Reencuentro.

1174 Palabras
Me despierto lentamente en mi acogedora habitación en Brera. El sol se filtra suavemente por la ventana, invadiéndome con una sensación de paz al empezar un nuevo día. El aire fresco de la mañana acaricia mi piel, haciéndome sentir viva. Me levanto de la cama y me estiro, sintiendo cada músculo despertar. Observo por la ventana y siento el aire fresco de la mañana, acariciar mi rostro. El clima en Brera es perfecto, ni demasiado frío, ni demasiado caliente, simplemente perfecto. Me pongo ropa cómoda y bajo a la cocina, decidida a preparar el desayuno. Al llegar, me doy cuenta de que todo ya está listo. El ama de llaves se ha encargado de todo, como siempre. Sonrío y me siento a disfrutar de un delicioso desayuno preparado con tanto cariño. Mientras saboreo mi café, pienso en la visita que tengo planeada a la casa de mis primos Dorien y Gala'tea, quienes viven a pocos minutos de aquí. Quedé en almorzar con ellos. Decido ir caminando, disfrutando del tranquilo barrio de Brera y observando los coloridos edificios alrededor. El aire fresco de la mañana me llena de energía y me hace sonreír mientras camino. Al llegar a la casa de mis primos, me reciben con entusiasmo Dorien y Gala'tea. Sin embargo, la verdadera sorpresa llega cuando veo a mi viejo amigo coreano, a quien hacía años que no veía. Nos abrazamos con emoción. —¡Dalia, qué sorpresa verte! —exclama mi amigo surcoreano con una amplia sonrisa en su rostro. —¡Hyun-Soo! ¡No puedo creer que estés aquí también! Ha pasado tanto tiempo desde la última vez que nos vimos —le respondo emocionada. La emoción de volver a ver a Hyun-Soo después de tanto tiempo me llena el corazón de felicidad y gratitud. Estoy segura de que este día será inolvidable, lleno de risas y buenos recuerdos. Mientras esperamos el almuerzo, conversamos de muchas cosas, recordando vivencias del pasado, todas llenas de alegría, luego de un par de horas, él se va, ya que tiene asuntos que atender. Estoy sentada en el acogedor mueble de la sala de la casa de mis primos cuando Dorien me habla. —Dalia, ci ho una notizia che ti farà saltare di gioia! (Dalia, tengo una noticia que te hará saltar de alegría) —dice Dorien con una sonrisa radiante en el rostro. Lo que más amo en este momento es escuchar sus palabras en italiano. —Cosa succede, Dorien? Dimmi tutto! (¿Qué pasa, Dorien? ¡Cuéntame todo!) —respondo emocionada, sin poder contener mi curiosidad. Dorien toma una pausa dramática antes de revelar la noticia: —Ho parlato con la direttrice dell'Istituto Marangoni, e ci ho ottenuto un posto per te nel corso di design di moda! (He hablado con la directora del Instituto Marangoni, ¡y te he conseguido un lugar en el curso de diseño de moda!) Mis ojos se agrandan de sorpresa y emoción. Marangoni es uno de los institutos de moda más prestigiosos de Milán, y siempre ha sido mi sueño estudiar allí. —Davvero? Non posso crederci! Grazie mille, Dorien! (¿De verdad? ¡No puedo creerlo! ¡Muchas gracias, Dorien!) —exclamo, abrazando a mi primo con entusiasmo. Gala'tea se une al abrazo, emocionada por mi logro. Estamos los tres juntos, celebrando esta increíble oportunidad que ha caído en mis manos. —Sono così orgogliosa di te, Dalia. Sei destinata a grandi cose nel mondo della moda! (Estoy tan orgullosa de ti, Dalia. ¡Estás destinada a grandes cosas en el mundo de la moda!) —dice g*****a con una sonrisa cariñosa. Gracias a mis primos, mi sueño de seguir el legado de mis padres y convertirme en una diseñadora de moda profesional está a punto de hacerse realidad. Estoy agradecida por su apoyo incondicional y por esta oportunidad que cambiará mi vida para siempre. Después de esta emocionante noticia, Dorien informa que la comida está lista. Nos sentamos a disfrutar de un delicioso almuerzo mientras compartimos más anécdotas y risas. Cuando terminamos el almuerzo, salimos a la empresa de mis padres, la cual ha sido manejada por mis primos. Luego iríamos al instituto para conocer mis horarios. ΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩ Punto de vista de Giovanni: Es mi hora de descanso, así que decido dar un paseo por la ciudad. Estoy caminando cuando, de repente, una rubia tropieza conmigo. La sostengo para que no caiga al piso, y en ese instante, siento una conexión inexplicable. —Debe tener cuidado al caminar —le digo, tratando de sonar calmado. —Disculpe, es que tengo prisa, no era mi intención —responde, mirándome con unos ojos que me dejan paralizado. Su mirada es intensa, y siento cómo mi corazón late con fuerza—. Gracias por no dejar que cayera al suelo. —Señor, señor, ¿está bien? —pregunta, notando mi silencio. —Sí, estoy bien, puede estar tranquila —respondo, aún en shock. No puedo creer lo que veo. Es la esposa de mi jefe, estoy seguro de que es ella, pero parece no reconocerme. —Que tenga un buen día —dice, girándose para seguir su camino. Sin embargo, la sujeto del brazo con brusquedad, incapaz de dejarla ir. —Señorita, disculpe, pero ¿me permite un momento de su tiempo? —¿Puede soltarme? Me lastima, señor —me dice, mirando su brazo donde la sujeto. Su voz es firme, pero hay un destello de miedo en sus ojos—. Ya le pedí disculpas por haber tropezado con usted, no hay nada más que podamos hablar. —¿Qué pasa, amiga? ¿Te está molestando el señor? —dice una joven acercándose rápidamente. —No pasa nada, Gala, solo he tropezado con este señor —responde, zafándose de mi agarre con agilidad—. Que tenga buen día. —Espere, señorita, señorita —grito, intentando seguirla, pero su guardaespaldas me lo impide. —Señor, no puede acercarse a ella —me dice, mostrando su arma. Reconozco la señal, también soy uno de ellos, así que no me queda más opción que irme. Al regresar a la empresa, decido contarle a mi jefe, aunque sé que me dará un regaño. —Giovanni, cuéntame, ¿qué es eso tan importante que quieres contarme? —Señor, entiendo que está ocupado, así que le pido una disculpa, pero esto es crucial. —Si es urgente, no hay problemas, te escucho. Sabes que odio que la gente ande con rodeos, dilo. —Acabo de ver a la señora Leticia. —¿Qué? Repite. —He visto a su esposa en Milán. Después de dos años, finalmente tenemos noticias de ella. —¿Dónde está? ¿La has traído? —pregunta, pero niego con la cabeza—. ¿Por qué no lo has hecho? —mi jefe grita, furioso. —Estaba yo solo, era mi hora libre, además la señora tenía guardaespaldas y no podía hacer nada en ese momento. —Gracias, Giovanni. Ahora quiero que regreses, la vigiles y me la traigas. —Sí, señor. Me retiro.
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