— Sofía, estoy a punto de morir de los nervios — le susurró su prima apretándole las manos. Aimé sabía de qué vendría aquella conversación y conocía el carácter de su padre. No era un hombre fácil de convencer, pero tampoco era imposible, por lo que algo de esperanza se instaló en el pecho de la morena, hasta que vio a su padre salir, claramente ofendido, de la choza donde se desarrollaba la audiencia con Javier. Ahí lo supo, él no había accedido. Javier salió unos instantes después y desde lejos observó a la mujer, regalándole una sonrisa afectada a la vez que negaba suavemente con la cabeza. Aimé sonrió igual de afectada y le dedicó una tierna mirada de amor. — Ya vengo — le susurró Sofía a su prima antes de salir rápidamente detrás de Javier. La morena asintió conteniendo las lágrima