23. DE PICARDÍAS Y EMOCIONES

2094 Words
El tiempo transcurrió llegando el gran día donde ella se quedaría en casa de mi padre, no hicimos nada en particular, aunque al menos la convivencia era llevadera pese a estar cada uno sumergido en su propio mundo. A veces me gustaba pensar que mi padre y yo compartíamos la misma inquietud de cómo nos iría al tenerla solo con nosotros fuera del radar de mi madre, mi tío y hermanos. De pronto todo pensamiento se disipó en cuanto el ascensor se abrió y salí de mi recámara saludando a mi madre y mi tío, aunque ella se encontraba absorta por la increíble vista del balcón. parecía tan utópica, que por un instante me pareció estar dentro de un sueño, entonces mi padre salió a saludar dándose otro momento entre ese par que me dejó confundido, solo que esta vez no sentía celos en la misma medida, pero por extraño que parezca, anhelaba que los dos me vieran con la misma profundidad, aunque de no ser porque se trataba de una niña, casi podría decir que era como encontrarme abandonado por mis padres. No obstante, por mucho que imaginé mil escenarios con ella, la primera noche pasó desapercibida para los tres, me costó trabajo dormir al tenerla tan cerca y al mismo tiempo tan lejos, así que decidí hacer el desayuno en la mañana comprándoles algo especial, solo que no sabía qué le gustaría, así que me alisté con algo rápido y fui a la recámara de mi padre creyendo que quizás él podría conocer mejor sus gustos, pero nada me preparó para lo que encontré quedando en silencio y con el ceño fruncido ante la desconcertante escena frente a mí, pues ella yacía en su cama y la ropa de ambos en el suelo mientras mi padre se encontraba con una parsimonia que no le quitaba nadie. Apenas pude hablar hasta que ella me ordenó tajante retirarme de la habitación bloqueando todo raciocinio en mí y salí lo antes posible procesando lo ocurrido, y aunque en parte me traumaba la escena, fue imposible no darme cuenta de algo que jamás había visto en ellos, o bueno, más en él que en ella y era que mi padre nunca había dormido con nadie que no fuese de la familia, ni siquiera lo hizo con Mik, tan solo se escabullía en sus sábanas y sé que es así por la ropa de calle que dejaba en el suelo, o porque en otras ocasiones durmió conmigo pasándose después a la cama de ella para hacer su teatro, pero esta vez durmió con esa pequeña, una completa extraña. —Tal vez… no, no es un tal vez, es un hecho —me detuve a mitad de camino levantando la vista hacia lo alto del edificio—, esa niña sí lo es todo para él y sería mi competencia directa si él se atreve a adoptarla, pero… No podía sacarlo del pecho, la espina era tan pequeña y se clavó tan profundo que me era imposible retirarla al darme cuenta de que esa chiquilla también me importaba, pero ¿qué significaba en mi vida? ¿Era otra hermana? ¿Una amiga? ¿Una niña “indefensa” que quería proteger? Parecía que cada respuesta traía más preguntas y convivir con ellos sería el único medio para resolver todas y cada una de las incógnitas en su debido tiempo por mucho que lo deteste. (…) Si bien no quise ser la discordia durante la estadía, consideré una mejor opción mantener este rol para saber cómo se desenvolverían ellos, sabía que era una espada de doble filo y terminaría arrepentido, pero al final valdría la pena… o eso espero. —No puedo creer que te atrevas a meter en tu cama a una niña de ocho años —comenté con falso horror. —Es increíble lo que diré, pero solo dormimos, no tuvimos sexo —contestó a la defensiva. —Y no sé ni qué pensar de esa frase dadas las circunstancias. —No seas envidioso, Travis, si querías dormir conmigo solo tenías que decirlo —intervino ella con total desvergüenza dejándonos estupefactos—. Oz, podríamos sacar los colchones a la sala y dormir los tres, así Travis no