Por su mente cruzaron miles de cosas, ¿Como una joven de 21 años aún conserva esa barrera inservible? Ijov se mantuvo inerte por algunos segundos mientras su mente trataba de decirle lo que había pasado allí —. Ishla mírame. —pide sin saber qué hacer. Era la primera vez que se enfrentaba a una virgen, Él nunca había desvirgado a ninguna mujer y cuando se encaprichó con Ishla no pensó en eso. Una lágrima rueda por el rostro de Ishla y él se sintió el imbécil más grande del universo. ¿Cómo pasó todo eso?
—Ya tiene su p**o. —escupe dolida e Ijov negó sintiendo como su corazón se rompe en mil pedazos al escucharla. Sale de su interior sin más, constatando lo que para él aún no era posible. Vio la sábana manchada, su falo cubierto de sangre y no pudo más. Tiró todo lo que estaba en la licorería dando un grito de guerra llevando sus manos a su cabeza.
—¿Por qué no me dijiste nada? —le reprocha sintiéndose culpable por todo.
—Hubiese habido algún cambio, quería su p**o, ya se lo di, ahora no le debo nada. —La chica se levanta con su orgullo herido y recoge su ropa del suelo. Se viste bajo la mirada anonadada de Ijov quien aún no sale de su estupefacción. Abre la puerta para salir.
—Ishla —grita al ver que esta se va. Ishla se detiene, enfrenta su mirada limpiando una segunda lágrima.
—No, Ijov Lynx, ya tuviste lo que querías, tu p**o ya te lo dí. Hasta nunca. —Concluye saliendo de la habitación del hotel con su alma hecha pedazos. Ya había perdido lo más importante que tenía, ya de nada vale. Montó en el ascensor sintiéndose muerta en vida. Se sentía devastada, le dolía el pecho y le molestaba un poco caminar, pues aunque estaba lista para recibirlo le dolió su penetración y más aún la manera en que salió lastimándola un poco.
Debía reconocer que tenía una polla grande y por eso la incomodidad.
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Ijov sale de su estupefacción y busca ponerse su ropa, logra encontrar su bóxer y pantalón saliendo de prisa detrás de Ishla, ve como el ascensor cierra sus puertas y entra a las escaleras, comienza a bajarlas como puede, descalzo. Llega al primer piso mirando a todos lados, corre hasta la salida viendo cómo Ishla detiene un taxi.
—Ishla, no lo hagas. —grita sin importarle que lo están viendo, pero Ishla abre la puerta de bolillo amarillo y entra sin detenerse.
Ijov, maldice por lo bajo, la mujer se le había ido en su cara.
—Vete, siéntete ganadora hoy, porque tu ahora eres mía y las cosas cambiarán. —dice mordiéndose la lengua, subió a la habitación haciendo añicos todo lo que encontró a su pasó. Sentía una ira que nunca había experimentado. Tomó su celular.
—Jefe —contesta uno de los hombres de Ijov.
—Drika, necesito que montes vigilancia en la dirección que te voy a enviar, no me importa cuantos hombres tengas que usar, quiero vigilancia las 24 horas, y quiero a otro hombre siguiendo a la chica de la foto. —ordena Ijov.
—Como ordene señor, ahora mismo hago los movimientos. —Ijov termina la llamada enviando la dirección de Ishla y su foto.
—Pronto sabrás que es lo que implica ser la mujer del demonio de las calles de San Francisco, Eres mía Ishla, solo mía.
—Ijov terminó de vestirse y salió encontrando gente de la prensa en su hotel. Fue directamente a la recepcionista.
—¿Qué diablos pasa aquí? —pregunta extrañado.
—Señor, algunas personas lo reconocieron y han subido en las redes lo que vieron hace unos minutos. —explica la chica bajando su mirada. Todos habían visto el espectáculo, el hombre llamó la atención al estar solo con pantalones y usando su penetrante voz alertó a todos de su presencia.
—Bien, entretenlos en lo que yo salgo por detrás, no estoy de humor para ellos. —La chica asiente e Ijov entra nuevamente al ascensor esta vez hasta el sótano donde tiene un auto de emergencia. Su auto lo estaciona en el estacionamiento regular, allí tiene uno exclusivo para él, pero en caso de querer salir sin ser visto usa el deportivo Ferrari que guarda en el sótano del hotel.
