| La vida de una Bass |

1761 คำ
Me inclino, hacia los labios de Kael, quien provoca el cosquilleo en mi estómago de inmediato. Pero los nervios me pueden más. Quiero que todo sea perfecto…será mi primera vez, entregando mi cuerpo a un hombre y realmente, no sé nada respecto al sexo, más que los consejos no tan buenos de mi mejor amiga junto a algunas películas para adultos, que solo me proporcionaron inseguridades ¿Cómo esas mujeres pueden gritar tanto, les estará doliendo? Me cuestiono, percatándome de que mi mente está en otro lugar. Aparto mis labios, aclarando mi garganta. Estamos en una habitación de hotel, uno de los más lujosos, el cual he pagado con la tarjeta de crédito que me dio mi padre. Kael, acaricia mi cabello, apartándolo de mi rostro y admiro sus ojos grises, son hermosos y tiene una sonrisa tan dulce, que combina tan bien con su cabello azabache. Dejo salir un suspiro, mordiendo mi labio. «Estoy enamorada, ya soy mayor de edad, es mi novio de hace un año…es el momento» ─¿Estás segura, Gin? ─Cuestiona, llamando mi atención, pestañeo sintiendo el calor en mis mejillas. En definitiva, estoy muy nerviosa. Mi corazón quiere estallar, y esto es más complicado de lo que parece ¿Qué hago con su…pene? ¿Lo toco? Me cuestiono─. Gin, no tenemos que hacerlo si no estás lista, sin presión ¿Recuerdas? Estoy enamorado de ti, y podría esperarte un milenio ─manifiesta, sus palabras siempre son las perfectas y tan dulces. Me abalanzo de nuevo hacia él, besando sus labios con intensidad. «Es ahora o nunca, pienso» Comienzo a desabotonar su camisa, él, a pesar de ser delgado, tiene un buen abdomen, como si su fortuna, es ser atractivo. Mis dedos, temblorosos, acarician su piel. Dejo salir un suspiro, cuando siento algo en mi sexo, como una corriente. Trago con dificultad. Kael, posa sus manos en mis hombros, bajando los tirantes de mi blusa, dejándole ver mi corpiño de encaje que he comprado solo para él. Esbozo una sonrisa ruborizada por sus ojos, clavados en mis pechos protuberantes―A pesar, de tener dieciocho años, tengo un cuerpo desarrollado, a los ojos de la sociedad, soy una mujer…no una “chiquilla”―. Sus manos, se posan en mis senos, apretándolos. Suelto un sonido instintivo y él me recuesta en la cama, ayudándome a quitarme la falda con plisados. Trato de cubrir mi cuerpo con vergüenza, pero él, aparta mis manos, admirándome. Se posa encima de mí, besando mi cuello y erizando mi piel. Clavo mis dedos en su espalda, al sentir su mano descender por mi vientre hasta mi sexo. Separo mis labios, en cuanto él, mete sus dedos entre la tela de mi ropa interior, encontrándose con mi preparado coño. «No lo puedo creer, me está tocando, y se siente muy bien» pienso, respirando con dificultad. Estiro mi cuello hacia atrás, junto con un gemido cuando mueve sus dedos en mi clítoris. Súbitamente, el golpeteo de la habitación del hotel, me sobresalta. Arrugo el entrecejo. ─¿Pediste servicio al cuarto? ─Cuestiona, Kael, asustado de la misma manera. Porque no recuerdo, haberlo hecho. Siguen tocando más fuerte, aparto a mi novio, levantándome de la cama, para envolverme con una bata de baño. ─¡No pedí servicio, retírese! ─Exclamo, antes de llegar a la puerta. ─¡Señorita Bass, salga ya mismo, o entraremos a la fuerza, su padre nos ordenó sacarla de este lugar! ─Exclama, reconozco la voz y es el jefe de seguridad de mi padre. Mi corazón palpita de nuevo con fuerza, pero esta vez, no es por el placer que esperaba obtener o los nervios. Giro mi rostro, hacia Kael, abriendo mis ojos como platos. ─¡Púdrete, Víctor! ─Grito, sintiendo la rabia invadirme. No puedo creer que mi padre, me ha hecho esto, es una vergüenza. ─Le advertí, señorita, vamos a entrar ─manifiesta, Víctor, empujando la puerta de repente a los segundos. Corro, hacia mi celular, pero cuando lo tomo en mis manos, él me sostiene, levantándome. ─¡Suéltala! ─Demanda, molesto, Kael. Los ojos oscuros de Víctor, se posan en los de Kael. ─Ni te atrevas, muchacho. Tienes las de perder, aléjate de una vez por todas de la señorita Bass, antes de que sea muy tarde. Y colócate la camisa, tienes que irte de aquí ─advierte, con frialdad, Víctor. Mis ojos se escuecen al ver el rostro de mi Kael. Sus brazos caen lánguidos, junto a un resoplo. Mientras pataleo, golpeando con la fuerza que puedo a Víctor. ─¡Le diré a mi padre de esta barbaridad, bájame, no soy un saco de papas! ─Grito, tratando de marcar el número de mi papá. Otro sujeto de seguridad, que trabaja para Víctor, me arranca el móvil de la mano─. ¡Malditos, la pagarán! ─Amenazo, ante la frustración de una de las razones por las cuales quiero dejar de ser una Bass. ─Esa no es la boca de una heredera Bass ─espeta, Víctor, sacándome de la habitación. ─¡Kael, búscame, disculpa yo…te amo, resolveremos esto! ─Exclamo, ignorando lo que dice el jefe de seguridad, sacándome, finalmente de la habitación. No escucho la voz de Kael, no con un: “Te amo” de regreso, mucho menos: “te buscaré hasta el fin del mundo” Él, debe de estar enojado conmigo, o avergonzado. Sollozo, cuando