CAPÍTULO 15 —Lillien, ¿Se puede saber qué te pasa? —pregunto consternada—, ¡Lillien? Ella no me presta atención y sigue caminando. —¡Chicas, esperen! Escuchamos un grito y volteamos. Christian va corriendo detrás de nosotras, cuando llega se inclina un poco y reposa las manos en sus rodillas. —¿Las llevo? Veo a Lillien y ella alza los hombros. Después de todo, no tenemos quien nos lleve. Teníamos pensado en ir a la casa de Lillien, que queda apenas a unos tres minutos de aquí. —Claro —digo. Él nos señala su auto y caminamos hacia él. Cuando saca la llave su teléfono suena, al verlo hace un gesto de sorpresa y responde. La morena y yo esperamos mientras habla, ella impaciente le da golpes al suelo cruzada de brazos. —Basta —le digo. El sonido del tacón contra el suelo me molesta.