Este hombre ante mí es elegido por la Diosa de la Luna para mí. Molestarlo, rechazar sus avances me hace arrepentirme de mis acciones de una manera natural.
No puedo describir el peso que cae sobre mi pecho cuando veo sus ojos moviéndose lentamente hacia mi figura y una mirada de dolor cruzándolos. Me pesa, me insta a abrazarlo, pero no quiero volver a terminar ahí.
—Nos estamos moviendo demasiado rápido. Demasiado rápido para que entienda lo que quieres o lo que quiero yo —susurro, tratando de hacerle entender mi punto.
—Tenemos que detenernos aquí para que puedas ocuparte de tu pasado primero, Alan. Si no hacemos esto hoy... —señalo el suelo—, aquí mismo, podríamos terminar odiándonos más tarde.
Sus ojos brillan grises de nuevo. Por mi experiencia con él, puedo decir que está haciend
