Capítulo 5

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A Collin, nunca le han gustado las “relaciones” de una noche, o de unas horas en cambio a sus amigos parece írseles la vida en ello, es su deporte preferido. — Eres un puto señorito, aunque bebes como si no hubiera un mañana Dermoth — Ahora sí que estoy oficialmente indignado Harry, tomas vodka como si fuese agua y tu Deker, niño bonito, la cerveza no la sueltas ni para dormir, así que... Ya que somos unos alcohólicos y han hecho sus predicciones... ¿Podemos ir a otro lugar? No estoy seguro que este restaurante tenga suficiente stock de bebidas alcohólicas para los tres — Deja de hablar como señorito con nosotros Collin —se queja Harry, muy serio. — Carajo ¿No puedo hacer nada sin que tengan algo que decir al respecto? —protesta con humor — "Respecto" ahí estas otra vez señorito —lo regaña Deker — Estamos en un restaurante, suelo venir aquí con clientes par de retrasados, ya no estamos en Dublín. — Ojalá lo estuviéramos, seguramente ya estarías borracho a más no poder…, ay…, qué tiempos aquellos, ¿verdad Harry? —Sí, Dek, ya tendríamos a la tetona de Sally, llenando nuestros vasos sin tener que pedírselo… La mañana siguiente Collin, llegó con una resaca monumental a la oficina y no pasó desapercibido por Caroline. Aquel día comenzó a notar su naturaleza. Ese día se dio cuenta de lo realmente atractiva que es la señorita Makis. Con sus 1.75m de altura, un cabello liso y de un perfecto castaño oscuro a juego con su mirada intensa que mezclada con su perfecto maquillaje de ojos y su labial siempre rojo, delgada y siempre llevando los colores n***o, blanco y gris que en ocasiones combinaba con rojo, lo que conseguía resaltar sus carnosos y naturales labios. Labios que no dejó de mirar en cada ocasión que le hablaban. Hasta ese almuerzo con sus amigos no se había dado cuenta que esa mujer le gustaba, sabía esos detalles desde el día uno. Deker y Harry, estaban en lo cierto, pero se negaba a aceptarlo. Intentó mantenerse alejado de aquellos pensamientos, no era correcto, no estaba bien pero precisamente eso era lo que le gustaba, el sentimiento de querer lo prohibido. Caroline, dejó el trabajo temprano, pero no sin antes dejarle instrucciones a Lidia, en caso de emergencias. Necesitaba encontrar un vestido que estuviera a la altura de su acompañante, lo que no saldría barato y para eso debía salir de su presupuesto y estar a la par de Collin, que siempre estaba elegante con sus trajes de sastre a medida. Tras las dos horas que le tomó encontrar el vestido ideal, n***o, por supuesto, con la espalda descubierta, de mangas largas, algo corto pero no lo suficiente para ser objeto de miradas indeseadas. Sin escote delantero y unos maravillosos tacones de aguja negros muy clásicos, perfectos para dejarle claro el mensaje a todos Estoy con él, pero no soy su cita. Era lo único que le importaba ya que no pudo librarse de esa cena, aunque ni siquiera lo intentó, solo quiso evitar una nueva discusión con Collin, iba entendiendo lo mucho que le gustaba provocarla, hacerla enfadar. Independientemente de lo que fuese a ocurrir esa noche la tarde siguiente luego del trabajo hizo una cita en su salón preferido para arreglar su cabello, solicitó algo simple, su cabello acomodado sobre uno de sus hombros, mientras que el otro dejaba a la vista su cuello. No porque fuera trabajo iba a dejar de arreglarse. Eso jamás. Agotada llegó a casa y ya eran las 7 de la tarde, solo le restaba una hora para cambiarse, afortunadamente tenía el maquillaje y el peinado listo por lo que una vez en su templo necesitando un momento sola para ella y sus pensamientos pateó sus tacones junto a la entrada, colgó el vestido en el perchero junto a la puerta, dejó caer su bolso al suelo convirtiéndose en la despreocupada Caroline, libre de responsabilidades y libre de comentarios sobre ella, porque no había cosa que odiara más que los chismes, eso y el kétchup. Necesitando desesperadamente un baño llenó la tina para relajarse y preparar su cabeza para una velada junto a Collin, su apuesto jefe que no hace más que tentarla