Federico.
—¿Mala pregunta?.
—¿Por qué la pregunta?.
—Es que cuando te pregunté por tu familia no lo nombraste, solo a tu mamá y hermanos, pero de tu papá nada.
—Tampoco escuché nada del tuyo.
—¿No?.
—No. —espero estar haciendo buenas caras para no mandarme al frente donde si que ella se pusó alerta por la pregunta de su papá—. ¿Qué es de él?.
—Vive con mi mamá, tienen 30 años de matrimonio y trabaja en una empresa de autos.
—¿Cómo es que te fuiste de tu casa?.
—Me fui detrás de una chica. —comienza a reír y yo también por la mentira que me estoy echando—. Estuvimos viviendo juntos, a mis papás no les gustaba y tenían toda la razón.
—¿Qué pasó?. —se carga en su codo y me mira, sé que lo hace para que me olvide de lo que le pregunté.
—Un día llegué del trabajo y estaba con otro... Se quedó con todo la hija de mil. —me pongo de espaldas con las manos detrás de la cabeza mirando el techo—. Pero bueno, mucho no la quería porque no me dolió nada.
—Guauuu. —me mira seria y luego se ríe.
—¿De qué te ries?.
—Es que es loco como es que llegamos a conocernos y terminar como estamos.
—¿Tu papá? No me dijiste nada y yo ya te dije del mío.
—Hace años que no lo veo. —se vuelve a apoyar en mi brazo doblado—. No tengo noticias de él desde los diez años o incluso menos donde no lo recuerdo.
—¿Se fue?.
—Si... En realidad no lo sé. —acomodo el brazo así esta comoda, la envuelvo por la cintura—. Solo recuerdo que un día estaba en mi cama en la casa de mi papá y al otro durmiendo en una casa mugrosa llena de mujeres... No sé que fue lo que pasó y mi mamá jamás habla de eso, se lo quise preguntar muchas veces pero se pone loca.
—¿Y tienes alguna foto de él?.
—No... Y ya ni lo recuerdo, no tengo idea de como es, y si lo llegara a ver en la calle no sabría que es mi papá. —cierra los ojos pasando su brazo por mi pecho—. Ya no hablemos más de nuestras miserias, ¿Te parece?.
—Muy justo. —beso su cabeza con cariño, siento que lo que dijo es verdad y que necesita paz—. Mañana quiero invitarte a salir.
—¿A dónde?.
—¿Te gustaría ir al cine? No me digas que nunca fuiste. —niega sin mirarme—. Por Dios santo mujer, ¿dónde estabas? ¿Soy el primero en todo?.
—Se podría decir que si.
—Bueno... Me voy a esmerar al máximo hermosa.
—Gracias por aparecer. —se pone aún mas cerca mío, no sé que hacer la verdad—. Mi vida era muy aburrida antes de que llegues, ahora estaría durmiendo y seguramente ni siquiera hubiera comido.
—Bueno, si me lo permites no pienso salir de tu vida tan rápido.
—Puedes quedarte mientras seas sincero conmigo. —trago duro por eso—. Y que jamás seas agresivo, eso es lo único que recuerdo de cuando era chica y no quiero.
—¿Tu papá?.
—Si... Pero volvamos al tema de ahora... Jamás te dejaría en la ruina como esa mujer, me gusta tener mis cosas tal como dijiste, con mi sudor y no con el de los demás.
—Entonces vamos a tener una vida juntos.
Mierda que esto no me gusta, hacerle creer algo que jamás va a pasar, se acomoda un poco más y se duerme de inmediato, me pongo de costado para poder envolverla bien con mis brazos, su cuerpo esta frío y eso no me gusta, hace frío, mucho frío, se puede enfermar de nada, si esta mujer es demasiado delgada y juro que no se alimentaba para nada bien antes de que llegue con ella.
Al otro día cuando salgo del trabajo me voy de inmediato a su casa ya que ella no trabajó y me quiero bañar antes de salir.
—¿Pero qué te pasó?. —comienzo a reír y me mira mal, esta con los pelos todos parados, es como si tuviera un nido de pájaros en la cabeza.
—Me quedé dormida con el pelo mojado y mira ahora. —apunta su pelo y no puedo respirar de la risa que me da.
—Por Dios... Parece que te hubieran mechoneado.
—No es chistoso. —se mira al espejo haciendo puchero—. ¿Ahora qué hago?.
