CAPÍTULO 3
Unos brazos me toman con fuerza y me siento raramente confiada. Siento que no me va a soltar al menos de que yo se lo pida, y eso es lo último que quiero en ese momento.
—Puedes abrir los ojos —susurra en mi oído.
Abro los ojos y me doy cuenta que estamos en la parte de trasera del edificio, parece ser una clase de estacionamiento privado, un carro oscuro matte es el único estacionado en el lugar.
—Ven, sólo faltan unos minutos para que los policías descubran este lugar.
Me suelta dejándome en el suelo con precaución y caminamos hacía el auto, en cuanto entramos el comienza a manejar como si alguien estuviera siguiendonos. Me abrazo a mi misma, hace mucho frío y mi camisa mojada no hace un gran favor.
—Por lo menos no tenemos patrullas siguiéndonos —murmura mirando el retrovisor—. ¿Tienes frío?
No me deja responder porque se quita la chaqueta de cuero que lleva puesta y me la tiende. Me la pongo y su olor llega a mis fosas nasales, perfume de hombre y menta.
—Gracias —susurro inhalando su aroma disimuladamente.
—¿Dónde vives?
Le doy la dirección de mi casa y maneja en silencio, apoyo la cabeza en la ventana y cierro los ojos. Solo quiero llegar a casa lo antes posible. Preocupada por mis amigos saco mi teléfono del bolsillo de mi pantalón y le marco a Lillien. Se me hace extraño que no hayan llamado aún, después de todo era yo quién estaba en peligro, se supone que debieron haber llamado hace rato, sino significaba que los que estaban en problemas eran otros.
"El número que usted ha..."
—Mierda —bufo en voz baja colgando la llamada. Intento otra vez y nada así mismo hice con Zak, fallando una y otra vez. Al final llamo diez veces a cada uno y ninguno contesta, esto no pinta nada bueno.
—¿Qué sucede? —pregunta mi acompañante despegando la vista del frente.
—Sólo es... Mis amigos no responden.
—¿No crees que están en peligro o sí?
—No lo sé —añado observando mi teléfono.
La preocupación inunda mis pensamientos, espero que mis amigos se encuentren sanos y salvos.
—Llegamos —avisa con voz ronca.
Veo mi casa a través de la ventanilla y siento alivio inmediatamente.
—Muchas gracias —digo, mi voz sale más débil de lo imaginado.
—De nada.
Voy a abrir la puerta pero él me agarra el brazo, volteo y lo observo con curiosidad.
—Cuídate, nos veremos pronto.
Asiento con la cabeza y salgo del auto. Por más mal agradecido que parece mi gesto todavía estoy en shock como para responderle "Está bien, cuídate tú también".
Definitivamente esto es lo más raro que me ha sucedido en un tiempo, entro a mi casa desesperada y me lanzo en mi cama sintiendo un alivio profundo. Viva, estoy totalmente viva sana y salva. Aunque no mentalmente, todavía estoy muy perturbada.
Trato de hacer una lista mental de todo lo que había sucedido esa noche:
1. Me escapé de casa para ir a una pelea clandestina.
2. Un chico nuevo en el pueblo le destrozó la cara a uno de los mejores boxeadores.
3. Llegó la policía e interrumpió la pelea haciendo que todos corrieran y se volvieran locos jalando y golpeándose unos con otros.
4. El mismo chico que le destrozó la cara al capitán de fútbol me sacó de aquel alboroto.
5. Salté una ventana con los ojos cerrados y milagrosamente caí en sus brazos.
6. No vi mi serie el sábado por la noche.
Por supuesto que la número seis es la peor, si tan solo me hubiese quedado en casa estaría viendo el capítulo siete u ocho, me quito la chaqueta y... Un momento, ¡La chaqueta! Me asomo en la ventana y el carro n***o no está ahí, bueno, después de todo quedara un recuerdo del misterioso chico.
Voy a ser sincera conmigo misma, no lo volveré a ver más, después de todo, ¿Por qué iba a buscarme? Bueno quizás por su chaqueta, pero si tiene un auto deportivo estoy realmente segura que puede comprarse otra cazadora de cuero.
Solamente fui una chica que ayudo a salir de ese lío y ya, no hay nada especial en mí.
Agarro mi pijama de la cama y me la pongo. Entonces cuando creo que estaré en paz escucho un bullicio proveniente de la sala, bajo las escaleras alarmada y observo a mi hermano caminar de un lado a otro agarrándose el cabello como loco, definitivamente somos familia.
—¿Se puede saber que te sucede? —pregunto frunciendo el ceño.
—¡No me vas a creer! —chilla.
—Reeven, si estás ebrio...
—¡No es eso!
