CAPÍTULO 17 Mis manos tiemblan y trato calmarme. Me meto el móvil en el bolsillo mientras me pregunto ¿Cómo llegó mi teléfono a mi casillero? Lo tiré accidentalmente cuando vi a aquel lobo de ojos rojos. ¿Cómo es posible? Cálmate, me digo internamente. ¿Y si alguien lo encontró mientras iba caminando por allí? Pero, ¿Cómo es posible que alguien sepa de que es mi teléfono? Todas esas preguntas se vienen a mi mente y un montón más que me temo, no tendré una respuesta lógica de ellas. Viendo el espacio de los huecos del casillero no es posible que allí entre mi teléfono, por lo que alguien tuvo que abrirlo y meterlo directamente. Y nadie más que yo sabe la contraseña, el ruido de las puertas siendo cerradas me distraen por lo que me doy cuenta que el pasillo se queda cada vez más solo. Cam