Amanecía un día más, un día que sería monótono y común para gran parte de la población, pero no para Sarah. Sentía una ansiedad creciente a cada minuto, apenas podía dormir y a cada ruido que escuchaba, se sobresaltaba con miedo, mirando ansiosa hasta asegurarse que no había nada. Habían pasado tres días desde que fue rescatada, pero el tiempo no hacía más que agrandar su estrés y pánico. Cuando llegó a casa acompañada por el inspector, su abuela no dejó de llorar agradecida durante cerca de una hora. El inspector Grey le contó que Enzo pagó el rescate, y que seguirán investigando en busca de los culpables, pero aún no había noticias de ninguna detención o la más mínima información que hiciera que Sarah no se preocupara o tuviera el miedo de que volvieran a por ella. Durante esos días