Su noche se había arruinado, estaba que no había quien le bebiera el caldo. Llegó a su bar, se sentó en la barra como cualquier hijo de vecino.
—Un whisky. —pide tomándolo de golpe.
—Alguien no está bien. —comenta Lorenzo.
—No estoy para nadie. —escupe bebiendo otro vaso de golpe.
—Una botella. —pide Lorenzo haciéndole señas para llevarlo a una mesa. Ambos fueron hasta la mesa a seguir ahogando sus penas.
—¿Qué pasó?—Ijov niega.
—Nada importante. —dice Ijov volviendo a llenar su vaso.
—Por favor, nadie bebe de esa manera sin motivo. —Ijov enfrenta la mirada de su amigo. —Jugué con fuego y estoy sintiendo como sus brasas están acabando conmigo. —explica sin contar que es lo que le pasa.
—¿Te enamoraste? El impenetrable Ijov Lynx, se enamoró. —Ijov niega.
—No, no sé qué demonios me está pasando, siento que me estoy quedando, ardiendo de coraje conmigo mismo. —Lorenzo palmea el hombro de Ijov.
—Estás perdido, estás enamorado hermano y por lo que veo, no eres correspondido. —comenta el mexicano bebiendo el whisky como su amigo.
—Ella no sabe con quién se metió, ella no sabe quién soy y de que soy capaz de hacer con tal de retenerla a mi lado. —comenta Ijov pensando en todas las cosas que puede usar a su favor para mantenerla a sus pies.
—Te deseo suerte, las mujeres suelen ser malas y traicioneras cuando saben que te tienen cogido los huevos. —escupe Lorenzo con odio y decepción en sus palabras.
—¿Qué pasa? Creo que no soy el único con motivos para tomar. —dice Ijov desatando el coraje de Lorenzo.
—La muy zorra, la encontré en la cama con un bastardo de mi seguridad. —admite Lorenzo volviendo a servirse un vaso de whisky.
—No lo creo, Vannecita salió toda una joya. —Lorenzo asiente.
—Estoy que quiero destruir todo lo que se me pare frente, pero no puedo, necesito mantenerme tranquilo, tengo mucho que perder, en cambio ella solo perdió a su gallo de los huevos de oro. —explica el hombre de temperamento frío.
—Eso está bien, no puedes perder la herencia de tu padre por una zorra. —comenta Ijov.
—Así es. —Vuelven a servir otro vaso hasta terminar la botella. Ijov pidió a uno de sus hombres para que lo lleve a su casa, no quería pensar, mientras más bebía más pensaba en la joven mujer.
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Entró a su habitación y se sentó en su cama quitándose su camisa. Cerró sus ojos recordando lo hermosa que se veía desnuda tendida en la cama. Sintió como su corazón latía fuerte.
—Eres mía Ishla, nada, ni nadie va a cambiar eso. —se quedó dormido pensando en lo que haría para retenerla a su lado así fuera en contra de su voluntad.
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Ishla entró a la habitación de motel que separó para pasar la noche, no llegaría esa noche a su casa y menos en esas circunstancias. Se quitó la ropa y entró al baño para quitar los rastros del fatídico encuentro con Ijov. Debajo de la ducha se dio permiso de llorar, se sentó en la bañera encogiendo sus piernas. Lloro quitando el dolor de su corazón.
Ya le había entregado todo a ese hombre que no lo apreciaría nunca. Su sueño de entregarse al hombre de su vida se fue por el caño. De nada sirvió leer tantas novelas románticas, donde la vida de la protagonista terminaba en un felices por siempre, donde encontraba al hombre con el que compartiría todo y le entregaría lo más importante para ella. La vida es muy diferente a esas novelas que sólo muestran el lado positivo de las cosas. ¿Pero qué hacer cuando la vida se ensaña contra ti? Ishla se siente decepcionada de todo y todos. Nada en la vida era justo.
—Eres un completo imbécil Ijov, ¿Cómo me pudiste hacer esto? —se cuestiona mientras bebe sus lágrimas de resentimiento.
Una vez más tranquila salió del baño envuelta en una toalla limpia y se acostó, no quería mirar el celular y mucho menos el televisor. Había tomado una decisión importante, renunciaría a su trabajo, con sus ahorros puede pasar algunos meses.
Se quedó dormida decidida a acabar con todo lazo con Ijov Lynx.