CAPÍTULO QUINCE Como ya había oído hablar de los dos asesinatos más recientes, la psicóloga de la policía se mostró encantada con la idea de reunirse con Mackenzie y Ellington. Se ofreció a quedar con ellos para una cena tardía sobre las ocho de la tarde, lo que hizo que Mackenzie y Ellington se apresuraran a regresar a su hotel. A Mackenzie le encantaba viajar, pero lo que no le gustaba nada sobre ello era la sensación de estancamiento que a veces sentía después. Mientras Ellington comprobaba su email y respondía una llamada del ayudante Rising, Mackenzie se metió a la ducha. Mientras se lavaba, no podía quitarse de la mente los ojos del detective Hall. También vio claramente el interior de ese último almacén decrépito y como todo se había ido por la borda y algo al respecto le hizo sen