—¿Jamás habías asistido a un parque de atracciones? —preguntó él al ver el asombro en los ojos de la pequeña Riley. —Jamás. Mi mamá no me permitía, y papá decía que era un lugar demasiado grande en el que podía perderme, que era demasiado bonita y eso atraería la atención de las personas. Ranger la miró sonreír y percibió ese hermoso brillo en sus ojos. —No se equivocó —dijo Ranger—. Eres hermosa. Riley, quien giró tan solo un poco hacia él, le sonrió. —Lo soy más cuando no estoy amoratada —dijo sarcástica. Ranger miró adelante, a la enorme noria de colores. —Daños colaterales de ser una Maddox —le dijo siguiendo el juego de palabras—. De igual forma, dudo que alguna vez seas fea, o