Capítulo 3
Atracción
Paul
El viaje hasta Francia duraría dieciséis horas desde Paraguay. No vine pensando como un turista; lo único que vine a hacer es reclamar lo que es mío por derecho, y eso es la mano de una de las hijas de los Müller Weber porque Catherine decidió huir, y al viejo Müller no le quedó de otra más que hablarme de la existencia de una hija ilegítima suya, finalmente despertó mi joven prometida, sus ojos se mostraron llenos de confusión y miedo.
—¿Dónde estoy? —preguntó, con su voz temblorosa.
—Estás en un hotel cerca del aeropuerto. En una hora salimos rumbo a Francia —respondí con impaciencia. Me causaba fastidio dar explicaciones.
—Por favor, señor, yo no estoy de acuerdo con este viaje. No presentaré cargos si me deja ir ahora… —Reí ante su comentario y en ese momento le entregué unos papeles.
—Allí puedes ver que gracias a mí toda esa granja no les fue arrebatada por la cuantiosa deuda de tu familia. Además, tú irías a prisión. ¿Nunca lees lo que firmas?
—Recuerdo este documento. Yo lo firmé porque se trataba de unos papeles para… —Ella guardó silencio.
—Debes leer antes de firmar. Ahora, además de perdonar esa deuda, dejé una importante suma de dinero a tu familia. Tú te esforzaste diariamente; ahora vivirás en un lugar lleno de lujos. Nos casaremos. Además, supe que siempre quisiste salir de ese lugar —dije, observando cómo ella asentía lentamente.
—Bueno, ahora ya no me extraña nada —murmuró apenas. Tampoco voy a obligarla a ir, aunque estoy seguro de que aceptará, supe de la explotación que sufría en esa casa.
—Tengo una propuesta. En una hora sale el vuelo. Tú puedes decidir no ir, pero a cambio todo volverá a la normalidad. Solo debes considerar que el dinero ya se lo entregué a tu antigua familia. Retiraré las gestiones con los abogados, o a cambio aceptas viajar conmigo, bajo mis reglas, como mi esposa y empiezas de nuevo. Puedes investigar sobre mi familia; soy alguien importante.
Ella simplemente asintió, con su mirada fija en el suelo.
—Entonces, si no acepto su propuesta, mi vida será aún más caótica de lo que ya era… —Me levanté de la silla, pero antes de salir, ella respondió.
—Voy a ir con usted. No creo que alguien con tanta clase se atreva a estar casado mucho tiempo conmigo. ¿Cuál es el plazo? —preguntó.
—Un par de años máximo —respondí sin ánimo, ella fue hasta una recepción dentro de la misma habitación, dijo que tomaría un poco de agua, al cabo de unos minutos, regresó.
—Bien, acepto. Pero prometa que ellos estarán bien… —dijo finalmente, con una mirada suplicante.
—Sí, lo prometo —dije, observándola con seriedad. No esperaba que se preocupara por esas personas quienes le dieron la espalda sin dudarlo ni un instante.
Cuando llegamos al avión, subimos sin contratiempos. Mis empleados se habían encargado de todas las gestiones para que ella pudiera viajar conmigo. Lo único molesto durante el viaje fue cómo colocaba su mano izquierda sobre mi brazo y me apretaba con fuerza hasta que finalmente se quedó dormida y permaneció así durante todo el vuelo.
Al llegar fuimos directamente a mi casa, a las afueras de Marsella. Jacinta no hizo ningún tipo de pregunta; supongo que el cansancio pudo más con ella. Después de tres horas, yo había regresado. Para entonces eran casi las diez de la noche. Debía prepararme para el siguiente día; el día antes de la boda.
Entré a la habitación, tomé una ducha y luego me quedé solo con unos pantaloncillos puestos. La parte superior de mi cuerpo se encontraba descubierta, el agua aún resbalaba por mi piel.
—¿Qué hace? —me dijo, mientras me acercaba aún más a ella, noté que estuvo a punto de vaciar una jarra llena de una bebida de durazno con vodka.
—Serás mi esposa en pocos días más. Quiero deleitarme contigo, será como una práctica antes de la boda —dije sin poder evitar verla y pensar en Catherine, quien se había negado a entregarse a mí tantas veces hasta que decidió dejarme. Eso nunca podré perdonarlo.
—Pero es demasiado pronto… —dijo apenas.
—En pocas palabras, aceptaste venir, aceptaste ser mi esposa. Esto es lo más normal en una pareja. ¿No crees? —Su cuerpo es diminuto, delgado y pequeño, pero a simple vista podía apreciar que su figura no era lo que escogería, aunque me gustaban sus caderas, las cuales sobresalen en ella. Por serle fiel a mi ex prometida, no había vuelto a tener a una mujer en meses. — ¿Eres virgen?.
—Yo… yo, nunca antes había estado con un hombre. Ni siquiera sé cuál es su nombre, señor… —sonrío en mis adentros, con solo verla era evidente su falta de experiencia.
—Paul de Bourbon Hubschér, ese es mi nombre completo. Ahora desvístete, o lo haré yo. —No tengo intenciones de ser romántico, pero seré lo más caballeroso posible, si lo que dice es verdad…
—Por favor, sea gentil Paul, me gusta su cuello, como se marcan sus venas. —dijo, mientras deslizó su vestido, el cual cayó al suelo, pronto solo quedó con su ropa interior puesta. La cual se veía corriente, pero eso era lo de menos ahora.
—Por supuesto —dije, con una voz más suave, mientras me acercaba a ella.
La deposité en la cama, con suavidad, fui hasta sus labios, reconozco que sentí torpeza en su manera de corresponder a mi beso para nada amistoso, eso logró excitarme aún más.
«¡MON DIEU, J'ADORE!» dije en voz alta, dos de mis dedos exploraron su feminidad, el deseo acumulado y aquellas ansias por aliviar la tensión que generaba en mi cuerpo la falta de sexo se apoderaron por completo de mi, me sentí invadido por la lujuria, la penetré con frenesí en cuanto me descise de sus bragas, desde la primera estocada, no me contuve…
«Elle est vierge, c'est une foutue vierge excitée».
«Ella es virgen, es una maldita virgen cach**nda.»
—P… Paul… —Mi nombre con su voz entrecortada hacían que mi mente maquine mil maneras de hacerla mía después de esta noche…
—¿Dime Jacinta?. —Le respondo sin detener las estocadas, abrí sus piernas ayudándome con mis brazos, me fije en sus ojos, unos enormes ojos de color verde y su cabello lacio completamente revuelto en un vaivén de respiraciones entrecortadas, no escuché su comentario, acomodé mi rostro cerca de su cuello, en donde la besé con rudeza, esto es exactamente lo que me gusta…
«Esto es solo el principio, serás mi perfecta amante sustituta…»