Hasta el fondo.

2019 Palabras
Sus piernas temblaban. Temblaba bastante mientras se acercaba a la tina de agua fresca. Fue un gran esfuerzo de su débil cuerpo, drenado por las ansias calientes de ese demonio que yacía quieto sobre la cama, luego de apoderarse de su virtud. Sumergió una de sus piernas, luego otra con dificultad, se tambaleaba y su femineidad ardia. Fue alivio leve entregarse nuevamente a las aguas, mezclar su sangre y los fluidos pecaminosos del demonio con el líquido puro. No le dio pereza sumergirse completamente, intentando incluso ahogarse ante la impotencia de sentirse sucia. Igual estaba perdida. Se mantuvo levitando en su interior para abstraer su espíritu lejos de su cuerpo corrompido por el placer carnal. Quería morir. En ese momento se sentía a muerta en vida. Su cuerpo en sí, aparte de sus pensamientos, estaban en una misma sintonía. Dejó que su cuerpo se alivianara sobre el silencio. Sumergida, las leves burbujas comenzaron a emerger. Cerró sus ojos, contempló la oscuridad. Ese pequeño intento de escapar de su destino, fue frustrado, unas fuertes manos la halaron hacia la superficie. Tosió de forma desafortunada al ver los ojos carmesí, atravesarla con bastante intolerancia. —¡Maldita seas!.—Esa voz autoritaria, casi la hacia maldecir todos sus pasos incluyendo el viaje al bosque. Este golpeó con delicadeza sus mejilla, con la intención de lograr una reacción.—¿Qué intentabas hacer, estúpida bruja?. —Su horrorosa boca solo sabía escupir insultos. Como ya empezaba acostumbrarla, siempre tomaba las peores palabras para referirse a ella, la estaba matando en vida. No contestó, se limitó a toser un poco para poder expulsar parte del agua que había tragado. —Solo intento acabar con mi vida, ya nada vale, has acabado con lo más importante que tenía, lo que me hacía una bruja poderosa. —Recuerda que ni con la muerte te vas a librar de mí, menos si te suicidas. Es más, estarás más encadenada a mí.— El llameante volcánico en su iris se fue difuminando, le permitió apreciar más la forma que parecía una imitación perfecta de un ser humano.—Aquí en el infierno tengo más poder sobre ti, más si aparte de ser mía por destino, te vuelves una pecadora suicida. —Hizo una mueca rabiosa, mostrando su ver siniestro. Su horror se encendió más, se acercó tanto a ella, percibía ese brillo caliente traspasar sus pupilas. Más de cerca, su cuerpo de alguna forma también se estremeció al contacto. Le avergonzaba reconocer que una parte de ella empezaba a excitarse. Incluyendo sus pezones, se empezaban a endurecer, Kairon fue consciente, bajo su rostro lujurioso y deslizó su lengua en círculo por el botón rosa. Mordisqueo su labio inferior para contener, la intención de un gemido casi al escape. —Tienes las tetas más chulas que he visto en toda mi jodida existencia. —Pellizco el otro pezón, con la mano que tenía fuera de la captura de su cuerpo semi sumergido. —«¡Grrr!». —Gruño.—¡Delicioso!. Suspiro con debilidad ante el deseo que el despertaba en ella, su cuerpo era como un mundo a parte que deseaba ser acariciado por ese mounstro de carátula divina. Más allá del odio que sentía por ese demonio, algo en él la estremecía, hacía burbujear un deseo bastante exquisito y extraño. Una comezón oscura en sus entrañas. Se dedicó a observar como lamía sus pechos con hambre, en la complicidad de la caricia, esté descubrió su mirada desvergonzada... se elevó con sus seductores labios, haciendo caminos de besos en su piel hasta frenar frente a su rostro. Lamió sus mejillas, después lamió sus labios carnosos. El desespero atormentado por una ansiedad salvaje estremecía al ser insaciable. —«¡Grrr!». —Gruño otra vez, con su entonación animal.—¡abre la boca, bruja!.