Capítulo 4

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— ¿Qué es lo que está mal con usted, no es capaz de respetar los límites? —explotó furiosa y avergonzada al quedar en evidencia—. No puede ni tiene derecho a inmiscuirse de este modo en mi vida privada — Caroline… —ronronea de muy buen humor—. No hay ningún novio —suspira aproximándose peligrosamente — Eso no es problema suyo — Sigo esperando por ese sí… —le recuerda con voz suave — Y lo seguirá haciendo —replica—. “Esperar” ¿le han dicho que es muy poco ético hacer propuestas indecentes? Porque para acabar con esto yo podría simplemente ir y poner una denuncia por acoso s****l porque eso es lo que hace con esta actitud Espetó manteniendo la calma pero harta de su maldita actitud de metrosexual, si tenía que ser aún más clara iba a serlo, ya no se iba a quedar callada o a ignorar sus insinuaciones. Pero cuando se atrevió a mirarlo a los ojos esos tan expresivos y encontró una perfecta sonrisa en sus labios se exasperó — ¡Basta! — Voy a conseguir mi “sí” Caroline, no te obligaré pero si te haré gritarlo Indignada pero consciente del lugar en el que se encontraban teniendo esa conversación dio media vuelta y salió del edificio con Collin, pisando sus talones olvidó por completo su auto en el parking subterráneo, necesitaba alejarse de ese hombre así que se subió al primer taxi que se detuvo y se marchó a casa. A diferencia de Caroline, Collin, se sentía más que satisfecho con lo logrado él, sabía que ella inventaba lo del novio para mantenerlo alejado, lo sabía porque la había estudiado por toda una semana. El trabajo que le estaba exigiendo la forzaba a hacer horas extras y él, con deleite seguía cada uno de sus movimientos a través de las cámaras de seguridad. Nunca recibió una llamada de nadie, nunca la fue a recoger, ni siquiera un mensaje de texto. Lo cual no dejaba de ser extraño, pero luego lo descartaba, no era nadie para juzgar su vida social. La mañana del martes reinició su juego de colmarla de tareas para retenerla por más tiempo del habitual en la empresa, tuvo la grandiosa idea de pedirle un inventario de todo el personal y sus antecedentes actualizados, lo que le garantizaba al menos tenerla allí una hora más. El día miércoles, quiso que digitalizara los contratos de la empresa volviéndola loca con tanto papeleo y era plenamente consciente que ese no era su trabajo pero como no estaba dispuesta a caer en su juego o a confrontarlo, en su lugar decidió ignorarlo. Ignoró cada invitación a almorzar y rechazó sus sonrisas. Viernes, nuevamente viernes día de la reunión semanal. Emocionado Collin, aguardó hasta las 10 de la mañana, hora exacta en que Caroline hizo ingreso en la oficina pero para curiosidad de Collin, lo hizo seguida por la secretaria, Lidia, armada con su libreta y lápiz, lista para tomar notas. Decidió no objetar y en su lugar permaneció en silencio observándola a ver cuál era su plan. La semana pasada Caroline, tuvo la gran idea de concertar una junta informativa con uno de los contratos en desarrollo a la misma hora de su reunión por lo que no tuvo su momento a solas con ella, en su lugar usó a Lidia, para que le hiciera llegar la información necesaria. — Buen día señor Dermoth — Muy buenos días Caroline —la saludó mientras se acercaba al escritorio observándola anonadado, los andares de aquellas caderas lo idiotizaban. — ¿Está listo para revisar la agenda de la próxima semana? — Siempre —asintió con voz seductora — Bien, Lidia, por favor acércale la agenda al señor Dermoth Curioso por descubrir que es lo que tramaba la dejó hacer lo que quisiera claro, usó a la pobre secretaria como intermediaria. Lidia, leyó la agenda y tomó notas luego que discutieran algunos puntos en conflicto. — Gracias Lidia, eso es todo —la despachó Collin. — Con su permiso señor —desapareció de inmediato. — Eres una provocadora, siempre me ha gustado como luces ese traje Caroline, llevaba una falda de tubo, chaleco ajustado sobre una blusa gris y bléiser a juego, una fantasía hecha realidad, oficinista sexy. — ¿Perdón? Mi vestuario no entra en discusión SEÑOR — ¿Por qué no? ¿No estoy autorizado a decir que lo que llevas realza tu cintura perfecta? —sonríe con picardía — Absolutamente no, no le he dado semejante confianza así que ya basta de tomarse atribuciones y solo hábleme de trabajo ¿quedó claro? — Mañana es la cena de inversionistas ¿a qué hora te recojo? Decidió abandonar el tema asustado de haber cruzado la raya. Se levantó de su escritorio acercándose a ella con cautela. — ¿Recogerme? ¿De qué está hablando? Desconcertada por esa mirada tan directa que le lanzaba