sentirá que lo dejamos de lado —pero ¿qué rayos…? —Oye, yo nun… —De acuerdo —me interrumpió mi padre—, pero no sacaremos los colchones eso implicaría más esfuerzo, es mejor usar colchonetas individuales, buscaré algunas en lo que ustedes organizan la casa. —¿Qué? Pero, papá… —Travis, ayúdale con lo más pesado y no olvides las reglas con ella, no quiero que te aproveches solo porque nos viste juntos esta mañana. —Pero… —Me parece bien —intervino ella—, entonces lavaré los platos en lo que Travis organiza y no olvides traer algo para el almuerzo que Livi no mandó tanto. —Esperen… —No te preocupes, me ocuparé de eso y también traeré algo para endulzar la tarde. —¡¿Será que pueden escucharme?! —grité eufórico levantándome en el acto. —No tienes que gritarnos, Travis, basta con hablar —¡esa chiquilla es la viva copia descarada y jocosa de mi padre! Decidí darle una pausa a mi actuación pues esos dos me superaron en segundos al sacarme al final de mis casillas y me enfoqué en tener un día más ameno con ellos, así que almorzamos, organizamos y en la tarde vi televisión en la sala para distraerme, entonces ella llegó al igual que mi padre preguntándole sobre algo de medicina tras ver un programa criminal, al comienzo me hice el desentendido, pero poco a poco intervine al no cuadrarme algunas cosas que ellos decían y terminé interviniendo al punto de sumergirme en la conversación, mas fue la entusiasta explicación de mi padre lo que me tenía emocionado. Se notaba cuánto le apasionaba su carrera y lo mucho que se esforzaba generándome una profunda admiración. Deseé tanto saber de medicina en aquel momento para comprender algunos términos y hablar con mayor propiedad, quizás al volver podría tomar un curso o algo por el estilo y preguntarle después sobre lo aprendido, así como también podría hablarle del tema a Walken para que me instruya… Sí, quizás sea mejor contar con él al ser más cercano y las charlas que tenemos siempre son geniales. (…) Al final todo terminó mejor de lo que pensé y la descabellada idea del par de lunáticos resultó agradable al dormirme mientras veíamos una película, el tener a mi padre cerca volvía a darme tranquilidad y aunque fuese a unos metros, tenerla a ella también me permitió dormir sin inconvenientes, hasta tuve un sueño increíble que mejoró en gran medida al evocar la cena de año nuevo con Mik y el increíble beso que nos dimos. Dentro de poco volveré para que hablemos al respecto, no quiero arruinar nuestra amistad por una calentura, así como tampoco quiero equivocarme si llego a escogerla. Sin embargo, y dejando el tema de lado, no todo podía ser perfecto y un frío que me atravesó la pierna me despertó en un gran momento, lo que era extraño ya que la sudadera que tenía abrigaba bastante, pero he ahí el detalle: “TENÍA” es la palabra clave. —¿¡Se puede saber qué pasó anoche!? —vociferé eufórico recordando las bromitas de mi padre en Londres—, porque no recuerdo haberme alcoholizado para terminar desnudo Ellos despertaron disgustados por el grito, pero nada, absolutamente nada me preparó para la desfachatez de ambos al estirarse como si nada evidenciando su desnudez, en parte me petrificó al ver sus cicatrices, pero volví rápidamente a mi papel de indignado. —¿Qué rayos tienen en la cabeza? ¿Cómo se les ocurrió hacer semejante cosa, y peor, arrastrarme en contra de mi voluntad a sus locuras mientras dormía? —Eres muy hipócrita, Travis, duermes desnudo igual que nosotros, pero al estar contigo durmiendo de la misma forma no haces más que señalarnos como si fuésemos unos pervertidos —atacó ella sin mesura. —¿Y no lo son? —Lo somos al igual que tú, ¿o me vas a decir que eso es solo el reflejo de las mañanas?, porque según recuerdo, en la madrugada gemías y te tocabas mientras dormías —ella señaló mi erección