Antonella.
Cuando llegamos al súper agarro un carro de inmediato, porque aunque no vamos a hacer un pedido no quiero estar con las compras en las manos por todos lados, vamos directo a las carnes en donde se pone a elegir, se nota que le gusta mucho la carne por eso fue a lo primero que encaró, miro las frutas como si me llamaran, es como que son mi debilidad en alimentos, si fuera por mi como puras frutas.
—Ve a elegir.
—¿Eh?. —se para a mi lado, sonriendo me apunta las heladeras.
—Ve a elegir lo que quieras... Termino acá y voy.
—No nos va a alcanzar... Creo que ahí llevas más de lo que tienes. —mira el carro y después a mi.
—Voy sacando cuenta y si nos alcanza. —eso me alivia mucho pero no me agrada mucho tampoco, siempre dependí de mi misma que ahora se siente raro—. Podemos llevar más cosas.
—Pero vas a gastar toda la plata. —espero que entienda lo que quiero decir.
—Mañana tengo otro trabajito. —frunzo las cejas por eso—. Ey tranquila... Vamos a tener para comer, yo trabajo y no importa si quedo destruido, solo tienes que preocúpate en que vas a cocinar día a día.
—Buena. —palmeo su hombro divertida—. Chico proveedor.
—Disfrutemos ahora porque esta semana si tengo trabajo pero la otra no.
—Entonces ahorremos.
—¿Por qué crees que llevo bastante carne? Me gusta al menos que halla un pedacito en cada comida y pienso llenar el frízer para cuando no tengamos plata para comprarla.
—Bien... ¿Entonces alcanza para alguna fruta?.
—¿Fruta querías?. —comienza a reír haciendo que la gente nos mire donde se rie fuerte—. Creí que mirabas los yogures.
—Me gusta mucho el durazno y acá hay.
—Bueno... Ve.
—¿Te traigo algo?.
—Me gusta el durazno no hay problema en eso.
—Bien, traigo para los dos.
Voy directo a los durazno, siempre fuí fan de ellos y cada que puedo me compro aunque sea uno, muchas veces me quedo con las ganas donde siento que es un desperdicio y que los pesos que gasté en unos durazno son los pesos que me pueden llegar a faltar para pagar el alquiler el siguiente mes.
Elijo otras frutas y algunas verduras, me giro para dejar las cosas en el carro pero no esta en ningún lado, empiezo a pasar por las góndolas mirando hacia todos lados y no lo encuentro, quedo de pie en la parte de los vinos sin saber que hacer, ¿se fue? ¿Me dejó acá sin decir nada?.
—Ey.
—AAAAGGGGG. —salto agarrándome el pecho, me giro viendo que está tentado de risa, siento que el corazón se me va a reventar de tanto que late—. Por Dios Fede, casi me muero.
—Si vieras tu cara también te reirías. —hago puchero dejando las bolsas en el carro y me giro dolida para irme de acá—. Ey espera. —me gira y quedando sorprendido al ver mis lágrimas—. Estas... Ooh mierda no.
—Yo... —me abraza haciendo que suspire por la sensación de bienestar que me da—. Perdón, pero me asusté de verdad... Y mucho.
—Tranquila... No creí que te ibas a asustar de esa forma. —me aleja limpiando mis lágrimas que no paran.
—Siempre creo que cuando me tocan así después... Mi otro trabajo.
—Shhh. —lo miro a los ojos cuando me agarra el mentón y me hace mirarlo—. Yo jamás te voy a tocar sin tu permiso. ¿Esta claro?.
—¿Me tocarías?. —sonríe de inmediato—. Ay yo... No quise perdón.
—Te haria de todo Anto, pero no sin tu permiso nena, no soy una basura. —besa mi frente sonriendo—. ¿Acaso creías que no me gustas?. —abro gigante los ojos, me lo dijo sin dar vueltas, no como los demás que me lo han dicho, pero dieron vueltas diciendo un montón de tonteras antes—. No quiero que pienses que me estoy aprovechando pero es la verdad, me gustas.
—No sé que decir.
—No digas amigos por favor. —niego sonriendo porque él también me gusta—. Vamos así comemos que nos doy más.
Camino al lado de él con una sonrisa vergonzosa, dijo que le gustaba, ¿será verdad?, no es el primero en que me lo dice pero si el primero en que genera algo que no sea ganas de irme corriendo y no volverlos a ver nunca mas, porque esperaban a que les diga que sentía lo mismo por ellos, pero Fede me lo dijo porque lo siente y no esperó a que le dé una respuesta, eso me gustó más.
