— Niña Sofía, ¿qué es esto?
La muchacha se desperezó y vió a su nana de pie, junto a ella, observando los papeles desparramados sobre su cama. La noche anterior la había releído, por vaya a saber cuántas veces, las cartas de Vicente. Lo extrañaba, lo necesitaba sentir y leer aquellas cartas, escritas por su mano, la hacía sentirse menos sola, más cerca de él.
— ¡Nana! — exclamó.
— ¿Me va a contestar? — Volvió a insistir la mujer.
— No debería leer mis cartas privadas — Trató de regañarla, pero eso no funcionaría en la mujer. Clarita la miraba firme, sin apartar su dura mirada sobre la pequeña mujer.
— ¿Por qué Olavarría le escribe cartas privadas? — indagó directo, dejándola sin demasiadas opciones para escapar.
— Nana… yo… — Esa mujer era la única que la hacía bajar la guardia, se p