—Peinate. —me mira haciendo caras como diciendo que no lo pensó.
—Bañate así vamos que ya es tarde.
—Bueno mandona.
—No soy mandona. —se comienza a peinar con dificultada donde tiene muy enredado y es súper fino su pelo—. Te dejé ropa en la cama si es que no te molesta.
—¿De verdad?.
—¿Te molesta?.
—De hecho no... Solo mi mamá me preparó la ropa, después nadie mas.
—¿Tu ex mujer no lo hacía?.
—No sabía ni hervir agua. —se saca la camperita que tiene puesta y me mira con los brazos cruzados.
—Ve a bañarte de una vez.
Mierda que es apetecible, no creo poder aguantar mucho más sin ponerle la mano encima, porque cada día se me hace mas difícil mantener la imagen de hombre decente y respetuoso, lo soy, mis papás me enseñaron bien, solo que no puedo más, si no fuera mi trabajo la hubiera encarado ya hace mucho y seguramente ya nos habríamos acostado y no sabría nada de ella, pero me hubiera sacado las ganas cosa que ahora no puedo hacer, si nos acostamos debo seguir como si fuéramos una pareja hasta que abra la boca de una vez por todas, pensando en eso me ducho lo mas rápido posible y salimos.
Vamos de la mano hacia la parada del colectivo, nos bajamos en el centro y ella literalmente me guía porque me siento perdido donde no soy de acá, no es mi ciudad, bueno, ningún lado es el mío solo el pueblo, porque después estoy máximo dos meses en un lugar y después no lo piso mas.
Al final no pudimos ver nada porque el cine estaba cerrado, pero me gustaría traerla en otra ocasión ya que se había emocionado mucho, verla como una nena emocionada fue muy real y no me gustaría que quede con las ganas de algo tal inocente.
—Perdón pero no sabía que cerraba tan temprano.
—No importa... Otro día venimos. —me suelta la mano corriendo a unas hamacas—. ¿Me empujas?.
—Si. —se ríe atacada donde la empujo bastante alto.
—AAAAAAA... YA BASTA... NOOOOO. —dejo de empujarla y la miro de adelante como se tira hacía atrás riendo—. ¡Que lindoooo!.
—Hola... ¿Me dices la hora amigo?. —me giro viendo a un grupo de tres pibes.
—No tengo hora.
—¿Un cigarro? Dame un cigarro.
—No fumo. —Anto para de hamacarse enseguida, me acerco a ella muy tenso.
—Eh, dale gil... Dame un cigarro. —.le estiro la mano y con los ojos le hago seña de que camine.
—Pero que tenemos acá. —uno se para delante de Anto impidiéndole que siga caminando—. ¿Tu chica?.
—Si.
—¿Y no la compartes?. —cuando estira la mano para tocarla se la agarro rompiéndole todos los dedos—. AAAAAAAAAA.
—No... No la comparto.
—Hijo de puta. —me giro cuando el que habló primero me encara—. ¿Te haces el machito?. —saca un cuchillo moviéndolo para todos lados—. Dale ven.
—Ten cuidado nene... Te puedes lastimar.
—Te voy abrir al medio.
—Ven y abreme.
Entre los dos me encaran, pero me preparo bien ya que ella esta detrás mío y muy asustada, al del cuchillo se lo saco y se lo clavo en la mano y le doy un golpe en la cara partiéndole la boca y al otro un solo golpe en la nariz lo dejo tirado en el suelo gritando como nena, me giro y Anto esta mirándolos en el suelo retorciéndose de dolor sin creerlo, la agarro de la mano y camino hacia la casa con calma, para mi es normal estas situaciones pero se nota que para Anto no lo es, cuando llegamos a la casa me abraza.
—¿Estas bien? ¿Te lastimaron?.
—Estoy perfecto hermosa.
—¿Como... Los tres...
—Solo son pibitos que no saben nada... Y vivir en la calle me enseñó a defenderme.
—Dame tus manos. —se las doy enseguida, las mira negando y me lleva al baño—. Tienes lastimado.
—Creo que es sangre de los otros. —me hace sentar en el inodoro y empieza a limpiarme con suavidad.
—Por Dios santo, ¿Peleabas mucho?. —acaricia las cicatrices que tengo en las manos de tantas peleas y de los entrenamientos duros que teníamos.