En la casa llega directo a bañarse, me quedo acomodando las cosas para luego cocinar, cuando ya esta bañado se sienta en la mesa para esperar la comida, pero se duerme de inmediato dándome pena porque debo despertarlo, porque si de solo acomodarse en la silla se durmió quiere decir que no da mas de agotamiento, me acerco con suavidad y le toco la mano.
—¿Fede?. —muevo su mano y me la agarra apretándola—. Ya esta la comida.
—Bien... Me estaba durmiendo.
—Ya estabas dormido. —le digo sonriendo, se acomoda estirándose y bostezando—. Ya te sirvo.
—¿Qué hiciste?.
—Hice sopa. —se friega la cara con fuerza—. Hace bastante frío y necesitas fuerzas.
—No me gusta la sopa, pero igual voy a comer.
—¡Ah!. —dudo en si darle el plato—. No sabia.
—No importa, la voy a comer igual.
—Juro que la próxima vez te pregunto que es lo que te gusta, porque vas a comer a la fuerza y no esta bueno eso. —le sirvo el plato y de inmediato se pone a comer.
—Esta muy bueno Anto. —llega a sonreír sin dejar de comer—. Nunca había probado una sopa mas buena... Ni siquiera la de mi mamá es así de buena lo juro.
—Supongo que gracias.
—¿Después me puedo dormir una siesta?.
—Claro que si... La cama ya esta lista, puedes usarla sin problema.
—Gracias, me siento muy cansado.
En la tarde lo miro dormir abarcando toda la cama, si que es grande porque los pies le quedan fuera de la cama, sin saber que más hacer donde ya limpié y él duerme, salgo a buscar otro trabajo, le dejo una nota donde le aviso y le informo que en el horno hay pan casero y que si no llego antes de que se vaya, que se llevé uno sin problemas.
Me recorro todo el centro en busca de cualquier cosa, mientras sea decente obviamente, pero no encuentro nada, casi salgo corriendo de una tienda en donde me dicen que en una discoteca necesitan bailarinas, como corrí por Dios, aunque me estuviera muriendo de hambre que de hecho lo estuve, nunca siquiera pensé en hacer algo por el estilo, aunque no digo que este mal, solo que yo no lo haría jamás.
—Aaaa que me duelen los pies. —me saco las zapatillas a penas entro a la casa y lo veo sentando en la mesa merendando.
—¿Cómo te fue?.
—Mal. —me siento mirándolo—. Lo único que conseguí fue de bailarina de caño en un boliche. —deja de comer mirándome fijo—. Muy buena paga.
—¿Aceptaste?.
—Noooo. —me tiro hacia atrás suspirando—. Ni loca, por mas necesitada que esté no lo tomo... No me rebajaría a tanto.
—Bien... No busques mas nena, faltan dos semanas para que comience a cobrar un sueldo fijo.
—¿Estás fijo? ¿Te blanquearon?.
—Si. ¿No te lo dije?. —se para a buscar la pava—. ¿Te preparo un té?.
—No me lo dijiste. —lo sigo con la mirada en la cocina, mira todos los estantes buscando las cosas—. Creí que era algo de un tiempo no mas.
—Me tomaron fijo, así que ya tenemos un sueldo fijo... Y mientras me salgan más trabajitos vamos a estar bien así que deja de buscar otra cosa. —me pone la taza frente a mi con té y me prepara pan—. ¿En la cafetería estas bien?.
—Si, pero no es mucho lo que gano y no es justo que te hagas cargo de todo.
—Pues me hago y punto. —sonríe mientras lo dice—. En dos horas entro a trabajar.
—Te hago algo para que lleves.
—Gracias... Me gustaría algo con arroz.
—¿Arroz blanco?. —me mira duro dándome risa y no me aguanto el quedarme seria—. Tranquilo... Me quedó bien grabado eso de que siempre tiene que haber carne. ¿Te va el pollo?.
—Perfecto.
*****
Federico.
—Más estúpida no puedes ser. —la arrincono contra la pared con mucho enojo—. ¿Cómo mierda vas a actuar así? Dime, ¿no piensas acaso?.
—Es que cuando los vi así...
—¿Qué? Nada tenias que hacer nada... Casi mandas todo a la mierda por actuar como una estúpida... Empezó a dudar cuando te fuiste... No sabia que mierda decirle. —la suelto y doy vueltas en el lugar con ganas de romper algo del enojo que tengo—. Casi mandas todo a la mierda... Carajo.
