Travis
Desperté con algo acolchado entre mis brazos, había descansado plácidamente, pero fue al mover mi pierna que algo no encajaba, o más bien, sí lo hacía, pero no tenía sentido, entonces abrí los ojos encontrando a Mik aún dormida, pero eso no era lo peor, sino que mi mano estaba bajo su camiseta y su cadera pegada a la mía, o mejor dicho, su trasero estaba anclado en mi levantada entrepierna dejándome en una situación demasiado incómoda de la que no sabía cómo salir.
Si tan solo hubiese ido a mi cama en cuanto di el primer bostezo, nada de esto estaría ocurriéndome, ahora no sabía si lo peor era que ella despertase encontrándome así, o que Reinold apareciera de la nada hallándonos en esta situación tan problemática, una que parecía crecer al ella moverse rozándome de forma exquisita.
Hice un esfuerzo sobre humano para mantener el foco y con mucho cuidado intenté retirar mi mano de su cálido pecho, pero ella me aprisionó con su brazo volviendo a pegarme y no solo eso, sino que su pezón hizo fricción en la palma empeorando mi situación en el sur, así que respiré profundo intentándolo de nuevo y aunque la señorita caprichosa Lawless no me lo hizo fácil, pude liberar mi mano dejándole un cojín para proceder con la segunda parte que era levantarme, pero como dije, estaba anclado a ella y el que ninguno tuviese ropa interior lo hacía catastrófico en muchos sentidos, así que, retomando mi concentración, levanté el cobertor buscando la manera de zafarme, obvio el primer movimiento fue retirarme, pero ella tenía que complicarlo el triple al inclinarse más hacia mí ¡y sobra decir qué fue lo que me pasó!
De la frustración quise ahorcarla, pero volví a calmarme e intenté algo más atrevido siendo lo único que se me ocurrió. Coloqué mi mano en el perfil de su cadera y cuidando de no sobrepasarme al agarrarla en el glúteo con la punta de los dedos, separé esa tortuosa división en la que me tenía prisionero. Fui lento creyendo que sería lo mejor, pero solo conseguí para mi desgracia que se moviera de nuevo, así que cambié de estrategia, debía ser rápido y levanté mucho más logrando salir del todo, por desgracia esto alertó a Mik quien medio despertó hasta que siseé suavecito en su oído y volvió a caer dormida en lo que yo salí disparado al baño.
—Esto es una pesadilla —susurré frustrado desvistiéndome y retomé mi patética entrada a la ducha repitiendo las acciones del viernes en la noche.
Ya más calmado, descargado y con las cabezas frías, me vestí por completo enfocándome en ella al revisar su temperatura, lucía mucho mejor, así que salí por el desayuno en lo que dejaba un mensaje a Reinold informándole que ella ya no tenía fiebre. Esta vez quise tomarme mi tiempo para despejarme del rush emocional que viví por y con Mik, así como también intentaba comprender por qué se encontraba aquí haciéndose pasar por un chico, mil preguntas acompañaron mi café durante esa media hora, pero al no obtener una respuesta lógica, volví a la habitación con el desayuno encontrándola ya bañada, vestida y acomodando sus libros y cuadernos en el escritorio.
—¿Qué haces?
—Tengo tareas pendientes —contestó con la misma actitud indiferente de siempre.
—Debes descansar.
—Estoy bien, no hace falta —dejé las bolsas en su escritorio impidiéndole continuar, pero extrañamente ella no se atrevió a darme la cara.
—¿Qué? ¿Ahora actuaremos como desconocidos?
—N-No es eso…
—¿Qué ocurre, Mik? Si es por tu secreto…
—No puedo continuar aquí ahora que lo sabes, por eso debo estudiar mucho para cuando haga el examen de admisión en otra escuela y así me permitan mantener mi curso —mi corazón se detuvo quedando frío por la noticia.
—¿De qué hablas? Mik, si hice algo malo, dímelo —aunque yo sabía lo que había hecho, pero no soy tan tonto para exponerme fácil.
—Travis —me encaró con firmeza y a la vez nerviosismo—, disculpa por actuar como una tonta, a veces me pasa cuando estoy enferma y jamás debiste ver eso, no imaginas la vergüenza que me da, pero te agradezco por cuidarme.
—Tranquila, lo hice porque somos amigos y entre amigos nos apoyamos, pero no por eso debes irte, tú…
—Igual no puedo quedarme.
Miedo, eso sentía al saber que podía perderla, pues al parecer y sin percatarme de ello, en estos meses ella se convirtió en un gran amigo para mí y que mi madre y Walken le tuviesen tanta estima significaba demasiado.
