Travis (12 años)
—¡AHÍ ESTÁ!
Corrí por el extenso pasillo e ingresé por una puerta sin darme cuenta de que era el baño, quise salir por la ventana, pero Gharbi y sus amigos fueron más rápidos logrando sujetarme del uniforme hasta rasgarlo, me arrojaron al suelo y entre los cuatro me patearon, siendo Gharbi quien lo hacía con más fuerza en mi cabeza y espalda.
—¡Allá, rápido! —gritó él.
Entre todos me arrastraron hasta uno de los retretes donde me ahogaron y golpearon repetidas veces hasta que se aburrieron, después salieron tras decirme algunos insultos mientras se reían como si nada dejándome tirado en el cubículo con el olor a sangre y mierda en el rostro.
Llevaba poco más de un año viviendo este infierno desde que llegué a Royal y hoy, así como he hecho desde hace meses, vuelvo a ver en el espejo mi labio partido y una enorme marca morada en mi rostro que está inflamado y con algunas laceraciones producto de los múltiples golpes que no me permiten ver bien del lado izquierdo, incluso llorar duele demasiado. Todo lo que siento al comer o tragar saliva es mi sangre. Mi espalda, pecho, estómago y extremidades están también con moretones y raspaduras que me dificultan dormir cada noche, pero igual tengo que levantarme aunque duela y arrastrarme por los medievales pasillos de esta institución.
Hace poco estuve en la oficina del consejero porque creyeron que yo provoqué una pelea, razón por la cual ellos hoy decidieron darme esta paliza. Nadie me escuchó al comienzo cuando me quejé y por ese motivo ya no he vuelto a insistir a la escuela, ¿para qué si nadie me cree ni me escucha? Es inútil, es imposible y lo peor es que tampoco puedo quejarme con mis padres por culpa de él, Gharbi, el líder de la banda de matones que atormenta a todos siendo yo su mayor deleite.
Recuerdo que hace unas semanas un chico que se acercó a entregarme un libro que me habían arrojado al basurero me preguntó cómo estaba, pero lo único que salió de mi boca fue preguntarle por qué me golpeaban, entonces él contestó que, según había escuchado, lo hacían porque mi madre era negra y por ende no era mi verdadera madre, así que no tenía por qué estar orgulloso de eso ni mucho menos llamarla de esa forma, también esparcieron el falso rumor de que mi padre era un loco muy peligroso salido de algún manicomio y yo un idiota que seguía usando pañales, además, por ser su hijo, el doctor Walken venía a asegurarse de que la locura de mi padre no se contagiara a otros en el instituto, siendo este el motivo por el que muy seguramente me habían abandonado aquí al no querer lidiar más con un estorbo como yo.
Todo eso me dolió porque jamás he visto a mi familia de esa forma, mucho menos he pensado las cosas horribles que me dicen de ellos, pero quizás en parte tenían razón al decir que mis padres sí me habían abandonado en este lugar porque era un estorbo y no querían decírmelo, quizás hice algo malo que los enojó demasiado, pero… ¿Qué pude haber hecho? ¿No era más fácil decírmelo en vez de dejarme en este lugar con esos chicos que no hacen más que golpearme?
—No puedo más, ya no soporto más… —murmuré entre lágrimas cayendo de rodillas aun cuando mi cuerpo dolía.
(…)
Primavera
Le mentí a mis padres diciéndoles que no iría a casa para las vacaciones de invierno y tampoco a estas porque tenía mucho por hacer, aunque en realidad lo único que he hecho es dormir y llorar en lo que sanaban mis heridas creyendo que al fin tendría un descanso de esos matones, pero parece que alguien me odia mucho en el cielo para hacer que justo Gharbi, de entre todo su grupo, terminara quedándose en el internado conmigo y otros pocos estudiantes, así que debía estar atento a donde fuese para no encontrármelo, también llevaba comida a escondidas a la habitación para salir lo menos posible, pero odiaba tener que hacerlo porque no sabía cuándo aparecería y hoy por desgracia se había terminado toda mi reserva.
—¡OZ! ¡NI CREAS QUE TE VAS A ESCAPAR!
Su grito me petrificó, apenas pude levantar la cabeza con el mayor miedo del mundo y al verlo venir como un toro, salí disparado tan rápido como el cuerpo me dio, pero no pude ir muy lejos al tropezar con un escalón cuando iba a desviarme por el jardín, momento en que él me alcanzó llegando a empujarme. Salí rodando por la colina chocando con un árbol, no era lejos de ahí hasta la puerta, pero con mi cuerpo lastimado el dolor fue insoportable, aunque no más insoportable que la patada que recibí en la cara seguida de otras más en el estómago.
—¿¡Creíste que te escaparías de mí, Oz!? ¡NUNCA! —se colocó sobre mi magullado cuerpo golpeándome con los puños en lo que yo intentaba cubrirme con los brazos tanto como me era posible.
