30. UN PUENTE ENTRE NOSOTROS

1662 Words
Nueva York, Estados Unidos Travis Pocas veces he viajado a Nueva York hecho un caos y como en pasadas ocasiones, esta tampoco fue la excepción al parecerme eternas las horas de vuelo, incluso el transporte desde el aeropuerto hasta la casa del tío Marc fue desesperante, pero al menos había llegado a buena hora a la ciudad y sabía que mamá estaría en el colegio trabajando en tanto la pequeña estaría en casa sola, por lo que llegué de sorpresa ingresando por el patio donde justo la vi sentada leyendo y sus profundos luceros se cruzaron con los míos. —¿Travis…? ¿Qué haces aquí? —¡¿Cómo qué hago aquí?! —grité tan incrédulo como exasperado acercándome lo suficiente—. ¡Me llamaste preocupada por algo, dijiste que había problemas, después el tío Marc comienza a gritar de la nada y para colmo tú me cuelgas! ¿¡Qué más esperas que haga!? —¿No pudiste llamar después? —¡Obvio lo hice y nadie contestó! —¿Y no pudiste llamar hoy? —estaba a punto de responderle cuando caí en cuenta de que tenía razón y ahora me sentía como un idiota por haber hecho este viaje—. ¿Al menos desayunaste en el vuelo? —negué como un niño haciendo un mohín y ella soltó un suspiro cerrando su libro—. Vamos a la cocina, no vaya a ser que Livi se entere y te regañe también por no comer. No puedo creerlo, es solo una niña y yo que estoy a nada de la mayoría de edad me siento más pequeño que ella, un tonto niño que no hace más que estupideces cuando se trata de… de ella… —No debiste llegar así —comentó en cuanto terminé de desayunar. —Lo sé, pero me quedé muy preocupado cuando me colgaste. —Livi te regañará y este no es un buen momento para que la alteres. —¿Me dirás qué ocurrió? —Todavía no, hoy ella llegará más temprano, así que por lo pronto tendrás que esconderte. —¡Es imposible! —exclamé preocupado. —No lo es, solo no hagas ruido y espera hasta el almuerzo para llevar la comida a la habitación, ella no me pondrá problema. —¿No será raro que comas en mi habitación? —¿Quién dice que irás allá? —en eso escuchamos el auto de mamá, ella corrió con mi morral y yo fui tras ella. —¡Espera! —siseó colocando su dedo en los labios. —No hagas ruido o nos descubrirá —riñó en voz baja acelerando mi corazón y seguimos corriendo hasta su habitación. Se veía tan hermosa, aunque el sonrojo en sus mejillas me fue curioso. Me adentré sin encontrarla, pero en dos segundos ella cerró la puerta provocándome un respingo que me hizo alejarme unos pasos. —¡No hagas eso, casi me matas del susto! —No hagas ruido, si debes ir al baño no bajes la cadena hasta que vuelva y por nada del mundo abras la puerta o las cortinas. Por ahora duerme, regresaré en unas horas con el almuerzo —y así como vino, así se fue. Era extraño, pero de alguna manera al encontrarme aquí me inquietaba y no en un mal sentido, al contrario, la curiosidad me invadió, por lo que retiré mis zapatos evitando el ruido y comencé a recorrer la habitación detallando una a una sus cosas, el organizado armario que tenía con la ropa separada por color y tipo de prenda, algunos atuendos colgados, sus zapatos perfectamente organizados e incluso algunos accesorios que guardaba en un bonito joyero de madera. Estaba todo tan limpio y pulido al mínimo detalle, que no pude evitar preguntarme si era la habitación de una niña o una mujer obsesiva con la limpieza y el orden. Después pasé a su escritorio donde tenía un enorme tablero con anotaciones de todo tipo y algunas notas en pequeños papeles de colores perfectamente alineados que llamaron mi atención, en especial por la letra tan elegante que tenía. Sin embargo, fueron las fotografías que escondía detrás del pizarrón lo que más llamó mi atención, había varias de mis hermanos, mamá, la tía Bonny y el tío Marc, junto a estas había otras variadas sobre paisajes y cosas cotidianas, pero en otra zona había algunas mías y de mi padre, siendo una en especial que sabía no había retratado ella en comparación con las demás, pues era una fotografía que mi padre tenía en su recámara de nosotros cuando yo tendría quizás dos años, aunque lo más curioso era que nos tuviese separados del resto en el tablero. De pronto vi una cinta sobresaliendo de un cajón y lo abrí encontrando un álbum con fotos donde aparecía ella junto a cada integrante de la familia, aunque ellos se encontraban dormidos en varias de estas, incluso había una graciosa del tío Marc al encontrarse sentado en el sofá con la boca abierta y