Dorien me abre la puerta, sin pensarlo tanto subo al auto que grita lujo hasta en los neumáticos. Después de guardar mi equipaje, él toma el asiento del conductor y empieza nuestro viaje hasta mi casa en Brera, una zona lujosa y elegante de Milán. Las calles empedradas y los edificios antiguos me hacen sentir nostálgica y al mismo tiempo me recuerdan que aquí también tengo un hogar.
—¿A dónde te llevo? —me pregunta sacándome de mis pensamientos.
—Llévame a mi casa, la que mi madre me dejó en herencia antes de su muerte.
Me sonríe, tratando de animarme. Y yo intento sonreír de vuelta, sabiendo que, aunque no quiero estar aquí, debo enfrentar mi pasado y mi futuro en este lugar que solía llamar hogar.
A pesar de todo, debo y tengo que hacerlo, así como también descubrir lo que el testamento de mi madre tiene guardado para mí. Aunque mi corazón aún permanece en Barquisimeto, sé que ahora es tiempo de empezar una nueva vida en Italia.
Mientras Dorien conduce por las calles familiares de mi infancia, el olor de las calles pavimentadas trae recuerdos de mi juventud en Milán.
—Estoy emocionado de tenerte de vuelta. Te he preparado tu habitación en casa, y además, Gala'tea ha estado ansiosa por verte. Ha organizado una cena para esta noche en nuestra casa —me cuenta con entusiasmo.
—Y yo estoy ansiosa por reencontrarme con mi familia y amigos, por disfrutar de la comida italiana y por sumergirme de nuevo en la cultura de este hermoso país —le digo con una sonrisa sincera, Dorien tiene como una especie de escudo que me protege y siento como el miedo se disipa.
—Me alegra escuchar eso.
—Dorien siento que estoy finalmente en casa, que estoy lista para empezar de nuevo aquí, tengo mi corazón lleno de emociones encontradas, pero a la vez con la certeza de que este es el lugar al que pertenezco.
Brera es un barrio histórico y bohemio ubicado en el centro de Milán, es conocido por sus galerías de arte, tiendas de diseñadores y cafeterías con terrazas al aire libre.
Mis padres eran amantes del arte y la cultura, por lo que compraron sus casas en esta área porque era un lugar perfecto para ellos dos.
Miro por la ventana del auto mientras recorremos las calles de Italia. Es extraño para mí, en cierta manera, acostumbrada a los colores vibrantes y la alegría constante de Latinoamérica, volver a la sobriedad y elegancia de Italia.
Dorien, conduce con destreza por las calles familiares de Brera. Mi casa se encuentra a las afueras de la ciudad, rodeada de imponentes árboles y un jardín exuberante. A medida que nos acercamos, puedo ver la estructura clásica de la mansión, con sus columnas y balcones que la hacen parecer sacada de un cuento de hadas.
Esa imponente mansión en Brera que mi madre se empeñó en dejarla a mi nombre antes de que cumpliera la mayoría de edad.
Ver las calles adoquinadas, los edificios antiguos y los imponentes árboles que rodean la casa, me hacen recordar mi infancia y los veranos que pasé bajo el sol italiano.
Al acercarnos más a la mansión, veo con más claridad sus altas columnas y sus balcones adornados con enredaderas.
Siempre me ha parecido excesivamente lujosa, incluso un poco ostentosa para mi gusto. Mi padre solía decir que era parte de nuestra historia, de nuestra herencia, pero para mí siempre ha sido un recordatorio de todo lo que detesto en el mundo: el derroche, la opulencia y la falsa apariencia, no lo digo por mi familia, al contrario, lo que he visto en otras personas de mi clase social.
Al llegar, somos recibidos por los empleados que han estado esperando mi llegada. Me abrazan con cariño y me ayudan a llevar mis maletas al interior. Dorien me guía por los pasillos familiares, llenos de cuadros antiguos y muebles elegantes que me recuerdan a mi infancia.
—¿No has extrañado esto? —me pregunta él.
Simplemente, no respondí, mi mirada se ha quedado fija en estos cuadros.
Finalmente, llegamos al salón principal, donde está Gala'tea, esperándome con una sonrisa cálida en el rostro y una gran pancarta, que tiene mi nombre, muchos globos y flores.
—¡Dalia, bienvenida de vuelta a casa! —me dice mi prima abrazándome con fuerza y sus ojos verdes brillan con emoción.
—Gracias, Gala'tea. La casa se ve… imponente como siempre —comento, sin poder evitarlo a la vez, tratando de disimular mi incomodidad.
Dorien se une a la conversación y me hace sentir bienvenida otra vez, recordándome de todas las aventuras que vivimos juntos en nuestra niñez en ese lugar.
—Te dejaremos descansar, para que después puedas disfrutar de la cena que preparo mi hermana.
—Vale, está bien.
—Tómate el tiempo que quieras, la cena será aquí —me dice mi prima tomando mi mano.
—Pensé que sería en su casa.
—Era la idea, pero por hoy, será aquí, además hay una sorpresa, todavía no está lista, pero según mis cálculos para mañana.
—Está bien, iré a descansar porque realmente lo necesito.
Después de disfrutar de una larga siesta, me alisté para estar presentable en mi cena.
Dorien y Gala'tea me esperan en el salón principal, donde una mesa elegante está preparada para la cena que es sencilla, pero deliciosa, con platos italianos tradicionales que tanto extrañaba.
Aunque mi reticencia hacia lo lujoso está ahí, no puedo evitar sentir una sensación de hogar al estar rodeada de ellos dos.
Aunque haya pasado mucho tiempo lejos, sé que esta casa es parte de mí y de mi historia. Aunque no sea mi estilo, sé que en su interior guardo recuerdos y emociones que hacen de este lugar, mi verdadero hogar.
—Bienvenida a casa, Dalia. Estamos tan felices de tenerte de vuelta —dice mi prima con una sonrisa sincera, a la vez que me vuelve a dar otro abrazo.
La cena transcurre entre anécdotas y recuerdos compartidos, mientras el aroma de la pasta y el vino llenan el salón. A pesar de mi ambivalencia hacia esta casa y todo lo que representa, siento una calidez familiar que me reconforta. Aunque mi visión del lujo sea distinta, sé que este lugar tiene un espacio en mi corazón, por ser uno de mis hogares que me vio crecer y que guarda tantos recuerdos de mi infancia.