Capítulo 3

1860
Nerviosa tocó dos veces a la puerta Lidia, ya no se encontraba en su escritorio así que estarían absolutamente solos. La embriagadora voz de Collin, le anunció que pasara y en lo único que podía pensar era en ¿Por qué demonios debía tener un jefe tan atractivo? Si algo tenía claro es que no solo era una cara bonita, la publicidad era lo suyo, tan meticuloso a la hora de exponer sus ideas centrado y consiente de la otra parte donde ningún trabajo era demasiado pequeño, todo eso acompañado de una amable media sonrisa, mirada oscura y una voz envolvente y profunda que te hipnotiza. Habría que ser ciega para no notarlo donde sea que él, entrara. Tomando una larga bocanada de aire se preparó para lo que seguía y apretando la carpeta negra contra su pecho entró con la frente en alto y lista para recibir lo que tenga para exigirle. — Adelante Caroline, toma asiento La invitó de pie junto a una pequeña mesa de cristal al otro extremo de su oficina con el almuerzo dispuesto. Dudosa se acercó hasta una de las sillas con la intención de acabar de una vez con toda la incómoda situación. Odiaba sentirse atraída por él. Odiaba que fuese tan atractivo. Pero lo que más odiaba en este momento era su calma, podría decirle que sí, y acabar con el sufrimiento de ambos — Un momento, períteme La detuvo antes que tomara asiento y rápidamente se acercó para apartarle la silla anteponiendo sus modales ante todo. Incómoda por la atención que estaba recibiendo por parte de su JEFE, se sentó en silencio y aguardó a que él, hiciera lo mismo. Pero no, verla tan quieta y callada le hacía ver a Collin, lo nerviosa que estaba así que aprovechando esa ventaja se inclinó sobre su hombro y deslizando cuidadosamente su mano sobre la delicada muñeca de Caroline, descendiendo hasta sus dedos tomó la carpeta que apretaba como escudo protector contra su pecho… — ¿Son los puntos a tratar? —preguntó muy cerca de su oído provocándole un escalofrío al sentir en choque de su cálido aliento mentolado contra su oído. —…Sí señor — Caroline, vamos a almorzar juntos deja el “señor” por un par de horas — Me encuentro en el trabajo, es el protocolo a seguir con mis superiores — Ya te dije que nada de superiores, nadie es mejor, son solo trabajos distintos pero cada uno muy importante — Claro… — Hueles rico —susurra tomando una profunda bocanada del aroma a ella y su perfume — No hagas eso Collin, vamos a trabajar Ouch. Lo había puesto en su lugar pero escucharla llamarlo por su nombre lo valía. Se sentó frente a ella ojeando la carpeta antes de dejarla a un lado. — Espero que el sushi sea de tu agrado ¿vino? — No, con agua estoy bien, gracias —rechazó la copa — ¿Segura? Si es por mí no te restrinjas —le guiña — No lo hago, solo no soy una persona de vinos — ¿Qué es lo tuyo? —preguntó con interés — Ahora mismo el agua. No creo correcto tocar ese tema con usted — Entonces hablemos de ese novio que mencionaste —no aguantaba las ganas de tocar ese tema — No — ¿Hace cuánto salen? — Un tiempo ¿va a leer el documento que preparé? — Eventualmente… ¿es serio, cuál es su nombre? —insistió, necesitaba sacarlo de su camino — Todo compromiso lo tomo muy en serio, no suelo jugar con la gente — Me alegra saberlo —le sonrió en respuesta, lo estaba provocando — ¿Podemos trabajar en el documento? — Estamos almorzando, relájate Caroline —pide reclinándose en el respaldo de su silla — Me ha citado para discutir este asunto durante el almuerzo ¿Qué está haciendo usted? — Cambié de parecer —se encoge de hombros restándole importancia—. Come —señaló su plato — Siendo así, lo dejo a solas con su sushi —intentó levantarse — No te atrevas a levantarte y come —demandó levantando un poco la voz, era una orden — Bien —se dejó caer contra el respaldo cruzándose de brazos—. Hay que darle los toques finales, hoy no tengo mucho tiempo debo terminar los libros — Responde mis preguntas — No le voy a decir cómo se llama —advirtió seria — ¿Dónde trabaja? — En este edificio… —soltó sin pensarlo — ¿A qué se dedica? —exigió saber analizando las posibilidades de haber visto al tal novio por allí —…Abogado —murmuró recordando el buffet que se encontraba en los primeros pisos del edificio—. Tengo un libro que completar, no me gusta perder el tiempo — ¿Insinúa que la hago perder su tiempo señorita Makis? —alzó las cejas sorprendido — El almuerzo, dos horas es algo absurdo, treinta minutos es suficiente para comer algo — ¿Cómo se conocieron? — No voy a responder a eso Bien Caroline, tenía razón y no iba a ser fácil pero tampoco esperaba que lo fuera, no se trataba de una mujer cualquiera ella era diferente y eso lo atraía como loco y no le quedaba más que observarla como si se tratara de la criatura más extraña que haya tenido el placer de contemplar. Se pasó todo el almuerzo fijándose en sus movimientos desde como sostenía los palitos hasta el modo en que masticaba o como se sentaba, hacia donde miraba, sus labios cuando bebía un sorbo