me introducen en la parte trasera de una de las camionetas blindadas. Me entregan un suéter, y un pantalón de ejercicio, para colocármelo. Esperan a que me vista, encerrándome. Dejo salir un suspiro, moqueando. «Pensé que al cumplir dieciocho, se acabaría este control sobre mí» maquino y termino de vestirme. Golpeo el cristal, anunciando que estoy lista. Se introducen en la camioneta, avanzando a toda velocidad. Dejo mi mirada cabizbaja, en mis dedos. ─Señorita Bass, no debería de estar triste, su padre lo hace por su bien, ese chico no es de su misma sociedad, es un don nadie que… ─Es mi novio, y tiene mejor corazón que todos ustedes ─interrumpo a Víctor. Él asiente, suspirando. ─Tiene razón, pero usted es heredera de una dinastía, no es cualquier chica. Hay parámetros que tiene que cumplir. ─Toda mi vida lo he hecho, a todo lo que me han demandado: Clases de equitación, idiomas, clases de porte y educación en sin fin de situaciones, he estudiado parte de una carrera como administración de empresa, sé cómo dirigir un negocio multinacional a mi corta edad, hasta cómo debo de vestirme para ir a una caridad…créeme, sé que no soy una persona cualquiera ─expreso, cruzándome de brazos. Se me ha exigido el triple, más que a mi media hermana, que es mayor que yo y sería la heredera principal de la dinastía. ─Su padre, ha forjado a una excelente mujer ─menciona, Víctor, llamando mi atención. Es primera vez, que se refiere a mí como una “mujer adulta”, y no una “chiquilla” aclaro mi garganta, quitando mi vista de su rostro, malditamente perfecto. Debería de ser un delito, tener un guardaespaldas tan guapo. ─Espero él piense eso y me deje en paz ─murmuro, clavando mis ojos azules―algo característico de los Bass―, en el vidrio de la ventana, encontrándome con mi reflejo. Mi cabello es castaño claro con reflejos rubios, pareciendo en muchas ocasiones que soy rubia por completo, cosa que no me molesta del todo. Paso mi mano por mi rostro, barriendo el rastro de mis lágrimas, me siento una tonta, presa de mí apellido. Llegamos a la mansión Bass, y bajo con el enojo cegándome por completo. Doy pisotones, entrando al aposento de gran magnitud; elegancia u opulencias. ─¡Papá! ─Grito, buscándolo con mi mirada. Detengo a una de las chicas que trabaja en la casa, parece asustada cuando me ve─. ¡¿Dónde está mi papá?! ─Inquiero, sobresaltada. ─En el despacho, señorita, se encuentra con su hermana ─expresa, arrugo el cejo, caminando hacia ese lugar. Empujo las puertas dobles de roble blanco, encontrándome con el rostro de mi padre y sus ojos azules se clavan en mí. ─¡¿Pero qué carajos, papá?! ─Grito, alterada. ─Hija, cálmate, no es para que te pongas así. ─Tus hombres, me sacaron como si fuera un saco de papas de…ese lugar, y me avergonzaron delante de muchas personas ¿Cómo supiste que estaba allí? ─Cuestiona, con la respiración acelerada. Mi padre, con porte elegante, esboza una sonrisa. ─Tú misma te has puesto en esa situación, te dije que te alejaras de ese muchacho, y osas a alquilar una habitación de hotel con mi tarjeta, sabiendo que tengo seguimiento de todas tus compras, por algo, se llama: tarjeta de emergencia. Vamos, siéntate, que hay algo importante de qué hablar ─expresa, de manera segura y calmada «Demonios, he sido una tonta» ─No tienes derecho a decirme con quién salgo y con quién no ─declaro, negándome a sentarme. ─Gin, siéntate ─insiste, ahora mi hermana mayor; Gema Bass. De cabello azabache y ojos azules. Según, lo que llegué a escuchar, su madre, fue una sirvienta de mi padre, que murió de una enfermedad, anunciándole a Jasper Bass, que tenía una hija mayor. Llegó a nuestras vidas, cuando yo tenía tan solo tres años. Y recuerdo lo furioso que estaba mi padre, pero no pudo negar los ojos azules que gritaban ser una Bass legitima. Mis padres la acogieron, cambiándole el nombre, sería una más de la familia, hasta mi madre llegó a quererla. Cuando recuerdo a mi madre, arrugo el cejo, ella desapareció de nuestras vidas, no supimos nada más de ella─. Nuestro padre, tiene algo qué anunciarnos ─Vuelve a decir, Gema. Ruedo los ojos, lanzándome en el sillón. ─Gracias, Gema ─menciona, Jasper Bass. ─¿Qué es lo importante? ¿Me mandarás lejos, a Alaska para que me muera de frío y se me congele el trasero? Créeme, todos estarían triste si le sucede algo al trasero de Ginebra Bass ─Cuestiono, con ironía. ─No, Ginebra. Te vas a casar ─manifiesta, sin previo aviso y sin anestesia. Suelto una risa nerviosa, sin creer que he escuchado eso. Arrugo el entrecejo, mirando a mi padre, quien parece que no ha dicho algún chiste─. Sí, te casarás, como has escuchado bien y será con el empresario, Ezra Hamilton, es de suma importancia, por el bienestar de nuestra dinastía ─reitera. Cuando escucho el nombre, coloco los ojos como platos. Y Gema, se levanta de un salto, sorprendida por la noticia. Pero no más anonada que yo, que tendrá que casarse con el hombre más temible de la sociedad, el déspota, y malvado; Ezra Hamilton. 
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