bandeja de plata y si algo sabía a la perfección, es que un drogadicto cuando está desesperado, en abstinencia o bajo el uso de sustancias no mide las consecuencias. De pronto fue como si todo pasara a cámara lenta cuando golpeó mis brazos contra el barandal consiguiendo que soltara el arma, golpeó mi cabeza con esta y me empujó al agua desprendiendo todos mis miedos, unos que se convirtieron en un gélido escalofrío al escucharla gritar desesperada mi nombre mientras me veía cae. Lo curioso es que no era mucha la altura, pero su carita asustada transformó el tiempo y el espacio para mí y así como ralentizó el tiempo con su preocupación, así mismo avanzó en cuanto ella se fue contra él paralizándome por completo. En un abrir y cerrar de ojos fui testigo de cómo ella le propinó unos golpes consiguiendo desarmarlo, pero no solo eso, sino que también lo dejó de rodillas y en un hábil golpe metió la cabeza de él entre los barrotes del puente impidiéndole salir, entonces el horror me hizo reaccionar en cuanto la vi dispuesta a acabarlo con la mayor furia del mundo al colocar el arma detrás de su cabeza. Quizás no fue tan buena idea venir…
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