—¿Acaso te gusta?. —habla como una mujer desesperada por descubrir una infidelidad—. No puede ser Fede. ¿La conoces hace cuanto? ¿Diez días? ¿Y ya te la agarraste?.
—¿Y eso qué mierda te importa? ¿Acaso tengo que rendirte cuentas?. —no puedo parar de dar vueltas en el lugar sintiéndome enjaulado—. Mierda... No te quiero cerca Rocío... Si llegas a arruinar mi trabajo te voy a matar lo juro.
—¿Acaso te crees lo mosquita muerta que es? ¿Te crees ese cartel que pinta que no mata ni a una mosca? Ya caíste como un idiota. —la miro más que furioso, no se le mueve un pelo donde para ella tiene razón en todo lo que dice—. Vamos... Dime que no crees nada de lo que pinta.
—No lo creo Rocío. —paro de dar vueltas—. Es mi trabajo, finjo cosa que no sabes hacer donde esta a un pelo de descubrirte.
—Dame un beso. —primero me enojo pero después comienzo a reír—. Dame un beso y demuéstrame que no estas enganchado con ella como tanto dices.
—No voy hacer esa estupidez. —me pongo la campera que Anto me regaló y la miro apuntándola—. Me tengo que ir... Y no te lo vuelvo a repetir, no vuelvas a meterte porque me jodes el caso voy a lograr que no vuelvas a trabajar en tu vida por inepta.
Salgo furioso del galpón en donde quedamos en vernos con los del equipo para pasarnos información correctamente, mierda es una estúpida de primera, cuando Antonella empezó a dudar sentí que me iba a morir, todas las investigaciones de hace años se iban a ir a la mierda por la culpa de la estúpida de Rocío y que no puede controlar los celos de mierda que tiene solo porque como buen estúpido me acosté con ella dos veces y confundió las cosas, Cristian me dijo que no haga relaciones en el trabajo y yo ya lo sabia no hacia falta que me lo diga, pero si lo hubiera escuchado no estaría en esta situación.
Voy hacia la oficina intentando ser prudente y que nadie me vea, tengo que dar un informe a los altos mandos de lo que ha pasado y que ellos me digan lo que han estado averiguando, cosa que es básicamente nada donde mi equipo siempre sabe más de lo que ellos me dan pero debo infórmame de igual forma o me consideran un rebelde o peor, un traidor.
—¿Cómo vas? No has vuelto al departamento. —miro al jefe pensando en si merece que le diga algo importante.
—No... Ella me invitó a su casa.
—¿De verdad?. —sonrío por compromiso cuando se rie—. Es mas rápido de lo que creíamos... Ahora tienes que hacerla hablar. ¿Cómo vas con eso?.
—Me dijo algo que no sabíamos, me habló de un hermano de cinco años. —me mira sorprendido.
—Eso... No lo teníamos registrado. —teclea y su asistente busca desesperado en los informes—. No hay ningún nene.
—Ella me lo dijo. —parecen desesperados por el nuevo dato que no aporta en nada pero que les dice que no se informaron bien—. ¿Hay algo que tenga que saber?.
—El padre sigue en Italia pero hemos tenido registros de muchos de su banda que han estado ingresando al país... No sabemos bien a que vienen pero tienes que apurarte ¿si?.
—Hago todo lo que puedo, tampoco puedo preguntar de todo ya que sospecharía. —me paro cuando veo que ya se supone que debo ir por ella y los miro—. Me tengo que ir... La tengo que ir a buscar al alojamiento.
—Si, ve.
Apurado camino hacia algún banco cerca, me dieron un presupuesto y con eso le hago creer que es la plata de los "trabajitos" que hago a diario para el día a día, cada día en una casa se debe comprar algo, en mi casa no pasa esto, mi mamá compra como mínimo una vez por semana pero tiene su huerta que es sumamente decente en donde saca varias verduras como las cebollas, zanahoria, zapallos y morrones, hasta lechuga y tomates tiene y aunque no dan a basto ella sabe como conservar todas las cosas para que duren bastante, ocho hijos la hicieron inteligente para que halla comida a diario en la mesa.
Después de sacar dinero del banco me encamino al alojamiento, pasé a comprar unas bebidas y duraznos que le gustan mucho, realmente es como si fuera su droga donde se pone loca comiéndolos, paro en seco cuando veo una florería, compro una rosa y una cajita de chocolates para regalárselo, lo decoran con un moño y me voy a buscarla.
—Hola. —se acerca sonriendo—. ¿Cómo te fue?.