— No tuvo más opción que hacerlo, igual estaba perdida, ya no tenía nada que perder. La abrió, para que éste sumergiera su larga lengua dentro de la cavidad húmeda. La estrujó, de forma tímida seguía su guianza en complacencia con sus gemidos, cuando se resistía el pellizcaba su clítoris, en son de castigo. Se dejó vencer, estaba débil. El aire le faltaba, y no solamente por haber intentado ahogarse, también por su cercanía, piel con piel, sus poros compartiendo el intercambio de libidos y exudación de un deseo que ella aún se resistía a entender. ¿Qué me está pasando?, Pensó, con una respiración forzada por mantener el equilibrio de su cordura, por demás sus sentimientos que siempre debían ser siempre prudentes y castos. Así de vencida la dejó éste, antes de cargar su cuerpo, el ruido del agua salpicó el piso, creando algunos ecos diminutos en ese pequeño espacio, el demonio se desplazó con ella en brazos apretando su carne, sus garras se clavaban en su delicada piel. —Ahora te enseñaré a no desobedecerme y que pase lo que pase, siempre seré dueño de ti. —No refutó la confirmación de su supremacía sobre ella. Estaba dispuesta a soportar. Le demostraría quien era Vieda de Zafil, al final sería el quien terminaría doblegado. Como un pedazo de carne la tiró en la cama, rebotó un poco por el impacto, igual no le importó, de forma casi borrosa, luego de que el agua se confundiera con las lágrimas que brotaban de las cuencas de sus ojos, vio su imagen un poco difusa. Por extrañezas de la vida se aclaró cuando enfocó su virilidad, era increíble, tocó de manera instintiva su femineidad. Obviamente, aún el ardor era tan latente. La inmensa forma alargada era una bestialidad. Con una punta redonda que apuntaba con brillo enrojecido. Trago en seco. Permaneció quieta, igual estaba desnuda, ya no podía sentir vergüenza, él había prácticamente colonizado su cuerpo, le pertenecía, se había resignado a ese hecho, esa parte de ella ardía por él, se tocó y miró nuevamente la gran virilidad del demonio, este con una alegría arrogante se lanzó sobre ella, lo veía con susto, no podía evitarlo. Se acercó un poco más, un poquito más. Pidió fuerzas en su interior, era tan grande, una cabeza brillante y protuberante, trago en seco cuando el abrió sus piernas. —Tienes un coño delicioso, bruja. —Lo sobó algo emocionado.—Si me complaces, adaptándote a mis gustos, te daré muchos regalos.—Mientras hablaba su punta rozó sus pliegues. Una fuerte descarga eléctrica la estremeció, en la totalidad de su ser.—Te dejaré pasear por los jardines.—Eso último le agrado escucharlo, incluso la esperanza se asomo a su casi desahuciada existencia. —Haz conmigo lo que te plazca, de alguna forma no éxito. No creo que resista mucho tus violaciones constantes. —Esto no es violación, es unión, estoy tomando lo que es mío, rozó su punta por la ranura de sus pliegues delicados, aún le ardía, se mordisqueó un poco para contener el susto, de paso cerro los ojos. Contó en su mente para que todo ese momento se fuera aligerando. Las manos ásperas se desplazaron por su cintura, aprehensó sus caderas al unísono con la entrada de su masculinidad dura. Un vórtice cosquilleante hizo mareas redondas, se expandieron por la vastedad de su piel. Vibró, entre sacudidas. La sensación fue creciendo con la invasión. Cuando la brutalidad pudo más que la delicadeza, la fuerza del sometimiento la hizo gritar. —¡Ahhh!. ¡Ay!.—Le dolió la embestida. Clavo sus uñas entre sus músculos, su piel se veía algo enrojecida. —Piedad. —Susurro inclinándose para ver la unión, el grueso miembr0 viril, estaba atravesando su vagin@ —Relajate, quiero metértela toda, hasta el tronco. —El corazon parecía querer huir de su pecho. Ahondó una respiración para relajarse. La inquietud de sus ojos no cedió para ignorar el suceso penetrante, se quedó observando el empuje, lo rodeo por el cuello, al este deslizarse hacia fuera, de regreso volver con una penetración más salvaje, la hizo elevarse con su salto de dolor. —¡Ay!.