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CAPÍTULO 1
Me tiro en la cama y dejo las palomitas a mi lado. Acomodé absolutamente todo para hacer mi sábado de diversión, un maratón de mis series favoritas hasta que mis ojeras sean del tamaño de las de un panda, planeo introducirme completamente en el mundo de Netflix o en el peor de los casos, ver las series por Internet.
Rezo porque mi madre haya pagado Netflix, sino tendría que esperar un rato largo a que las series carguen gracias al asqueroso Internet del pueblo. Chillo de la felicidad al ver que mi madre si p**o la tarifa y me recuesto, la primera temporada de mi serie favorita se reproduce mientras yo como chatarra.
El tono de llamada de mi teléfono me hizo que me levantar de manera estrepitosa, miro el aparato fastidiada, quién quiera que llama a esta hora e interrumpía mi serie favorita se merece conocer mi fase grosera. Deslizo el dedo por la pantalla contestando la llamada de mi mejor amiga.
—¿Qué quieres? —gruño bajo el teléfono.
—Vístete.
—Estoy ocupada.
—Si con ocupada te refieres a volver a ver las temporadas de esa asquerosa serie entonces no, no estás ocupada. Abre la puerta —dice y cuelga.
Bajo las escaleras con notable fatiga, abro la puerta y pongo mi peor cara. Detrás de esta se encuentra una morena sonriente. La inspecciono lentamente envidiando cada partícula de su cuerpo, observo sus curvas prominentes y cara delgada con facciones delicadas, su cabello a los hombros cae rizado delicadamente, seguramente pasó la ultima hora arreglándolo. Frunzo el ceño al ver la forma en que viene vestida, la conozco, no va a dejar de insistir hasta sacarme de mi cama calientita y arrastrarme a alguna fiesta loca en la cual terminare irremediablemente ebria vomitando en algún lugar que no recordare. Al fin y al cabo yo siempre acepto, no voy a victimizarme.
—¿Qué miras, te gusto? —pregunta burlona y entra sin permiso.
—¿Te revolcaste por alguna carretera? —señalo su jean divertida.
—Ja, ja, muy graciosa estos —señala—. Son la última tendencia.
—Normalmente usas esos vestidos excesivamente caros ¿Qué estás tramando? ¿No me vas a arrastrar a una fiesta de niños ricos?
—Amas esas fiestas de niños ricos y no, no iremos a una fiesta está vez. Iremos a esto.
De su chaqueta saca dos tarjetas doradas y me las muestra mientras da saltitos cortos debido a sus largos tacones. Sé que son esas entradas, peleas clandestinas. En el patio del instituto siempre las venden, todos dicen que es lo máximo pero yo personalmente prefiero imaginarlo a estar allí. La fulmino con la mirada retándola.
—Primero, estoy viendo mi asquerosa serie, segundo ¿Si sabes que el ilegal? Podrían llegar policías y...
—Oh vamos Reev, no seas negativa. No sabes lo que tuve que hacer para conseguir estas entradas, estaban agotadas, hoy va a pelear un tipo nuevo en el pueblo o algo así escuché, ya sabes, no presté mucha atención. Además no creo que la cárcel de este lugar sea tan grande, va a ir la mitad del pueblo. —Mientras habla hace señas con las manos hablando de ello como si fuera un paseo a Disneyland y yo sé de sobra que no es así.
Levanto la ceja molesta. Algo me dice que ir a ese lugar es lo último que debo hacer.
—¿Se puede saber qué es lo que hiciste para conseguir esas entradas?
—No hice nada ilícito u explícito si es lo que piensas. Puedes ver tus series mañana, nos quedan unas semanas para el instituto, ¿Recuerdas?
Exhalo y asiento con la cabeza, después de todo estoy en vacaciones y mi mamá se encuentra trabajando en hospital, por un momento me siento mal por eso. Desde que salí de vacaciones no he podido pasar un momento de provecho con ella madre-hija debido a su estresante trabajo como enfermera, a veces llega tan cansada a casa que solo me da un beso en la frente y se va a dormir. Suspiro pesadamente y asiento con la cabeza levemente, mi amiga chilla y me abraza con euforia.
—¡Gracias, te amo!
Subo a mi cuarto con la morena pisándome los talones y comienzo a buscar en mi closet hasta encontrar un jean n***o ajustado y un crop top manga larga del mismo color. Me maquillo un poco, me pongo labial rojo y plancho mi cabello dejándolo completamente lacio.
—¡Uy nena, estás que arde!
—Lo sé, vamos.
Lil suelta una carcajada bajita y salimos del cuarto. Bajo las escaleras de mi casa mientras la morena habla de cualquier cosa, como de costumbre yo no le presto atención a nada de lo que dice.