—Bien. —saco la mano de detrás de mi espalda y le muestro mi presente, abre gigante los ojos sonriendo—. Un regalito.
—Aah. —se tapa la boca y después me abraza riendo—. Gracias... Nunca me habían regalado nada.
—Bueno... Me honra ser el primero. —huele la flor con los ojos cerrado.
—Que rico, ¿La oliste?. —la pone en mi nariz y huelo, es un olor sutil, nada invasivo—. Que rico.
—Mas rico los chocolates. —empezamos a caminar y abre la cajita.
—Hagamos esto... Comemos la mitad de cada uno así los probamos todos ¿dale?.
—Son tuyos muñeca, no debes compartirlos.
—No me los voy a comer todos y no darte nada. —muerde uno dejando más de la mitad—. Mmmm... Prueba.
—Dámelo que tengo las manos sucias. —de pasada chupo un poco sus dedos—. Delicioso.
—¿Este de qué será?. —los mira mordiéndose los labios.
—Guarda alguno para la noche así comemos de postre.
—Dale... Este y ya. —me da de nuevo más de la mitad y cierra la caja, agarro su mano que creo que ya se esta acostumbrando a que la agarre—. Hoy pasó algo muy loco en el café.
—¿Qué?. —va con la flor pegada a su pecho.
—¿Viste Rocío? ¿La chica que me dio la propina el otro día?.
—Si, la recuerdo. ¿Qué tiene?.
—Se fue. —la miro dudando, no sabia nada de que dejaba la investigación, nos vimos en la mañana—. Dijo que se iba a ir con los padres.
—¿Y eso es raro?.
—No, no es raro, pero ella me había dicho que estaban muertos. —¡Dios santo que es una tarada!—. Tal vez escuché mal.
—Puede ser.
Vamos charlando de nuestros trabajos, hoy es la primera vez que vamos a dormir juntos ya que me toca trabajar de mañana después de mis francos, estoy ansioso de ver que es lo que sucede con eso ya que más de una semana voy a estar de noche con ella, la cama es super pequeña y ella es hermosa, es mi trabajo pero soy hombre carajo, no soy ciego.
En la casa me manda a bañar y cuando salgo esta lavando la ropa de trabajo, es como que en estos días creamos una rutina y acuerdos silenciosos en donde sabemos que hace el otro sin preguntar, nos ponemos a mirar tele hasta que llega la hora de dormir.
Sale del baño con una remera y un short, la miro de arriba abajo sin creer lo que veo, mierda que esta buena, tengo que despejar mi mente ya que no puedo mandar todo a la mierda por un romance con mi trabajo, debo ser fuerte aunque eso me cueste todo el autocontrol que por años lo trabajé.
—Bueno. —friega sus manos nerviosa mirando la cama—. ¿Te molesta que duerma contra la pared?.
—No. —es una cama de una plaza y media y vamos a estar muy pegados—. Para nada, es más, te iba a decir que duermas de ese lado así estas mas comoda y mejor tapada con las frazadas.
—Bien. —llevé la tele a la habitación para mirar algo ahí un poco más—. Un ratito miremos tele o mañana quién nos levanta. —dice riendo.
—¿Te cuesta levantarte?.
—Un poco... Hace mucho frío y las sabanas se me pegan. —me saco la ropa quedando en bóxer, esto si no es a propósito, no puedo pegar el ojo si tengo ropa puesta—. ¿Ahí entras?.
—¿Me estas diciendo gordo?. —me rio al verla estampada contra la pared.
—Te estoy diciendo grandote.
—Ese termino me gusta. —usa su brazo como almohada.
—Te la dejo, no uso mucho la almohada.
—Puedes usar mi brazo. —me acuesto de lado y nos miramos a la cara—. Tus ojos siempre están como que acabas de llorar. —levanta las cejas sorprendida—. Están tristes.
—Debe ser por la vida que llevo. —suspira mirando a la nada—. Pero no lloro todo el tiempo aunque creas lo contrario.
—No es malo llorar.
—Pero es al pedo... Total, puedes largar el alma en lágrimas y los problemas van a seguir estando... No sirve de nada.
—Al menos sacas un poco del dolor, alivia la carga dice mi mamá. —con suavidad pongo mi mano en su cintura—. No tengas miedo... Quiero acercarte, estas muy pegada a la pared y te va a pasar el frío.
—Esta bien. —pone la cabeza en mi antebrazo y la aprieto.
—¿Qué es de tu papá?.
—¿Mi qué?.
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