—Escucha, no sé qué circunstancias te trajeron a Harrow, pero guardaré el secreto si es lo que necesitas con tal de que cumplas tus objetivos, aunque sería importante que pensáramos en alguna forma de evitar que te descubran y… —ella calló mi acelerado discurso al sostener mi mano.
—Gracias por cuidarme, por no aprovecharte de mí aun cuando hice el ridículo y también por guardar mi secreto —sonaba tanto a una despedida que me sentí abandonado.
—Mik, no creas que por ser mujer cambiará mi trato contigo, es decir, solo hay que mantener el foco en tu situación, pero me gustaría que terminásemos la escuela juntos, igual no falta mucho.
—Será difícil y podrías meterte en problemas.
—Por una buena amiga vale la pena, solo evita enfermarte otra vez y hazme caso cuando te digo que descanses. Ve que lidiar con una niña caprichosa es difícil y más con Reinold al acecho —reímos aliviados recibiendo un cálido abrazo de ella que me regresó el alma al cuerpo.
—¿Eso quiere decir que no volverás a estar desnudo cuando yo esté?
—B-Bueno… y-yo… —mis nervios por la vergüenza de esos momentos me llevaron al límite—, en mi defensa no sabía que eras una chica, en verdad actuaste muy bien como chico y…
—Y no parezco una por mi cuerpo.
—Y-Yo no diría lo mismo… —se separó dejándome más nervioso por su inquisitivo semblante, así que me aparté un poco evitando encararla—. ¿Por qué mejor no desayunamos? Debes tener hambre.
—Travis…
—Es importante que te alimentes bien y no olvides la medicación.
—Travis…
—Por cierto, no necesitas limpiar la habitación, ya lo hice por los dos y…
—¡Travis!
—¡¿Q-Qué?! —me abrazó fuerte dejándome confundido.
—Hagamos de cuenta que este fin de semana no existió para nosotros excepto porque ya sabes mi secreto, trátame como siempre que yo haré lo mismo y sé más cuidadoso a la hora de cambiarte.
—Mejor asignemos horarios, así evitamos encuentros embarazosos.
—Hecho —me soltó quedando tranquila—. Entonces, ¿amigos?
—Solo si me permites decirte una cosa más antes de hacer borrón y cuenta nueva.
—Claro —sus oscuros ojos rasgados se clavaron en mí, tragué nervioso y respiré profundo.
—No sé si te afecta el tamaño de tus senos como a otras chicas, pero no deberías porque eres una mujer increíble en todos los aspectos y cuando digo en todos, es en todos. Ahora sí seamos amigos y olvidemos el fin de semana.
No sé cuál de los dos quedó más rojo, pero después de eso no volvimos a tocar el tema excepto para contarme su situación real, planeamos cómo proceder ahora que sabía su secreto y nos acercamos mucho más que antes siendo grandes amigos, pero solo amigos, porque ni loco me meto con ella a no ser que quiera terminar castrado y en prisión.
(…)
Una semana después – Navidad
Oz
Creí que las cosas en noviembre habían terminado bien para mi pequeño y por fin dejaría atrás sus inseguridades por lo ocurrido en Nueva York, pero en cuanto Livi recibió una llamada hace unos días de él informándole que no pasaría navidad con la familia, me dejó bastante inquieto, no para preocuparme, pero sí para querer conocer el motivo de su decisión, así que tomé un vuelo en secreto y me dirigí al internado a sabiendas de que se encontraba en los dormitorios, para mi suerte él no me vio llegar, pero yo sí lo encontré caminando por el pasillo cuando se dirigía a la habitación con dos almuerzos despertando más mi curiosidad.
Continué el camino preparando un cigarrillo y el encendedor, escuché unas risas al otro lado de la puerta y noté su sombra alejarse en dirección al baño, entonces abrí sigiloso e ingresé encontrando a alguien con ropa de hombre, pero a mí no me engañan tan fácil, el cuerpo de una mujer lo reconocería a kilómetros y el de esta virginal belleza asiática no era la excepción, en especial ese trasero que me hizo ladear la cabeza con una perversa sonrisa solo de imaginarla.
—Vaya, vaya…
El respingo de la asustadiza ratoncita fue exquisito y más su semblante, aunque mi hijo no tardó en salir sorprendiéndose al verse descubiertos, pues no me molesté en ocultar mi perverso semblante.
—P-Papá, ¿q-qué haces aquí?
—Ahora entiendo por qué mi pequeño no fue a casa.
Parece que las cosas están bastante movidas en Londres, quizás pueda divertirme un poco con ellos antes de volver con mi pequeña luna a Nueva York.