y provocarla con su arrebatadora sonrisa torcida y esos comentarios a los que él, llama “sinceros”. Sabía que lo mejor era evitar cualquier tipo de “relación” con él, este es el trabajo que había estado esperando por mucho tiempo luego de una etapa realmente difícil en su vida y ahora que finalmente las cosas se estaban calmando y podía estar tranquila sin tener que pensar en cómo llegaría al siguiente mes, ahora que finalmente eso no era un problema y todo gracias a Collin, aunque él, no lo supiera. Cuando el reloj marcó las 8pm, la tranquilidad acabó, aun metida en la bañera Caroline, revisó su correo. Collin, había quedado de enviarle su dirección, y así fue, en un mail demasiado breve adjuntó un simple mensaje que decía que la esperaba en su apartamento a las 9 de la noche. Se sintió algo decepcionada, esperaba algún tipo de comentario sobre la noche que les esperaba pero solo estaba la dirección, sin salido, sin despedida, solo una dirección. Lista para enfrentar el impacto de Collin, en esmoquin, se preparó para la cena, retocó su maquillaje, se pintó los labios con su tono preferido “Diva red”, se perfumó y armada con su pequeño bolso se marchó. Sintiéndose realmente nerviosa no pudo ni siquiera comer algo antes de salir, la ansiedad por acabar con el asunto de la cena sin contratiempos o momentos incomodos con su jefe tenía sus nervios de punta. Decidió conducir y como de costumbre llegó antes. 15 minutos esperó a que dieran las 9 de la noche para poder enviarle un mensaje lo más impersonal posible… Caroline [21:00]: Ya estoy aquí ¿nos vamos? Collin [21:01]: Sube Caroline [21:01]: “No, es innecesario. Lo espero en la entrada” Revisó su maquillaje en el espejo retrovisor y se bajó del auto. A paso lento caminó hasta la entrada del edificio y no pasaron ni siquiera 5 minutos cuando un apuesto Collin, cruzó la puerta tal y como lo había previsto Caroline, luciendo un elegante esmoquin n***o y esa mirada penetrante instalada en su rostro analizando su atuendo de pies a cabeza sin ningún pudor — Wow Caroline…, estás preciosa —sonrió maravillado, no podía dejar de mirarla — Gracias señor Dermoth — Caroline —suspira volviendo en si—. Esta noche tendrás que llamarme Collin — Está bien ¿nos vamos? —insistió impaciente por quitar su mirada de ella — Por supuesto Sintiéndose con suerte Collin, se atrevió a rodear la fina cintura de Caroline, consiguiendo que se tensara en el momento en que sintió la calidez de su mano sobre su piel desnuda en la parte baja de su espalda. Reprimiendo su sonrisa de estúpido por no haber sido rechazado la llevó hasta la limosina marchándose de inmediato a la dichosa cena. Tensión, tensión, tensión y vagas conversaciones hicieron del trayecto algo extraño, a ratos incómodo para ella, no así para Collin, que disfrutaba de su compañía emocionado de tenerla sentada junto a él, luciendo tan hermosa y con esas piernas perfectas tentándolo, desafiándolo a acariciarlas. — ¿Lista Caroline? Observó su rostro con una media sonrisa, sabía que no era correcto el modo en que intentaba acercarse a ella, pero la tentación era tremenda, estaba tan hermosa que no flecharse era un pecado. — Sí, vamos Preparándose para lo que seguía Caroline, se dispuso a bajar del auto cuando la puerta junto a ella se abre y aparece el amigable chofer ofreciéndole su mano con cortesía ayudándola a salir del auto. Con prisa aceptó la ayuda necesitando algo de aire fresco antes de “iniciar” la noche. Pero no consiguió dar un solo paso cuando tuvo nuevamente a Collin, a su lado rodeándole la cintura provocando un nuevo estremecimiento. — Prefiero que no hagas eso, es un gesto demasiado íntimo —protestó con disimulo soltándose de su agarre — En ese caso toma mi brazo —ofreció a cambio — Puedo ir yo sola — Claro que no, hemos venido juntos, no discutas y toma mi brazo Tomada del brazo de su jefe Caroline, dejó que la guiara hasta la entrada donde lo observó en silencio tan seguro y confiado que ni cuenta se dio cuando ya se encontraban en la recepción y Collin, saludaba a un extraño presentándolos a ambos. Volviendo en sí se unió al plan que