4. Luna

2186 Words
La universidad puede ser uno de los mejores lugares del mundo o el peor, depende de cómo queramos verlo cada uno, yo estaba acostumbrada a estudiar, pasar tiempo con mis amigas e ir a una que otra fiesta de la universidad, aunque prefería más ir algunos de los bares bailables de mi familia, gente nueva, diferente, desconocidos, nadie que pudiera decirle al mundo que tan ebria estabas la noche anterior, esa era la mejor parte. Podría decirse que mi vida era tranquila, hasta hace un año me encontraba en una relación de mierda, con un sujeto más mierda, no porque quisiera, fue una de esas malditas ideas de padres, donde al conocer a un socio y su familia encantadora de alta sociedad, con modales acordes a lo que ellos querían, le dio a mi padre y madre la magnífica idea de que ambos hijos salieran. Al principio no fue mal, Patrick no es un chico feo, su cabello rubio siempre estaba medio despeinado y con aire desenfadado, sus ojos al igual que los míos eran de un turquesa tan claro como el agua, llevaba siempre una barba bien recortada y tenía el cuerpo tallado a mano, abdomen plano, con todos los cuadrados que debía tener, carismático, social y romántico. Los primeros meses todo fue flores, me llevaba al cine, preparaba citas románticas, cajas de bombones y docenas de rosas llegaban a diario junto con frases románticas que ahora que lo pienso seguro salieron de Google, eso era Patrick y mi padre estaba fascinado con él en todos los aspectos. Para el gran Jerry Wembley, Patrick era el yerno perfecto y en un punto yo también lo creía, hasta que todo cambio. Después de que obtuvo lo que quería, de engatusarme y enamorarme, de quitarme lo más preciado que puede tener una mujer, cambio rotundamente, comenzó a salir, venía algunas noches para follar y ya, pero se topó con una pared, yo no era la típica chica boba, no me dejaba pisotear, no me interesaba ser un adorno en la vida de nadie, o era todo, o no era nada, fue cuando decidí que lo dejaría de lado, no deje que me tocara un solo pelo más, no me quedaba sola y no salía con la excusa de la universidad, fue cuando su agresividad apareció. Su primer exabrupto fue un grito, el simplemente de desquicio porque le dije que no quería ir a cenar a su casa. Estrello un vaso contra el suelo y me grito, en ese momento no había nadie cerca, cuando los guardias llegaron, solo fingió que se me cayó a mí y yo todavía impactada, me quede en silencio, mientras el fingía revisar mi cuerpo en busca de alguna herida. Luego solo siguió, cuando estábamos solos, me tiraba el cabello, apretaba mi brazo en épocas de frio o simplemente me amenazaba con conocerlo en verdad, a ese punto no sabía que hacer, mi padre no quería escuchar, decía que no estaba poniendo de mí para hacer que las cosas funcionen, cuando él era amoroso y cariñoso conmigo, estaba ciego, todos lo estaban, entonces llego aquella noche, dónde un completo desconocido salió a mi rescate, donde quedó en evidencia su maltrato cuando llego desquiciado al club porque salí sin él y su permiso. Ben Pride, me salvo de mi tormento, mi padre no tuvo de otra, los guardias fueron claros, él agredió a su hija y el hijo de los Hamilton la ayudo, el chico le dio su merecido, mi padre trato de contactarlo, agradecerle por cuidar a su tesoro, hipócrita, lo sé, pero según él jamás dije nada, de haber hablado la situación seria otra, sí claro. Mi casa estaba ubicada en uno de los lugares más prestigiosos de la ciudad, un Barrio privado lleno de gente de alta alcurnia, aquí podías encontrar de todo, políticos, grandes empresarios, famosos, modelos, en fin, un sinfín de personas importantes, pero nadie fraterniza mucho con nadie, no era algo normal, aunque quizás se debía a que el vecino más cercano estaba como a dos manzanas, así de amplio eran los terrenos del lugar. Entro con mí auto por el camino de cemento luego de