| Ezra Hamilton |

1688 คำ
Niego con la cabeza, sintiendo el nudo en mi garganta, formarse de manera dolorosa. Me levanto del sillón, dando pasos hacia atrás, alejándome de la figura de quien dice ser mi padre, pero me avienta hacia un hombre despreciable a que viva una infelicidad a su lado. ─No, no y no ¡No me casaré! ─Exclamo, con los ojos ardiendo por el pronto sollozo. Nunca me imaginé que llegaría tan pronto, el momento en que mi padre me prometiera a alguien más. Es algo común en las familias de la alta sociedad y fui criada para ser una buena esposa…pero, ¿por qué tan pronto? Me cuestiono, negándome a la idea. ─Ginebra, sin replicas, no eres la que manda en este lugar. Tengo el derecho de dar tu mano a un buen hombre y nadie mejor que el empresario del momento. Nuestra dinastía quedará a salvo, gracias a ti ─reitera, mi padre. ─¿Por qué no casas a Gema con él? Ella es la mayor de ambas y está mejor preparada ─inquiero, mirando a mi hermana, quien parece afectada. ─Tiene razón, padre, esperaba que me eligieras para ser esposa del señor Hamilton, no Ginebra, que acaba de cumplir su mayoría de edad, es una chiquilla, en cambio yo… ─¡Silencio ambas! He tomado mi decisión y no aceptaré cambios en ella. Ezra Hamilton, está en camino, hablará contigo, Ginebra, para proceder a organizar la boda, lo más pronto posible. No hay tiempo que perder ─interrumpe, tajante, mi padre. Mis ojos se humedecen, aprieto mis labios junto a mis puños. ─No me voy a casar con ese hombre, ¡ni lo conozco! ─Basta, Ginebra, te vas a casar, tienes que velar por nuestra dinastía. Por la que tanto trabajé. Tú misma dijiste que la administrarías de ser posible, porque te atrae el poder que te dará. El amor entre ustedes, crecerá con el tiempo, igual con mi matrimonio con tu madre ─expresa, mi padre. En el fondo, tiene razón, siempre quise ser la cabecera, pero mi hermana también. Deslizo mis ojos hacia los de ella, que se denotan furiosos. ─Mi madre desapareció, nos abandonó. No creo que haya resultado del todo ─murmuro, cubriendo mi rostro, para soltar un sollozo. Mi padre, se acerca a mí, acariciando mis hombros. ─Hija, eres una Bass. No voy a permitir que te haga daño, te lo prometo ─menciona, llevándome a mirarle. Él, acaricia mi cabello. ─¿Puedo divorciarme? ─Pregunto, con curiosidad. ─Eso no será posible, hija ─responde, junto a un suspiro. ─¡No es justo, padre! Sabías que me gustaba el empresario Ezra Hamilton, y me correspondía a mí, ser su esposa ¡Tuve una cita con él! Pensé que tú… ─Gema, naciste fuera del matrimonio Bass, tu madre fue una sirvienta. Te he dado todo lo que te corresponde como hija legitima, pero, tu hermana, fue fruto de mi matrimonio. Es la principal heredera de toda la fortuna ─manifiesta, con frialdad, mi padre. Los ojos de mi hermana, se abren con asombro, al escuchar las palabras tajantes de su progenitor. Ella, lanza uno de los floreros al suelo, mostrando indignación, me siento mal por todo esto. ─¡Te arrepentirás de esto, padre! ─Advierte, sorprendiéndome. Su rostro está enrojecido, lleno de rabia. Sale del despacho, echando humo por la cabeza. Jasper Bass, niega con la cabeza. ─Papá… ─murmuro, esperando hacer que cambie de idea. ─Gin, te lo suplico, si todo resulta como lo tengo pensado, tu vida se resolverá por completo, no tendré que preocuparme más y mi corazón cansado podrá darse un respiro ─menciona, con la voz rota. Bajo la mirada, pensando en Kael y mi vida con mis amistades. ─Tengo un novio, papá, lo conoces. No quiero romperle el corazón, tengo una vida ─insisto. ─Me encargaré de eso ─declara, acariciando mis hombros y toma una bocanada de aire─. Eres mi pequeñita, mi princesa, no permitiré que nadie te haga daño. Las cosas que dicen del señor Hamilton, son puras blasfemias. Hace poco perdió a su prometida y tenemos que aprovechar el que ha aceptado tomarte como esposa…es un hombre cotizado entre las mujeres ─menciona, como si eso me importara. Arrugo el entrecejo, recordando que es guapo, por las palabras de Gema, pero, entre la sociedad, solo dicen que es despiadado y mujeriego. ─¿Cómo te encargarás? ─Pregunto, desconcertada. Queriendo un abrazo de Kael, y que me llevo lejos de aquí. Mi padre, me deja un beso sonoro en la mejilla, apartándose de mí, sin responder a mi pregunta. ─No tienes de qué preocuparte ─declara, dejándome más confundida. Me rehúso aún a casarme con ese sujeto. Escucho el timbre de la casa. Abro mis ojos con sobresalto, aún