—Me tenía que defender. —las primeras cicatrices en mi vida fueron por pelear con mis hermanos y primos—. Y digamos que en la escuela no era un santo.
—Te voy a curar... Es mejor para que no se infecte y por si tu sangre se mezcló con la otra.
—Es solo un rasguño. —y de hecho lo es, solo un rasguño.
—No importa.
—Bien... Cúrame.
*****
Antonella.
Estoy muy contenta y no sé porque, creo que por el hecho de que me haya defendido cuando nadie jamás lo hizo, pero más me emociona que halla dicho que soy su chica, fue como un novio celoso que por nada del mundo iba a permitir que alguien me tocara o me lastimara y eso me hizo sentir segura y contenta.
—¿Por qué sonries?
—¡Oh! No me había dado cuenta.
—Mala noche, quería darte una linda salida y fue todo lo contrario. —dice suspirando.
—Fue linda... Bueno, hasta que llegaron esos chicos.
—Esa fue la parte mas divertida. —le doy un golpe en el hombro porque lo encuentra divertido.
—Listo... Ya estas curado, ¿vemos una película?.
—En la cama si.
—Dale. —sale del baño y yo me quedo para ponerme el pijama.
—¿Ya estas?.
—Si. —salgo viendo que ya esta acomodado en la cama.
—Esperaba que vengas así ya vemos que dan.
—Voy a buscar chocolate.
—Dale. —saco dos de la caja que la tengo en la heladera asi no se derriten y voy a la cama.
—Bien... No tengo idea de que serán pero espero que estén ricos no como ese que tenia pasas de uvas aajjj.
—Era un asco. —dice temblando, me subo a la cama y me siento como chinita en la cabecera—. Hazte mas al medio. —dudando lo hago y él pone su cabeza en mis piernas—. Ahí esta mejor.
—¿Buscaste algo?. —muerdo un pedacito y guio el otro pedacito a su boca—. El primero. —lo comemos en silencio—. Esta rico.
—Bastante. ¿De qué era?.
—No sé... Pero es blanco.
—Muy bueno. —sin que me dé cuenta paso mis dedos por su pelo—. Mmmmm... Que lindo.
—No me di cuenta.
—No pares, se siente bien.
Al final se durmió de inmediato, me quedo un rato así, pasando mis uñas por su cuero cabelludo lo miro dormir tan tranquilo que pareciera que nunca hubiera peleado, verlo dormir me hace saber que hace mucho que él no dormía cómodamente en una cama, la mía no es cómoda pero es mejor que dormir en el suelo.
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Al otro día en el trabajo sonrío como tonta ya que él me trajo y antes de irse me dio una flor que no sé de donde la sacó, la dejo en mi casillero con un poco de agua así llega viva hasta la casa y la pueda poner a secar, !es súper tierno! siempre me regala cosas sencillas como esta flor y es mas hermoso porque me lo regala con sinceridad, también me dice que en la tarde me va a buscar al alojamiento ya que no le gusta que ande sola en la calle.
—Anto. —miro a Nestor que me habla—. Tienes una llamada.
—Voy. —agarro el teléfono y me alejo un poco así hablo en privado donde se quien es la que me llama—. Mamá.
—¿Cómo estas hija?.
—¿Bien y ustedes?.
—Bien... Isaías va al jardín y Aye esta muy bien en la facu.
—¡Que bueno! Cuando pueda los voy a ver.
—Sabes que no puedes venir Antonella... Vamos a tener problemas.
—Esta bien. —me muerdo los labios por eso, desde que me dijo que me vaya a los quince años no la he vuelto a ver aunque ella sabe siempre en donde estoy—. ¿Cómo estas de plata?.
—Bien... Jorge no nos hace faltar nada.
—Por fin un hombre que vale la pena mamá.
—Es mejor que hasta acá... El otro mes te llamo.
—Chao. —corta y quedo ahí, simplemente escuchando el sonido que indica que ya no hay nadie del otro lado, y así me sentí siempre, que no hay nadie.
—¿Todo bien Anto?.
—Si... Ya voy, ¿hay mucha gente?.
—Lo normal.
Empiezo mi jornada laboral con pesar, mis pies me duelen, en realidad todo mi cuerpo ya que escuchar a mi mamá siempre me deja así, agotada en todos los aspectos, hay veces que me dan ganas de decirle que no me vuelva a llamar porque me hace mal escucharla y que no se muestre para nada interesada en mi, creo que me llama para no tener cargos de conciencia nada mas.