de agua…, lo tenía sudando — Esto es incómodo —susurró colapsada con esa seductora mirada en todos sus movimientos — Veamos el documento —suspiró tomando la carpeta — ¿Puedo sugerir volver a la dinámica usual? — ¿Por qué huyes? — No lo hago señor, pero los comentarios y preguntas que me hace son inapropiados y nada profesionales — No pierdo la esperanza que digas que sí — ¿Y cree que obligándome a tener una “cita” me va a convencer? — Solo intento demostrarte que hay más de mí de lo que has visto en el trabajo hasta ahora —confiesa—. Es primera vez que hablamos de algo más que trabajo y es muy agradable — Lo siento pero esto no va a pasar Con su orgullo bien en alto Caroline, se retiró de la oficina y cruzó la puerta ignorando la orden de su jefe de regresar a la mesa, necesitaba estar lejos y alejarse de su encanto. Ya resultaba bastante complicado resistir sus miradas descaradas como para poder mostrarse desinteresada en sus insinuaciones también. El atractivo y buen porte de ese hombre lo hacían irresistible. No era ciega, Collin, te absorbía con una mirada de un modo difícil de explicar y estaba su ego, que un hombre como él, la deseara tenía algo excitante. Pero se rehusaba a cumplir con sus caprichos, todo el mundo sabía que involucrarse con el jefe solo podía terminar de un solo modo DESPEDIDA. SIN TRABAJO. La misión en la vida de Collin, de pronto tuvo nombre y apellido “Caroline Makis” la principal causante de una semana infernal. Estaba hecho un gruñón pero solo porque la señorita Makis, parecía tener respuesta para todos sus intentos por aproximarse a algo más “íntimo”. La semana siguiente, una nueva semana para Caroline, evitando las tristes miraditas de su jefe la hacían ansiar que llegara la hora de la salida, convirtiéndose en su parte favorita del día, podía dejar los problemas en la oficina e intentar relajarse en casa. Hasta que ese lunes coincidió con un apuesto abogado que le sonreía cada vez que la veía. Se conocieron el día que Caroline, fue a su entrevista de trabajo, aunque por un par de meses su relación no pasó más que de un simple “buenos días, buenas noches” ahora tenían pequeñas conversaciones que no duraban más que un minuto, lo que tardaba el asesor en llegar a su piso. Pero en esta ocasión el abogado finalmente se atrevió y le invitó a tomar un café, y lo hizo al bajar del elevador, no quería público. — Hace meses que quiero hacer esto ¿quieres ir por un café? — Oh… —se mostró sorprendida momentáneamente — Sé que he sido lento, pero así soy yo pienso, pienso y pienso en todo antes ir al grano —explicar de inmediato. — Un café suena bien — ¿De verdad? —reaccionó sorprendido porque la seria Caroline, haya aceptado — Si —le sonríe con timidez y algo ruborizada — Entonces vamos Con una radiante sonrisa el abogado le señaló la salida dispuesto a no perder más tiempo. — ¿Hablas de ahora? —desconcertada lo observó, si había algo que odiara más, eso era no planear las cosas. — Ahora mismo, antes que mi cabeza me detenga — Eh…, bien, vamo-s… — ¡Caroline! Y ese era Collin, saliendo del ascensor del lado. En cuanto vio la incómoda mirada de Caroline, supo que algo pasaba así que no dudó en acercarse a ella apenas la vio. — Señor Dermoth ¿hay algo que pueda hacer por usted? —dijo alarmada — ¿Este es tu novio? —frunció el ceño sobre el joven abogado analizándolo de pies a cabeza — ¿Cómo dice? —chilló avergonzada, la había descubierto en su mentira — El novio del que me hablaste y tú eres…, Richard, el nuevo no tan nuevo interno del señor McDaniel ¿estoy en lo correcto? — ¿Novio? —repitió Richard, mientras observaba con curiosidad a Caroline — SEÑOR DERMOTH ¿necesita algo de mí? —siseó apretando sus dientes Entendía perfectamente lo que estaba haciendo y no podía traer nada bueno. Definitivamente la excusa que usaba con Collin, estaba a punto de arruinarse — ¿Tienes novio? —soltó con indignación—. ¡Acabo de invitarte un café! Podrías haber dicho no —se quejó lanzándole una miradita de superioridad. — ¿Por qué habría rechazado tu invitación? —replicó Caroline, con el ceño fruncido, ese tono que usó no era agradable y estaba a punto de hacérselo saber — Porque es una cita —replicó imitando su tono de molestia — No tengo novio —confesó atrapada—. Y nunca dijiste que fuera una cita —lo fulminó con la mirada—. ¿Un café? Eso no es una cita en absoluto No pudo evitar alzar la voz furiosa con Collin, por haber provocado todo a propósito él, sabía que no existía ese novio. — Adiós Richard —se burló Collin, despidiéndose con una mano—. Cuando te conviertas en hombre vuelve a intentarlo, aunque no creo que ella esté disponible para ti, o para nadie…, ahora sigue tu camino y olvida ese café Collin, adoraba tener la última palabra y en este momento sin duda había sido así. Cuadrando los hombros utilizando su postura de seriedad fulminó a Richard, se alejara solo para demostrarle que no estaba jugando.
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