saludar al guardia, Charlie, un chico joven de unos treinta años, ojos cafés, cabello n***o y barba. Era encantador y se notaba que tenía un físico de muerte, pero nunca pasamos de un hola y un chau, mi padre no me dejaba hablar mucho con los empleados, solo con mí nana y las mucamas, los guardias tenían prohibido involucrarse conmigo o mí madre, así era él, un maníaco de los celos. La enorme fachada me recibió, mi casa era moderna y enorme, una gran mansión, la fachada principal era blanca, llena de ventanas, y con una gran puerta de madera, mi madre había plantado algunas palmeras por la zona, amaba el caribe y se negaba a dejarlo fuera de su hogar. Por dentro debo admitir que la casa era un sueño, todo en ella gritaba lujo, modernidad, las paredes en su totalidad eran grises oscuras y blancas, los muebles iban de blanco a gris claro, con algunos tonos tierras. Un lugar muy amplio, la entrada principal constaba con cuatro escalones que al bajarlos te dejaba en el living principal donde un sillón de tela blanca y almodones blancos, gris y naranja descansaba, en el centro una gran alfombra de color ocre, y una gran mesa de vidrio. A la izquierda una escalera daba al primer piso donde se encontraba las habitaciones, subí por ella hasta mi cuarto, el segundo a la derecha. La razón por la que seguía en casa era simple, mi padre, Jerry se negaba a dejarme en alguna fraternidad o en un departamento propio, es por eso que me encontraba ahorrando en una cuenta paralela a la cual ellos no tenían acceso, porque era mía y yo la había abierto. Mi padre manejaba a todo el mundo por la plata y sabía que si me iba me cortaría todo tipo de fondos, y la realidad es que no me importaba, pero tenía que terminar mis estudios. Así que, mientras mi padre pensaba que tomaba clases de baile, yo me encontraba dando clases de la misma, era profesora en mi tiempos libres, estudiaba para llevar a la universidad al día y gastaba de lo que mis padres me daban o sacada de eso y luego lo depositaba en mi cuenta, camuflándolo con bolsas de ropa o algo, sonreí, era educada y pasaba desapercibida. - Hija, llegaste – la voz de mi padre hace que me frené. - Papi – me acerque para abrazarlo - ¿Cómo estás? ¿No trabajas hoy? – curiosee mientras abría la puerta de mi habitación. - Sí ahora iba a los casinos, solo quería ver a mis chicas, pero tu mamá no está – sonrió – Seguro está en el club – o en la casa de su guardaespaldas – Ya sabes cómo le gusta mantenerse en forma y linda para ti – me siento en el colchón. - Lo sé, para ella es importante – se sentó a mi lado – La universidad ¿bien? – afirme. - Increíble, pase otro trabajo, por cierto – me levante hasta mi escritorio – Ben Pride me invito a cenar pasado mañana - observe la sonrisa en su rostro. - Eso es grandioso, hay que agradecer a ese muchacho por ayudar a mi pequeña – volví a sonreír, aunque esta vez fue forzado - ¿Son novios? – este sujeto estaba loco. - No, no voy a ponerme de novia con nadie, lo hablamos – mi rostro se endurece – Solo será una cena, le agradecerás y me dejaras de insistir con él – fui firme – Te recuerdo que por ti y tu capricho con Patrick es que no quiero relaciones – su rostro se suaviza – Tu capricho me hizo vivir un infierno, todavía tengo pesadillas – se levantó y se acercó – No – levante mi mano – Solo una cena y me dejas en paz – afirmo. - Una cena y listo – camino hasta la puerta - ¿Algún día me lo perdonaras? – consultó. - Supongo – movió de nuevo su rostro y se fue. Me deje caer sobre la cama y observe el techo, no quería salir con él, tenía marcado peligro en la frente, no era el chico con el que quería relacionarme, a diario se hablaba de sus conquistas en la universidad, recuerdo que al principio pensé que era alguien por el que valía la pena correr un nuevo riesgo, luego la decepción llego, me ignoro como si nunca me hubiera visto y después se acostó