No sé cómo lo hice, pero en mi desesperación logré quitármelo de encima entre patadas haciendo que se golpeara contra el árbol que me había frenado, él se quejaba, pero sé que su dolor no es tan fuerte como el mío, es imposible que lo sea.
—¿P-Por qué lo haces, Gharbi? —mi boca habló sin permiso en un intento por comprender— ¿Por qué siempre me golpeas y dices esas cosas de mi familia si no te hice nada?
—¿Por qué?… Porque te odio, Oz, te odio con todo mi ser —en cada palabra podía sentir cómo rechinaban sus dientes de la furia.
—¿P-Por qué?
Me dolía moverme, pero eso no evitó que levantara el rostro logrando verlo con dificultad por el ojo derecho mientras el izquierdo me palpitaba como si quisiera explotar.
—Porque tú tienes lo que yo no tengo… ¡Eres una basura y aun así ellos están contigo! —gritó colérico dejándome anonadado—. Ellos vienen a verte, eres muy feliz, pero no volverás a serlo nunca más y yo mismo me aseguraré de eso.
Había mucho odio en su voz y la forma de mirarme daba miedo, mucho miedo; sin embargo, me quedé pensando en su respuesta y caí en cuenta a qué se refería.
Cuando recién llegué había otros estudiantes con sus padres haciendo el recorrido, entonces nos tropezamos con él y su familia, nuestros padres hablaron muy bien e incluso rieron, mamá me abrazaba con mucho amor y fue al darme un beso en la frente que él me dio esa primera mirada de odio, mientras tanto, sus padres se la pasaban repitiendo que Gharbi era rebelde y lo habían traído aquí para que recibiera una buena educación, pero no lo abrazaban o besaban, ni siquiera tomaban su mano.
Asimismo, cada vez que los padres debían asistir, los de él y otros compañeros no venían, en cambio los míos sí o en su defecto lo hacía Walken cuando ellos estaban demasiado ocupados trabajando, pero siempre había alguien conmigo haciéndome feliz o al menos así fue durante el primer semestre, pues ellos me dieron la noticia de que se irían a Nueva York. A partir de ahí comenzó mi calvario ya que Gharbi los escuchó llegando a sonreírme con una maldad nunca antes vista, lo demás desde entonces fue una rutina de tortura y horror entre sus manos.
—¿M-Me odias… solo porque era feliz con mis padres? —cuestioné choqueado al no poder creerlo y me levanté tomando impulso igual que él—. ¿Eso es todo, Gharbi? ¿Es tu único motivo para hacer lo que haces?
—No lo mereces, basura. ¡No mereces ser feliz! —gritó enojado con su respiración agitada.
—¿Y por qué no?… ¿No será más bien que tú eres al que sus padres desprecian y por eso te abandonaron aquí mientras ellos viven felices sin ti? —algo oscuro comenzó a hablar por mí, algo que burbujeaba desde lo más profundo de mi corazón—. ¿No será que la verdadera basura eres tú porque solo causas problemas y crees que haciendo daño a otros conseguirás su atención?
—Cállate… ¡CÁLLATE!
Una especie de visión pasó frente a mí, fue una milésima de segundo, pero se sintió muy real. Era la silueta de mi padre, estaba rodeada por un humo negruzco igual que su mirada que ya no era azul, sino que era oscura, era odio, uno más grande al que Gharbi sentía por mí y ese mismo odio me recorrió dándome una fuerza que nunca antes había sentido permitiéndome erguirme por completo, casi como si aceptara el dolor de una buena forma pudiendo darle frente por primera vez.
—Adelante, Gharbi. ¿No es esto lo que quieres? ¿No es a mí a quien deseas golpear?
—Claro que sí y te aseguro que nadie te salvará esta vez.
—Entonces hazlo —toda sensación de afecto o cariño se desvaneció siendo reemplazada por algo más sombrío—, pero cuando llegue mi turno, me aseguraré de hacer algo tan malo que tus padres tendrán que venir por ti al igual que los padres de tus amigos, y nunca, escúchame muy bien —le apunté firme con un dedo en lo que mi voz se tornaba más tenebrosa—, nunca olvidarás lo que te haré.
—Te destrozaré, Oz —masculló enardecido.
—Vamos, Gharbi —sonriente, extendí mi brazo y recogí mis dedos en una señal de ven provocándolo más—, ven a buscar lo que quieres, esta vez seré todo tuyo.
Ese infeliz no lo pensó dos veces, sino que dio un grito y se lanzó sobre mi cuerpo dispuesto a acabar conmigo, pero esta vez no pude sentir nada dentro o fuera de este maltrecho ser, no había dolor, no había penas que valieran, no había un mañana para mí al ser destrozado golpe a golpe por él mientras esperaba paciente lo que se vendría sin importar cuánto tiempo debiese esperar, pues como bien dicen, la venganza es un plato que se sirve frío y por mis venas ya no corre el calor que recibí alguna vez de mi familia, sino que esos días llenos de felicidad quedaron muy lejos.