de tan cerca y esa postura relajada combinada con una media sonrisa le provocaban un nerviosismo inexplicable, ni siquiera intentaba tocarla él, solo estaba allí de pie sosteniéndole la mirada — Vas a ir conmigo, necesitamos inversores — Pero… ¿Yo? — Sí. Tú —asiente dejando su jueguito de lado — Bien, siendo así nos veremos allí —suspiro resignada, tenía razón. Es trabajo. Intentó mantenerlo lo más profesional posible pues sabía que lo hacía para estar a solas con ella y poder convencerla para caer en su cama, pero no estaba dispuesta a rendirse. Se mantendría firme. — No, tú vas a ser mi acompañante, es solo una invitación —aclaró encogiéndose de hombros intentando ocultar su sonrisa. — Siendo así debe buscarse una cita, me niego a ser su acompañante bajo ninguna circunstancia —protestó decidida a no caer en su trampa — Más tarde te envío un mail con mi dirección, ve a terminar lo que tengas pendiente hoy trabajas media jornada —ordenó regresando a su escritorio Frustrada y molesta porque tomara decisiones por ella cuando no permitía que nadie lo hiciera regresó a su oficina a continuar con su trabajo ya que ahora además de terminar antes debía conseguir un vestido para la cena. En cuanto a Collin, se sentía emocionado con el hecho de conseguir tiempo con Caroline, fuera del trabajo aunque sí se tratara de trabajo. Y con su buen humor instalado llamó a sus amigos para almorzar. Siempre era un agrado salir con ellos a pesar de tener dinero lo mantenían con los pies en la tierra, desde que eran niños sus padres se esforzaron en criarlo con humildad, sin abusar de los lujos y siempre pensando en quien no tiene. Ahora que por fin tiene esta oportunidad de estar con Caroline, fuera de la oficina solo puede pensar en cómo inició esta obsesión por ella. El día que llegó a la entrevista con esa sofisticada manera de vestir, su cabello luciendo perfecto y esa voz sensual…, siendo una chica hermosa e inteligente. Y no, no fue su apariencia lo que llamó su atención, fue el modo en que hablaba, su convicción acerca de lo que podía aportar a la empresa lo que lo cautivó. Su interés solo fue profesional en un inicio ya que solo tenía una cosa en mente y esa era sacar a flote su empresa a como dé lugar. Dos meses pasaron y sus amigos lo confundieron con su visita a conocer las instalaciones. Fueron ellos quienes despertaron el interés amoroso por Caroline, que ahora tanto lo vuelve loco. Ese día en DERMOTH, hace 8 meses atrás fue cuando conocieron a la misteriosa y formal mujer que trabaja para su amigo… — Buenas tardes señores ¿Qué puedo hacer por ustedes? Caroline, fue quien los recibió ese día. Lidia, se encontraba en su descanso y no le molestaba encargarse de su lugar en lo que regresaba. — Buenas tardes amor, estamos aquí para ver al señor Dermoth Le sonrió el chico de ojos oscuros con cierto humor en su tono. La eficiente señorita Makis, enseguida revisó la agenda de citas sobre el escritorio de Lidia. — ¿El señor Hall, y el señor Ric? — Así es amor — Muy bien, una cita personal. Enseguida los anuncio. Levantándose con toda la elegancia del mundo Caroline, se dirigió al despacho de su jefe, tocó dos veces a la puerta y entonces entró. — Señor Dermoth, los señores Hall y Ric, están aquí — ¡Perfecto! Que pasen de inmediato — Sí, señor ¿desea que Lidia, les taiga algo? —ofreció tan seria como de costumbre. — No, que Lidia, cancele el resto de mis actividades — Por supuesto — Queda a cargo señorita Makis, le voy a enseñar la empresa a mis amigos y luego nos retiramos, como siempre puede llamar si así lo desea — Pierda cuidado, señor. Dirigiéndose a la pequeña recepción en la que se encontraba el lugar de trabajo de Lidia, aguardaban estos dos hombres cuál de ellos más apuesto, ambos de al menos 1,80m de altura, ambos de cabello castaño, aunque a diferencia de Collin, Deker Hall, lo tenía lacio y lucía un muy atractivo hopo, corto a los costados y alto en la parte delantera, mientras que Harry Ric, lo usaba estilo militar. — El señor Dermoth, los espera Anunció Caroline, con respeto, era difícil ignorar las sonrisas perfectas de ese par sabía perfectamente que no dejaban de observarla. — Muchas gracias, amor — Espero volver a verla, señorita Makis —guiño Harry, antes de retirarse. Intercambiando cómplices miradas, entraron en el despacho de su amigo, quien los esperaba impaciente. — ¡Señor Dermoth! Saludó Deker, feliz de ver a su amigo tan bien en la formación de su gran proyecto. Con cálidos abrazos los amigos se saludaron antes de aflojarse el nudo de la corbata. — Llevo 5 minutos aquí y ya estoy estresado ¿vamos a comer o qué? — Harry, idiota, siempre