con cuanta mujer se cruzó por su camino, fue cuando descubrí que Ben Pride era igual a todos los demás hombres, un mujeriego de primera. Tome mi teléfono y suspire, era la última cosa que hacía por mi padre, busque su número, lo agende y le mande mi ubicación. Ben: pensé que ya te habías arrepentido – y lo hago. Luna: ¿Estabas esperando mi mensaje? – mi celular sonó automáticamente. Ben: Más de lo que crees – rodé los ojos – Nos vemos luego Luna, tengo que estudiar – si claro. Luna: Usa protección Ben, los bebés pueden ser muy complicados – respondí junto con el emoji de una bebito. Ben: Me sigue preocupando tu interés por mi vida s****l – sonreí un poco. Luna: Sí no fueras promiscuo, no sabría nada de ella, por cierto ¿Sabes que las mujeres hablan de lo que hacen? Ben: Me imagino que sí, pero ¿Todas lo hablan contigo? Luna: Soy una persona muy sociable – coloque un guiño. Ben: Es curioso, jamás te vi con una de ellas – enarco una ceja. Luna: ¿Acaso me espías? Ben: Siempre – puso una cara con un guiño y yo abrí mi boca, debía ser una broma ¿no? No contesté más y él tampoco insistió, no había necesidad de seguir con la charla. Me desperté a la mañana siguiente con la alarma, tenía que ir a dar clases y lo sabía, busque mi ropa de baile y baje la escaleras con la cosas para la universidad, mis amigas me habían hablado anoche para hacer algo, pero no me encontraba de humor para ello, solo quería ir a dormir y eso hice. Tomé una taza de café mientras besaba la mejilla de mi nana y me despedí de ella, mi padre bajaba las escaleras con mi madre al lado, el feliz matrimonio, el perfecto matrimonio, un par de hipócritas que siguen juntos por apariencias. Me subo a mi coche y me dirijo al trabajo, doy clases de danza y ritmo urbano, ambas dos veces por semana en la mañana, y dos en la tarde. Mi jefa es mi antigua profesora Rachel, una mujer bajita, de cabello n***o y ojos miel, su piel es casi tan blanca como la mía y es lo que conozco como “la puta ama” del baile, la mejor de la historia con varios trofeos encima, un gran carisma y dotes increíbles, ella fue la primera en confiar en mí, le encantaba mis movimientos y se encargó de pulirlos con clases extras, ella convenció a mi padre, que venía a diario a las presentaciones, hasta que dejo de hacerlo. Saludo a las chicas y paso al salón, me saco las zapatillas y me coloco mis zapatos de ballet, en la mañana tengo un grupo de niñas, cada una de ellas se ve increíble en sus mallas y tutus. Pongo la música y comenzamos a calentar, por lo general ponía canciones alegres para esta parte, Rainbow, comenzó a sonar a todo volumen. Las niñas seguían mis indicaciones, los estiramientos correspondientes, hasta que terminamos y paramos. Las deje tomar agua y volvieron a colocarse en su lugar, “primera posición”, fue lo único que dije antes de apretar play y “Suitcase / Nothing To Say” de Sia comenzó, todas empezaron a realizar la coreografía, controle sus giros, la puntas de sus pies, marque errores y mostré la forma correcta, en unos días tendríamos la presentación de fin de año. - Luna, cariño – Rachel entro en la sala – Ya llegaron las chicas de urbano – afirmo mientras tomo agua y ella sonríe – Recuerda que esta semana tenemos ensayos dobles, por la presentación de la otra semana. – afirmo. - Claro, lo tengo presente, todas las tardes de seis a ocho y …. – callé - ¡Mierda! – abrió sus ojos – Lo siento, yo… - ella comenzó a reír. - ¿Qué olvidaste? – hice una mueca. - Tengo una cita pasado mañana a las ocho – suspiro fastidiada. - Dile que te busque por acá – me miro – Es por tu papá ¿verdad? – afirmo - ¿Por qué sigues saliendo con idiotas por tu papá? – estoy a punto de responder, pero mis alumnas entran. - Este es el último - le grito mientras sale. - Espero que sea cierto – responde y hago una mueca, yo también lo espero.
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