A la tarde me voy al alojamiento casi sin pensar, hago todo lo que me piden sin siquiera darme cuenta de nada de lo que sucede a mi alrededor donde no dejo de pensar en el minuto en que estuvimos hablando.
—Hermosa. ¿Vas a limpiar los baños por favor?.
—Si.
—Estas mal, ¿Qué pasó?. —comienzo a llorar no aguantando mas y ella me abraza.
—Me llamó mi mamá.
—¡Ay nena!. —acaricia mi cabeza con suavidad—. Es mejor que dejes de sentirte culpable por todo.
—¿Pero qué hago? No me deja ir a verla.
—Debe tener miedo, pero ya eres una mujer adulta Anto... Deja eso atrás de una vez por todas, no puedes estar mendigando amor cuando no te lo dan.
—Tienes razón... Pero aun duele, cuantos años ya pasaron y es como el primero.
—Es porque no dejas de pensar... Es hora de que pienses mas en ti querida, necesitas vivir, ese chico que esta atrás tuyo es un comienzo.
—¿Dices?. —limpia mis lágrimas sonriendo.
—Lo digo y lo afirmo.
—Bien... Voy a limpiar los baños así cuando me venga a buscar no me espera.
—Ve.
Parece como si estuviera renovada, friego y friego los baños como si no hubiera un mañana, pero realmente me esta haciendo bien fregar tanto, es como que estoy dejando todas mis broncas en las paredes de este lugar, nunca había visto el limpiar como algo renovador pero ahora lo veo así.
Cuando ya termino me pongo a enjuagar las cosas para poder dejar todo limpio, Viki siempre pide que quede todo limpio porque por mas que sea de caridad no quiere decir que vamos a echar a perder todo.
—¿Ya terminaste?. —me giro y esta Marcelo apoyado en la puerta de brazos cruzados.
—Si, ¿También terminaste?.
—Me queda algo por hacer.
—¿Y qué es? Te ayudaría pero debo irme. —agarro las cosas y voy hacia la puerta pero no se mueve—. ¿Me dejas pasar?.
—¿Eres parte de lo que me queda por hacer?. —lo miro sin creer, es como que ya veo todas las posibilidades de correr.
—¿Me dejas pasar? Es que me están esperando.
—¿El idiota ese que no sabe apreciarte? ¿Por ese tipo nunca me diste pelota?.
—Marcelo ya te lo he dicho... No me gustas Marcelo ya deberías darte cuenta, ¿Qué quieres que haga?.
—Que me des una oportunidad. —me agarra del cuello casi alzándome y suelto todo intentando de poder respirar al agarrarle el brazo con el que me agarra porque aprieta—. Ahora te voy a mostrar lo que te pierdes por no apreciarme. —niego con violencia ya que me estoy ahogando—. No importa si no te mueves, puedo solo.
Me larga al suelo con violencia, cuando caigo intento desesperadamente pararme pero él es mas rápido y mas grande, no del porte de Federico pero si mas que yo, me agarra de los pies empujándome hacia uno de los baños, mi voz no sale y eso me aterra mas de lo que va a pasar porque no puedo siquiera quejarme de alguna forma, solo voy a tener que soportar esto en silencio.
—Mira a lo que me hiciste llegar Antonella. —se desabrocha el pantalón y solo me quedo ahí, esperando a que todo pase rápido, tiene una rodilla en mi pecho impidiéndome mover—. Calentándome sin descanso, no se hace eso Anto, quise ser paciente y nunca nada.
—Yo... —cierro los ojos cuando se inclina pero los abro cuando escucho un grito de dolor.
—Maldito... Maldito. —Fede esta arriba de él moliéndolo a golpes.
—¿Estas bien?. —Viki me ayuda a parar y nadie hace nada para separar a Fede de Marcelo.
—Lo va... Lo va a matar.
—Se lo merece por infeliz.
—No... No quiero que él vaya preso... Por favor. —Fede se para y su mirada es furia pura.
—Anto. —me abraza apretándome con fuerza y vuelve la seguridad a mi vida—. Nos vamos... Ya.
—Si.
—Llamen a la policía... Después voy solo a declarar.
—Gracias. —Viki aprieta su brazos—. Llegaste justo.
—Después hablamos.
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