tan sincero —se mofó Collin, con diversión — A lo que hemos venido, queremos ver tu empresa viejo, lo has conseguido a pesar de las protestas del tío Terrence. — Gracias Deker, sé que mi papá es testarudo y un hueso duro de roer, odia las cosas nuevas, pero tenía que tomar mis riesgos, de algo que hayan servido los 5 años en la mejor universidad — ¡Exacto! Ahora por favor vamos por ese recorrido y a comer algo Deker, me arrastro aquí a penas nos registramos en el hotel —protesta Harry, con una burlona sonrisa. — Claro Harry, pero les dije que no era necesario que estuvieran en un hotel, mi apartamento es amplio, mi casa todavía no está lista, mamá insiste en que no es bueno para las “vibras” del hogar habitarla mientras sigue las obras — La tía Adelaide, es una mujer sabia, obedece a tu mamá, Dermoth. — Harry, siempre tan soso, claro que no voy a quedarme allí, además el apartamento está en un buen lugar rodeado de todo lo que necesito y mucho más cerca de la empresa —explicó Collin, relajado y despreocupado — Bien, bien, muevan sus traseros, quiero ver lo que has hecho durante estos meses en los que nos has ignorado completamente —sonrió Deker, hacia su amigo. Dicho esto, les dio un tour por todas las áreas y enseguida se marcharon a almorzar. Collin, hizo reservas en uno de los restaurantes a los que suele ir con sus clientes, el dueño lo va conociendo bien, así que tuvieron la mejor mesa y un servicio personalizado. — Vaya belleza de secretaria te has buscado —comentó Deker, dejando su servilleta sobre su plato vacío, luego de ponerse al día y del exquisito almuerzo. — Creí que los estereotipos no iban contigo —coincidió Harry. — Si, aunque se ve sofisticada, elegante y como una fiera —insinuó Deker. — Par de babosos —rió Collin, divertido por los comentarios de sus amigos, siempre pensando con las bolas. — Y está bien proporcionada —añadió Deker, dibujando una silueta de medidas perfectas en el aire con ambas manos — Ese cabello lacio te incita a jalarlo —afirmó esta vez Harry, siguiendo el juego de Deker. — Y las gafas sin montura..., toda una fantasía de la secretaria sobre el escritorio… —continuó fantaseando Deker, acompañado de un obsceno gesto de su pelvis. — Si idiota, queremos saber todos los detalles cuando ocurra Collin, solo los observó con una media sonrisa oculta bajo su barba de una semana, siempre sucedía, cada vez que se reunían terminaban hablando del mismo tema. Mujeres. Sexo. — ¿Va a dejar de parlotear el par de pendejas chismosas? Si hasta nos crearon una aventura, díganme ¿ya planearon un fin de semana fuera? —se mofó divertido, su momento de “chicos” estaba siendo bueno. — Oye, no nos culpes la secretaria esta buena —se defendió Deker, sin más para añadir. — La diosa no es mi secretaria, es mi filtro —aclaró Collin, antes que continuaran con sus fantasías—. Mi secretaria tiene 23 y es una criatura de lo más silenciosa y algo robusta, pero encantadora — ¿Tienes dos secretarias? —chillo Deker, algo indignado. — Que no, hijo de puta ¿No te cansas de repetirte todo el tiempo? —gruño Collin. — ¿Que carajos es un filtro? —exigió saber Harry — Viejo, esa mujer es la encargada de facilitar mi vida, mi mano derecha, se encarga del personal, todos los asuntos llegan a ella, los evalúa, si está en sus manos se hace cargo, sino me envía trabajo y tengo en que pasar mis días — Es tu maldito ángel guardián —concluye Deker, algo celoso — Te cuida el culo y protege tus intereses —asiente Harry, resumiendo las palabras de Collin. — En pocas y pobres palabras — Apuesto que no podrás resistirte mucho más a sus encantos —insinúa Deker — Si y conociéndote, vas a fantasear con ella todo el tiempo y cuando tus bolas estén a punto de explotar, iras por la chica a último momento —ríe Harry, con una sonora carcajada — Apuesto por 2 meses máximo para que pierdas la cabeza — Que canalla Deker, es nuestro amigo…, digo 4 meses como máximo Ambos ríen a costa de Collin. — Son unos amigos de mierda —los acusa Collin, en un gruñido — Predecimos tu aburrida vida s****l —deja claro Harry — Eres casi virgen, tarado —se burla Deker — El que me dedique a otras cosas no significa que no tenga tiempo para mujeres — Te falta mundo y unas cuantas zorras que te enseñen a ser machito — ¡Harry! ¿Cuantas veces te he dicho que no hables así de las mujeres? —protesta Collin muy en serio—. Me tomo mi tiempo, quiero que me gusten yo no las uso, me relaciono, tarado — Pérdida de tiempo —se vuelve a burlar Deker—. Hay que divertirse, ya habrá tiempo para buscar a la "indicada", Collin. — Babosos
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