—¡Reeva! —grita haciendo que casi me cayera del susto.
—¿Qué demonios te pasa Lillien? —exclamo agarrándome del barandal. Estuve a punto de caerme por el grito de mi amiga.
—¿Dónde está tu mamá? Me mata si se entera que secuestré a su pequeña e inocente hija —ironiza.
—Hoy le tocó guardia en el hospital, estúpida casi me matas del susto idiota.
—¿Tu papá?
—De viaje.
—¿Tu hermano?
—Probablemente en una fiesta.
La morena hace un gesto de alivio y para repentinamente.
—¿Y el perro?
—En el patio durmiendo, supongo.
—¿Le pusiste comida?
—Hace una hora.
Asiente con la cabeza aliviada y sigue bajando hasta que escuchamos la bocina del carro de Zak, sabía que mis amigos estaban planeando algo toda la semana, ¿Cómo no pude sospechar que me llevarían a una pelea ilegal?
El viaje en el auto fue divertido, hablamos de cosas al azar con la música a todo volumen, cada vez más nos acercábamos a un sitio poco alumbrado y solitario, comencé a asustarme por el aspecto del lugar. Zak aparca en la acera de una casa y bajamos junto a él.
—Zakady, ¿Dónde estamos? —pregunto observando todo.
Bufa al escuchar su nombre completo, se lo mucho que lo molesta que haga eso y si me dices "No hagas tal cosa porque me molesta" Créeme, trataré de hacerlo.
—Estamos a dos cuadras del edificio, nadie se estaciona en el para no levantar sospechas.
—¿Y no crees que sea sospechoso para los habitantes de este lugar que la gente venga, estacione en su acera y luego caminen a un edificio abandonado? —inquiero obvia.
—El dueño de las peleas no quiere que sea sospechoso para la policía, todas las personas de aquí saben que es lo que pasa.
—¿Y por qué no dicen nada?
El castaño levanta los hombros y me mira fijamente.
—No lo sé. Quien sea que hace esto debe ser muy poderoso como para tener toda una urbanización completa asustada.
—Me arrepiento tanto de usar tacones —se queja Lillien.
—Te lo dije —dice Zak guiñándole el ojo.
Dos cuadras después nos encontramos al frente de un gran edificio gris lleno de grafitis. En la puerta hay un gran cartel de "No pasar". Nosotros tres somos los únicos en el sitio, por lo que empiezo a dudar de la credibilidad de mi mejor amigo.
—¿Cómo se supone que pasaremos con eso? ¿Estás seguro que es aquí? —pregunta Lillien dudosa—. Quizás nos equivocamos de dirección.
—Nadie dijo que entraríamos por ahí —responde Zak tajante.
Siguiendo los pasos de mi amigo nos dirigimos a la parte trasera del edificio, una puerta negra más grande que la delantera que también tiene un cartel.
—¿Esta gente no puede ser más obvia? —preguntó en voz baja haciendo reír a mis amigos.
Mi amiga toca tres veces la puerta espera un momento y toca otras seis de diferentes formas. Un tipo moreno y fortachón abre la puerta viéndonos fríamente. Aquel hombre me da más miedo que el supuesto monstruo que vivía debajo de mi cama cuando tenía seis años, Zak le da un golpe con el brazo a Lillien y esta le entrega los boletos, el tipo los ve y nos deja pasar sin decir nada.
—Que miedo —murmura Lillien.
El olor de alcohol y tabaco inunda mi nariz rápidamente, la mano de mi amiga me aprieta mientras tratamos de caminar entre toda la multitud, el lugar es increíblemente grande y aun así está repleto, no sabía que en Silvertown había tanta población, buscaría en Wikipedia luego. Las personas me empujan y pisan mis talones sin querer, trato de no ser grosera e ignorar a toda esa gente ebria, cuando llegamos a la barra dejo mis manos sobre esta y exhalo.
—Vamos Reeva, no seas exagerada, ¡La noche es joven! Toma —extiende un vaso llena de algún líquido desconocido.
—No gracias Li, lo último que quiero hacer en este lugar es...
—¡Fondo! —grita Zak vertiendo toda la bebida en mi boca sin delicadez alguna.
Cierro los ojos y dejo el líquido pase por mi garganta quemando a su paso, con un poco de alcohol en mi organismo comenzaré a dejar la pena atrás.
—Vamos a acercarnos, la pelea comenzará en diez minutos —grita Zak por el ruido de la música viendo su reloj de mano.
Asiento y lo jalo yendo de la mano con mi amigo, nos colamos entre la gente hasta llegar a un punto cercano del cuadrilátero. Suspiro pesadamente y me sitúo entre todas las personas esperando a que comience la dichosa pelea, después de todo ¿Qué podría salir mal?