los llevaba esa noche allí pasándose la siguiente hora hablando de trabajo y tenía que admitirlo ambos estaban tan entusiasmados mencionando números, expectativas, planes a corto plazo, etc. Era lo que buscaban lo cual hacía muy feliz a Caroline, lo disfrutaba aunque a su lado Collin, parecía a ratos más y más malhumorado. La cena fue un lujo, el salón principal era hermoso con decoración temática de invierno, arreglos florales blancos en el centro de cada mesa y detalles en todo. En la siguiente estancia una orquesta animaba y luego de la comida todos parecían más relajados y las conversaciones de negocios continuaron. — Collin —llamó su atención—. Necesito ir al tocador —susurró con discreción — Dame 5 minutos y te acompaño —sonrió al sentirla tan cerca — No es necesario, puedes soltar mi brazo y yo misma encuentro el tocador, no necesito chaperón para ir al baño — Regresa pronto —le advirtió en tono “jefe” — Claro, dónde más iba a ir… Suspirando de alivio al conseguir apartarse un momento de Collin, pues ya se sentía mareada con su cercanía, era encantador y había entregado tarjetas a lo loco gracias a su habilidad para comunicar. Se refrescó frente al espejo y retocó su maquillaje con toda la calma del mundo. A un lado un par de mujeres hacían lo mismo pero al acabar la tarea se retiraron, todos menos una hermosa rubia de ojos azules que la observaba con curiosidad. — Hola —saludó mirándola a través del espejo — Buenas noches —contestó con educación — Vienes con Collin, los he visto toda la noche juntos —comentó con un extraño tono — Hemos venido juntos, así tiene que ser —se encoge de hombros restándole importancia — Claro… —la escrutó con la mirada unos instantes—. Me preguntaba si me permites un momento con él, a solas — ¿Cómo dices? — Está claro que han venido con el mismo objetivo “trabajo” lo que quiere decir que no están juntos y yo no quiero hacer negocios con él, precisamente — Oh…, claro, supongo que…, que está bien Por algún motivo aquello no le supo bien, se sintió extraño permitirle a la extraña estar a solas con Collin…, no es que necesitara su permiso pero…, la confundió. — ¡Ay, gracias! —sonrió y se encaminó a la salida—. Por cierto —se detuvo en la puerta—. Ese vestido te queda como guante de seda La entusiasta rubia desapareció dejando a Caroline, sintiéndose como una idiota ¿por qué le importaba tanto que ella se interesara en Collin? ¿Qué pensará él? Como sea. No tenía derecho a interferir así que tomando su bolso salió del tocador y se decidió a ir por una copa de algo más que solo champagne. En la barra bebió un Martini mientras le echaba un vistazo a todo el salón con todos felices vestidos de etiqueta y las mujeres presumiendo sus encantos y muy pocas intentando hacer negocios, que machismo, todas eran simples adornos del brazo de alguien — Buenas noches, ¿le molesta si la acompaño en la silla junto a usted? Un elegante hombre de pie junto a ella, la sacó de sus divagaciones regresándola al presente, con una media sonrisa accedió a que se sentara. — Un placer, soy Dorian West ¿con quién tengo el placer de hablar? — Caroline Makis, mucho gusto. El desconocido le ofrece su mano, la que ella estrechó sin titubear. Sus modales ante todo. — ¿Qué hace una mujer tan hermosa sola en la barra? ¿Su acompañante no la trata como merece? — No se preocupe por mí, señor West, estoy muy bien. — Voy a ser algo impertinente con la siguiente pregunta pero visto su seguridad y modales voy a hacerla ¿Es usted la cita de alguien, o viene por negocios? — Definitivamente negocios —le sonríe con educación. — Entones hablemos ¿a qué rama pertenece? — Marketing y publicidad. — Y yo tengo una cadena de automotoras necesitada de asesoramiento, ¿le interesa? — Absolutamente señor West Aliviada por la distracción que le proporcionaba el hombre maduro que en un comienzo creyó que solo buscaba seducirla con entusiasmo entablaron una conversación, Caroline, mostró sus mejores cartas para convencer a este misterioso señor que su compañía era la indicada para ofrecerle lo que necesitaba.
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