—No me digas que te volviste a acostar con una chica que tiene una ETS. No quiero volver al hospital...
—No, tampoco eso... —Interrumpe soltando su cabello.
—¿Voy a ser tía? —grito. No, esto no podía estar pasando.
—¡Por el amor de Cristo, no Reeva! Estaba en una pelea ilegal y un chico nuevo le rompió la cara a Rayden haciendo que perdiera quinientos dólares, entonces llegó la policía y tuve que saltar una cerca y pasar por varios callejones más, ni siquiera sé cómo estoy vivo. Que conste que la peor parte fue de los quinientos dólares.
Mi hermano habla tan rápido que casi no pude entender lo que me había dicho, rio en mi mente, que irónico. Créeme hermano, se lo que sientes.
—Dijiste, ¿Pelea ilegal?
—Si, ¿Estás escuchándome? Aparte de eso perdí quinientos dolares Reeva. Media población adolescente de Silvertown está en la cárcel en este momento.
—Woooow —digo tratando de fingir una voz sorpresiva.
—¿Y tú que hiciste? No me digas que ver esa serie Reevs, necesitas acción en tu vida, algún día te llevaré a una. Pero créeme, no hubieses soportado a toda esa gente amontonada —habla haciendo señales con las manos.
—Si créeme, no es lo mío —niego con la cabeza.
—No es tu estilo —me guiña el ojo—. Bueno me iré a dormir, buenas noches hermanita.
Mi hermano pasa y me da un beso en la frente.
—¿Reeva? —pregunta parado en la escalera.
Mi corazón comienza a palpitar como loco. ¿Y si se dio cuenta de mi actitud sospechosa?
—¿Si, Reeven?
—¿Tienes quinientos dólares que me prestes?
Suelto una carcajada negando con la cabeza y el bufa subiendo las escaleras nuevamente. Rio internamente por lo que me ha dicho, a pesar de toda la confianza que existe entre mi hermano y yo, no quiero que se entere que estuve allí, quizás mañana en el desayuno le diría "Oh Reeven, sabes la pelea clandestina que me dijiste, ¡Yo también estuve allí! Pero no te vi porque estaba ocupada lanzándome de una ventana" Mientras tanto no, solo me apetece dormir hasta las doce del día. Además no se cual sera su reacción, a pesar de todas sus bromas sobre llevarme él es muy sobre protector.
Entro a mi cuarto y me echo en la cama, por fin, exclamo en mi comodidad.
El tono de llamada de mi celular me quita el sueño, alguien llama. Tratando de levantarme de la cama me enrollo con las sabanas y caigo estúpidamente, me desenredo lo más rápido que puedo y cojo el teléfono.
—¿Hola? —pregunto sin aliento.
—¿Reeva? —Reconozco la voz del otro lado sin dudar, Lillien me habla con voz titubeante y llorosa.
—Lillien, ¿Qué pasa? Te he llamado diez veces y a Zak también, ¿Dónde están? ¿Están bien? ¿Por qué lloras? ¿Y Zak?
—Siento mucho haberte dejado sola, de verdad, no podíamos con toda la gente...
En medio de su llanto se escucha un "Beep" el cual anuncia que su batería se está acabando.
—Dios mío mi teléfono le queda cinco por ciento —lloriquea—. Corrimos hasta donde pudimos y logramos llegar a un callejón al lado de una pizzería que se ve realmente vieja y descuidada...
—¿Pudiste ver el nombre?
—No, no pude. Ni siquiera sé cómo terminamos aquí, solo sé que se puede escuchar la policía disparos y gritos, por favor Reeva sácanos de aquí.
—Lo haré.
—¿Y, Reeva?
—¿Si? —pregunto nuevamente sin aliento, la situación me deja sin habla.
—Que sea rápido por favor —llora.
El "Beep" suena nuevamente, muy bien, tengo que encontrar a mi amiga en un lugar totalmente desconocido y ni siquiera puedo llamarla.
Velozmente me quito la pijama y tomo el pantalón que tenía puesto anteriormente con una blusa, cuando estoy a punto de salir veo la chaqueta de cuero del moreno en mi escritorio.
La veo dudosa y finalmente la agarro. Fuera de casa me abrazo a mí misma tratando de darme calor, a pesar de tener la cazadora todavía tengo frío. No es exactamente una buena hora para un taxi así que camino hacia la avenida, el lugar esta totalmente desolado. Miro a los lados perdida, no sé qué hacer.
—¿Necesitas ayuda?
Volteo y me encuentro con Alen Leblanc viéndome de arriba a abajo. Y de nuevo, por segunda vez, él llego a salvar mi día. O mejor dicho noche.
Y si.
Definitivamente necesito ayuda.