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1182 Palabras
¿Un Gato o un León? Kairon firmó el último documento que tenía en su escritorio de trabajo mientras se masajeaba las sienes, cansado. Mientras tanto los dos caballeros tomaban el último grupo de papeles y los guardaban en sus alforjas. Por la cantidad de velas necesarias para seguir trabajando en la tienda, la hora de la cena debía haber pasado, pensó Kairon desalentado. Le había dicho a Yaina que cenaría con ella. A medida que se acercaban a Yamain, la cantidad de documentación que requería de su atención iba en aumento, así como su ansiedad. Había controlado al máximo sus emociones para que su esposa no percibiera lo que sentía a través de la conexión, pero Yaina era demasiado inteligente como para no notarlo. Con elegancia y cuidado había tratado de contenerlo y acompañarlo durante el viaje y él lo agradecía infinitamente. Kairon esperaba que la vida que comenzaban en Yamain fuera buena y tranquila para él y su esposa. No negaba que el trabajo como emperador no era menor, pero confiaba en que podría rodearse de gente talentosa y proactiva. Claro, primero tenía que encargarse del consejo con esos viejos zorros codiciosos y cómodos en sus sillas llenas de cojines ya que no habían tenido que esforzarse desde el reinado de su abuelo. El reinado de su padre fue lo suficientemente tranquilo como para considerarse uno de los más pacíficos desde la creación del imperio y él esperaba seguir por la misma senda. Poco a poco se había ido enterando a través de los documentos los que debía estudiar y firmar, ahora que había relevado a su padre, que el Imperio estaba en relativa prosperidad siempre y cuando Darion no se desviara de lo que el consejo deseaba. Comprendía a su padre debido a que muchos de los nobles que integraban el consejo eran nobles con los que había crecido o luchado mano a mano en su juventud. Era más que obvio que se conocían y sabían cómo presionar. Después de que su madre murió dos años después del nacimiento de Maya, su padre se sumió en la locura del vínculo al perder a su compañera por lo que algunos nobles aprovecharon el momento para aumentar su poder y equilibraron la balanza hacia la nobleza... Ahora, que él regresaba y asumía el trono como nuevo emperador, la balanza volvería a moverse y eso era una amenaza para ellos. Sabía que debía tener cuidado y uno de los primeros pasos era mantener la fachada de Yaina y la suya. Un joven embobado por su esposa con la lujuria del león a flor de piel el que podría ser fácil de controlar y la de una princesa mimada y sobreprotegida la que sería factible de manipular... Que equivocados estaban, pensó orgulloso. Yaina era la maestra de la Torre de Magia quien controlaba a todos los magos del continente y su poder era comparable al del león. Además, ella y sus hermanos tenían la sangre del dios Bóreas, no solo por ser sus descendientes, sino porque el mismo había inyectado su magia en ellos cuando Yaina rompió su núcleo espiritual en el enfrentamiento con el rey Sarlack. - Ha terminado, alteza - le dijo uno de los caballeros inclinándose - Nos retiramos. - Coman algo antes de regresar al palacio - les dijo a los caballeros levantándose de la dominadora y caminando a la salida de la tienda. - Sus órdenes, alteza. - dijeron viéndolo salir. Kairon suspiró. Como esperaba, la hora de la cena había pasado y ya todos estaban descansando, agrupados frente a la fogata o en las tiendas. Caminó hacia el carruaje con el emblema del Imperio, estirando el cuello para aliviar la fatiga y abrió la puerta para entrar. El príncipe, abrió los ojos con sorpresa cuando vio a Yaina profundamente dormida en el asiento del carruaje tapada con unas mantas abrazando a un gran gato conformado por estelas doradas. - ¿León? - preguntó dudando de sus propios ojos, pero el gato lo miró fijamente en señal de reconocimiento - Vaya - le dijo sentándose en el asiento de al frente después de cerrar la puerta con cuidado para no despertar a su mujer - ¿El poderoso león de Yamain en una forma de gato? Si te vieran ahora... El gato gruñó en advertencia y Kairon levantó las manos en señal de tregua. - ¿Cómo está? - le preguntó mirando a su esposa. - Asustada - contestó el León en su mente - Aunque lo niegue. Está muy ansiosa por lo que enfrentarán. - Es muy fuerte - dijo Kairon con seguridad - Sé que lo logrará. - Si estamos a su lado. Estoy seguro, pero... - Pero...- inquirió Kairon. - Has estado trabajando mucho. Ella lo entiende, pero le haces falta. A veces me gustaría tener mi forma humana para estar a su lado cuando tú no estás. Abrazarla y hacerla sentir acompañada... - ¿Y no lo estás haciendo? - le preguntó extrañado. - Tengo que tomar esta forma de gato para poder estar a su lado en el carruaje como si fuera un peluche en vez de un león. Necesito mostrar que podemos protegerla, no ser una mascota de compañía. Kairon asimiló sus palabras. El león era un espíritu elemental, poderoso e independiente, acostumbrado a la guerra y al campo de batalla. Si se ponía en su lugar, adoptar esa forma era muy complejo para él considerando sus instintos primarios. - En un día estaremos en el palacio de descanso - le dijo Kairon - Ambos podremos estar con ella. - No es eso. - dijo Ducalyon frustrado - Le hemos hecho el amor juntos en el carruaje varias veces como nos gusta, pero hay algo más. Siento que hay algo que se me escapa y no puedo ayudarla. - ¿Te ha dicho algo? - le preguntó Kairon. - No, pero puedo sentirlo. - le dijo moviéndose sobre la manta para mirar a su contratista - No había tenido esta sensación desde que Esthla estaba viva. Quiero equivocarme... - ¿León? - preguntó Kairon preocupado. - Yaina no te dirá nada y a mí tampoco hasta que haya preparado un plan primero. - ¿Crees que está planeando algo? - Es tu esposa. Dímelo tú. - desafió Ducalyon. - También es la tuya - replicó - Ella confía en ti. Pregúntale. - Nuestra compañera es tan tozuda como Hielo - alegó - ¿Esperas que me cuente su plan sólo porque le pregunto a la hora del té? - ¿Y si entramos a sus sueños? - preguntó Kairon al verla profundamente dormida. - Vamos. Me sentiría más tranquilo - le dijo el león saltando al regazo de Kairon desapareciendo en estelas a su alrededor - Usa la respiración pausada para que podamos entrar. - De acuerdo - le dijo el joven acomodándose en el asiento para quedar de espaldas. A medida que la respiración de Kairon se enlentecía de manera rítmica, la barrera entre el mundo diurno y el mundo conectado a los sueños a través del vínculo se diluyó.
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