Wailani Acaricio la pequeña y rosada cicatriz en la parte baja del cuello, ante el reflejo que el espejo me ofrece. La observo detenidamente, aquella maldita herida me había marcado como una “sobreviviente” del cáncer, una terrible enfermedad que probablemente continuaba ahí, esperando el momento para consumirme la vida. Una pequeña sonrisa se abre paso en mis labios mientras me encojo levemente de hombros, ya hacía mucho tiempo que no me detenía a pensar en ello, pues si lo hacía, estaba segura de que moriría mucho antes del tiempo. Observo mi aspecto recordando cómo me veía antes de ser diagnosticada, aquel abundante y enmarañado cabello, solía ser tan manejable… cosa que cambió después de que lo perdí a causa de las quimioterapias. Cuando volvió a nacer, lo hizo de la forma en que le