Ranger acompañó a Riley hasta el primer puesto de comida chatarra que encontraron. Ranger no quería ver comida en lo que restase de día, así que solo acompañó a Riley en las mesas aun cuando el aroma a los perros calientes le revolvieron el estómago. Ranger le pidió una hamburguesa doble con extra ración de papas y una bebida grande, así como un brownie. Riley, como la niña que internamente era, lo primero que atacó fue el brownie. Ranger la miró masticar el trozo de pastel de chocolate hasta acabarlo y posteriormente lamerse los dedos antes de sorber la bebida. Riley le ofreció de sus papas, pero Ranger prefirió fumar un cigarrillo. —¿Ya me dirás? —preguntó Riley masticando sus papas—. Quiero que me cuentes de tu última novia. Ranger soltó una calada de humo hacia el exterior. Estaban