—En el aterrizaje cayó sobre su dureza con un choque que terminó de enterrar su tronco.—¡Ahhhh!, me duele mucho, voy a morir. —«¡Grrr!». De gusto.¡Ahhh!. La metiste toda. —Sus rostros estaban a la par, ardía, lo abrazo con fuerza, para evitar que se moviera, ya había terminado de desgarrarla por completo, estaba llena. Algunas lágrimas brotaron por la conmoción del choque profundo.—No hagas eso. Temblaba, apretó sus piernas alrededor de su cintura, esperaba que el dolor se calmara. Ignorando la bestia que empezaba a rodear sus glúteos, por instinto cobarde se movió un poco. El demonio jadeo. —Se lo que intentas hacer.—Deslizo sus dedos entre la cortina plateada de sus largas hembras. Control total hasta de sus ojos. —Duele. —El parecía burlarse de su dolor, la elevó por los glúteos para luego dejarla caer. —¡Ay! —Te vas a venir más rico que hace un rato. Tienes un coño inteligente. Se adaptará a mi v***a. —Repitió la maniobra, fue aflojando las piernas. Tan rápido con el más feroz de los animales en celo, se posicionó encima de ella. Abrió sus piernas a toda capacidad, el dolor intermitente se fue mezclando con placer. La embestía entre jadeos, parecía estar suspendida en otro mundo. en ese segundo acto no puso resistencia. —¡Ahhh!. —Kairon Loguember, se enorgullecía de escuchar sus gritos, aparte de comprobar como su coño le regalaba su leche entre incontables orgasmos. Saco la longitud venosa, le dió palmadas a su clítoris antes de volver a entrarlo, con un fuerte movimiento pélvico, hasta el fondo la atravesaba su punta redonda con una ligera curvatura a la izquierda, se ladeo para darle en esa dirección.—¡Ay!, no puedo más... —Entre suplicas, jadeo acalorados, la bruja gritaba de placer. Lo motivo a aumentar su propia urgencia. Elevó sus piernas y la punteo con agudeza e intercambio de movimientos rítmicos en zonas claves. —¡Uyyy! Su v****a, lo succiono con más fuerza, hasta liberar más fluidos, y bañar su v***a. —Te gusta está rica v***a. Pide más.—Se movió en círculos, la condenada estaba algo ida, con los ojos vidriosos. Nada lo detendría, salió de ella un instante cortejado por sus esponjosas tetas sudorosas, las chupo por varios minutos. Como buen demonio monarca de la lujuria le gustaba jugar con ellas. —¡Ah!.—Eso parecía excitarla a ella, tanto como a él. —¿Dime qué te gusta como te las chupo?.—La obediencia no demoró. —¡Sí!.—Engulló ambos pezones a la vez mientras está se retorcía debajo de su captura. Al unísono, cepillo con su glande la raja caliente.—¡Uhhh!.—Se comenzó a mover con ansiedad de perra en celo, con respiración desordenada. Lo impaciento, la punta empezó a babear por el vaivén urgido de la bruja. Liberó sus pechos y volvió a meterle la v***a bien hondo. Sus gemidos tímidos, lo volvieron loco. —¡Ahhhhh!, jodida bruja. —Veia como su v***a la atravesaba sin piedad, conteniendo su propia urgencia.—¡Uff!, te daré tú leche. Agonizaba de placer. Vieda conoció su propio placer y los temblores del demonio al llegar al clímax. Se veía tan indefenso, mientras vertía su semilla dentro de ella. —«¡Grrr!». —Se desplomó a un lado de la cama. —«¡Bendito coño!». —Era el peor de los prosaicos. Le dió la espalda, algo adolorida y cansada por la corrompida faena carnal. La pesada presencia pronto dejo de compartir su lecho. Kairon Loguember salio con rostro de confusión de la recámara. Antes de dejarse vencer por el sueño, rezo entre las aguas y eliminó los restos del sello en la entrada. Le tocaría ser tan sabía como siempre presumió. Si de algo sabían las brujas místicas era encantar, esa vez no lo haría con conjuros de alta vibración; le tocaría aprender de una manipulación seductora, diseñada para liberarse del demonio más lujurioso de todo el infierno.
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