involuntaria la cual intenté cubrir, pero lo otro no tenía sentido. —Claro que no, jamás haría algo así. —Qué bueno que lo digas —ella le arrojó a mi padre una fotografía que tenía bajo su almohada poniéndome nervioso. —Eres un pervertido, ni siquiera te importa que esté ella para hacer estas cosas. Él me entrego la foto mientras la sangre se vaciaba en mi rostro de la jodida vergüenza que tenía al corroborar sus palabras, así que la rompí en muchas partes arrojándola al suelo, fui directo al baño sin decir una palabra más y dejé la cobija a un lado observando mi reflejo mientras me perdía en el recuerdo de sus rostros. —Es el colmo que esos dos hagan semejante locura y me arrastren con ellos, aunque... nunca lo había visto tan feliz como en estos dos días —murmuré en mitad de un mar de sentimientos encontrados que calmé con una ducha fría. Tras arreglarme les ayudé a organizar la sala y empaqué lo último que me hacía falta con la sensación de vacío en mi pecho al no querer irme todavía, pues a pesar de lo ocurrido me alegraba tenerlos conmigo y más que me hicieran parte de sus juegos, aunque a veces cruzaran el límite. No sé qué tenía ella con exactitud, pero en su fría personalidad me generaba una calidez inusual que me hacía desear tenerla más tiempo a mi lado. —¿Te aseguraste de no olvidar nada? —preguntó ella tras acomodarse a mi lado en el balcón disfrutando del panorama. —Sí, ya tengo todo listo, igual no traje demasiado. —¿Cuándo volverás? —No sé, por ahora lo más seguro es para las vacaciones de mitad de año. ¿Por qué? ¿Me extrañarás? Solté el comentario en broma, pero ella al observarme me dejó confundido, es como si hubiese algo que no puedo descifrar aún, pero me generaba cierta tristeza. ¿Quizás sí me extrañaría? No, es una locura siquiera pensarlo… Creo que estar tanto tiempo con ellos ya me hace pensar incoherencias. —Iré con ustedes al aeropuerto —dijo muy decidida tras un silencioso tiempo sorprendiéndome por completo. —Pero ese lugar está lleno de gente. —Lo sé, pero igual iré. Quiso salir del balcón sin importarle mi opinión, aunque la verdad tampoco sabía qué decir, lo que sí sé es que esas palabras me hicieron feliz. —¡Oye! —se detuvo ladeando su rostro—. Gracias —la pequeña intrusa atravesó mi alma como un disparo, pero no aniquilándome, sino haciéndome más feliz. Espero algún día poder acercarme a ella y no solo en lo físico, sino también como un apoyo, como un hermano, entretanto, debía conformarme con tenerla a unos pocos metros mientras íbamos al aeropuerto, seguía sin creerme que estuviese conmigo a sabiendas de lo que pasaría, pero tampoco la detuve, solo aprecié en silencio cómo quedó estática al bajar del auto, se le notaba muy incómoda y no hacía más que observar a su alrededor como si algo la acechara, así que debí estar pendiente por si tenía un ataque de ansiedad o algo similar. —Sé que estás haciendo un esfuerzo muy grande y te agradezco por venir —dije suave obteniendo su atención. —No hay problema, nos veremos después. —Así será, llámame si necesitas algo, mamá tiene el número del lugar y sabe los horarios —asintió taciturna, mas un casto sonrojo pintó sus pómulos acelerando mi pulso en la más inmensa felicidad—. Cuídala, papá, y tú también cuídate por favor —lo muy fuerte abracé llevándome su colonia, su calor, su cariño que tanta falta me hace. —Cuídate, mi pequeño, no hagas travesuras sin mí —asentí tomando mis cosas. —Me iré solo desde aquí, mejor llévala a casa para que no se sienta más incómoda de lo que ya está —la detallé una última vez imaginando el abrazo que no tendría hoy, pero sí su cercanía—. Gracias otra vez por acompañarme, chiquita, cuídense y gracias a ambos por todo. Sí, este era el mejor retrato que podía llevarme de ellos.
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