Bajo mi mirada instantáneamente e intento pasar junto a él cuando mis sentidos entran en acción.
—¿Ni siquiera puedes saludarme? —él se burla.
Mis pies se detienen abruptamente. Me doy la vuelta para mirarlo.
Dolores de dolor golpean mi corazón cuando miro sus brillantes ojos marrones.
Saco mis brazos de mi alrededor y dejo caer mis manos a mi lado antes de cerrarlas en puños.
—¿Qué deseas? —es difícil hablar.
No sé qué se supone que debo decirle.
—¿Necesitas tanto que yo quiera algo de ti? —me sonríe.
Mi respiración se engancha en mi garganta. Aprieto los dientes.
Da un paso adelante. Retiro uno con cautela.
Nunca antes había notado esta mirada monstruosa en sus ojos. O tal vez, simplemente ignoré las banderas rojas.
—¿No es mejor que lo sepas todo ahora? No necesito mentirte m