ella arrugando la cara mientras señalaba un hilo de saliva. Casi podía imaginarla reír en ese momento aun cuando nunca la he visto hacerlo, aun así, estar en su habitación resultaba un sueño para mí. Con el pasar de esos minutos aprendí varias cosas de ella entre estos muros y en determinado punto no pude evitar acostarme en su cama sintiendo su aroma, era ligero, una mezcla entre algodón y flores que resultaba relajante al punto de dormirme abrazando su almohada con la fotografía que le había dado mi padre. (…) Niña No creí que sería tan difícil lidiar con los Oz, pero ya me estaba cansando de llamar a Travis quien no se inmutaba desde hacía media hora que había ingresado con su almuerzo, para colmo, el muy sinvergüenza estuvo revisando mis cosas como todos los demás. No comprendo qué tienen en esta familia que quieren saberlo todo de mí, pero si tanto es su afán por descubrir algo mío, entonces lo mismo haré con ellos, mientras tanto, me enfocaré en ocultar bien a Travis de Livi, supongo que no debe ser difícil considerando que ella está ocupada con ese profesor de la escuela que vino a visitarla y Trav sigue dormido como un tronco. —Te pareces mucho a Oz cuando duerme… —susurré al acercarme a la cama y corrí un mechón que cubría sus párpados—. Tienes muy largo el cabello, petirrojo —se removió respirando profundo mi almohada quedando con una sonrisa infantil. ¿Será que le gusta que le digan así? Ya que Livi saldría a comprar la despensa con ese hombre y no llegaría hasta la noche junto a mis hermanos, quise aprovecharme de Travis, pero no sin antes asegurar la puerta por prevención, entonces, con el cuerpo temblándome un poco, me acosté junto a él repasando su rostro con un dedo y su brazo me rodeó alertándome, pero antes de que reaccionara me di cuenta de que seguía dormido. —Oz tenía razón al decir que eres de sueño pesado…, petirrojo —de nuevo sonrió acercándome más a él—. Travis, ¿eres el petirrojo de Oz? —P-Papá… —su adormilada voz parecía responderme, aunque quizás sería parte de algún sueño que estaba teniendo con su padre. —Travis… ¿serías mi petirrojo? —mordí mi labio con fuerza al no saber qué esperar y para colmo él no reaccionaba ni decía nada, entonces decidí cambiar la frase al recordar lo que le dice Oz cuando duerme—. Descansa, mi pequeño petirrojo —esta vez se removió buscando mi cuello donde acomodó su cabeza y aspiró profundo aferrándose de mi cuerpo. No entendía qué pasaba por el subconsciente de él, pero ese gesto hizo que mi corazón se acelerara demasiado, es igual a cuando me pasa con Oz y al mismo tiempo se siente diferente, así que quise ir poco más lejos al encontrarse dormido y enredé mis dedos en su cabello acariciándolo igual que a su padre. Su cuerpo se relajaba con cada caricia, pero yo seguía confundida por lo que él había desprendido en mí, así como también me preguntaba qué lo había impulsado a cometer la locura de viajar desde tan lejos. En ese momento recordé la conversación que tuve con Xun, él dijo que era el guardián de Travis y ya había escuchado de mí, pero quería saber si yo en verdad era capaz de lastimar al hijo de Oz aun cuando él era un buen muchacho, no le deseaba el mal a nadie y solo quería lo mejor para su familia y amigos, yo en cambio era su antítesis, era la contraparte que jamás encajaría en su vida y solo le causaría daño, entonces le pregunté si él nunca se lo haría, si desde el primer día que lo conoció le había importado tanto Travis o solo era un aparecido más en su vida. Xun no supo responderme e intentó evadir la respuesta con excusas, ahí comprendí que lo único que quería de mí era saber si yo representaba un peligro en la vida de Trav, así que me sinceré diciéndole que sí, que podía asesinarlo si él daba un paso en falso, pero no lo hacía porque le deseara la muerte, sino que tenía miedo de las sombras que me lastimaron. Después le pregunté (al quedarse en silencio) si él no tenía sombras en su vida y solo contestó: “Por las sombras de mi vida estoy con él y ahora le debo las gracias a esas mismas sombras porque pude conocer a un joven que me devolvió la esperanza”. Ahí comprendí que Travis era importante no solo para su familia, sino también para otras personas alrededor del mundo que darían todo por él, pero yo… ¿Qué estaba dispuesta a hacer por él realmente? ¿Solo lo protegería por ser el hijo de Oz y Livi o había otra razón que todavía no comprendía?
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