sin entender qué está sucediendo y lo que está por suceder. Siento que no tengo el control de nada, soy una marioneta sin vida. Mi padre, se aleja de mí. La voz del mayordomo, anuncia la llegada del señor Hamilton. Giro mi rostro, viendo cómo mi progenitor, abre las puertas dobles, para darle paso a una figura desconocida para mí. Es alto, imponente, vestido de traje y mantiene su mirada agacha. Trago con dificultad, cuando lo observo mejor, porque he de admitir que es muy guapo, más que eso, es ardiente. Sus ojos se levantan, dándole una sonrisa tenue a mi padre, junto a un apretón de mano. Aprieto mis manos en puños, al detallar su rostro; cabello rubio oscuro, barba recortada, nariz fina, mandíbula marcada, unos labios rosados de un grueso perfecto y…unos ojos miel, casi verdes. Son dominantes, tanto, que cuando los posa en mí, quito mi mirada por la vergüenza que me provoca. Sé que me veo del asco, con los ojos hinchados por llorar, mi maquillaje arruinado, cabello alborotado y estoy vestida con un traje deportivo que no combina para nada. Aclaro mi garganta, por la presencia de ese hombre. Que para mis conocimientos, parece irreal y quizá, tiene muchos secretos oscuros, dudo que sean como los de Grey, este no tendría un cuarto del placer. Quizá uno de tortura, de esos que salen en documentales de asesinos en serie. ─Adelante, señor Hamilton, es un placer tenerle en nuestra mansión. Quiero que conozca a mi hija; Ginebra Bass y su futura esposa ─anuncia, mi padre, colocándome los pelos de punta. Levanto el mentón, conectando mi mirada de asombro con la de él. Se denota serio y muy frío. Como si ya me odiara, con solo escuchar mi nombre. Él, oculta sus manos en los bolsillos de su pantalón, escaneándome de arriba abajo. Esboza una sonrisa petulante. ─Ginebra, no seas indecente, di algo ─incita, mi padre «¿Qué quiere, que le baile?» Ruedo los ojos. ─Hola ─suelto, sin más. ─Disculpe, es que le acabo de dar la noticia de nuestro trato, y no lo ha tomado muy bien. Pero no se preocupe, no nos echaremos para atrás. Ella será su esposa ─menciona, mi padre, tratando de que no sea más incómodo de lo que es. ─Déjanos a solas, por favor ─demanda, el señor Hamilton, su voz es más fría de lo que él parece. Mi piel se eriza, al ver cómo mi padre hace ademán de salir de su propio despacho, dejándome con este sujeto que solo me mira con desprecio. Sé que no soy tan despampanante como mi hermana o alguna mujer de veintitantos. Pero no soy una atrocidad, eso lo sé muy bien. Jasper Bass, cierra las puertas detrás de él. Y mi corazón palpita con fuerza, por el hombre al frente de mí, que borra de sus comisuras, la sonrisa falsa que cargaba. Se acerca a mí, y retrocedo de manera instintiva. ─No se acerque a mí ─espeto, levantando la mano. Él, detiene sus pasos. ─No es como si quisiera tocarte. Pues no me produces ni el mínimo atisbo de curiosidad. Quiero dejarte en claro quién soy yo y cuál será tu lugar en todo esto…eres solo una ficha más en el tablero ─manifiesta, arrugo mi entrecejo. Siento una estaca en mi pecho, como si me hubiera dado en todo mi ego. ─Cásate con mi hermana, pide su mano. Ella es mayor que yo y seguramente, te complacerá de la manera en que deseas ─suelto, rápidamente, al sentir que debo de huir. Él, niega con la cabeza, chasqueando su lengua. ─Tu hermana, sí…está muy buena, y hubiera preferido a esa mujer, que a una chiquilla como tú. Ella tiene elegancia, porte, además de un magnifico cuerpo. Pero tú, eres la heredera de la dinastía Bass, no ella. Así que, solo me sirve para un polvo placentero ─declara, mi respiración se acelera. Nunca había escuchado hablar a un hombre así, es como si hablara con el pecado y de manera carnal. ─No dejaré que me toques ─gruño, esperando que eso, lo haga cambiar de idea. ─Es que ni quiero, ya te dije, solo es por negocios. Serás una fachada con un lindo apellido y es lo que quiere también tu padre, cegado por mi poder…además, hace tiempo que ha firmado a tu nombre, cuando eras menor de edad. Me perteneces, Ginebra Bass. Trago con dificultad, viendo mi vida ser una desgracia a su lado. Súbitamente, me acorrala contra la pared del despacho, no me había percatado que al estar huyendo de su presencia, lo llevé a arrinconarme. Posa sus manos de golpe en la pared, a los costados de mi rostro, sobresaltándome. ─Eres parte de mi plan, nada más que eso, lindura ─espeta, aprieto mis manos en puños. Sintiendo el sollozo apretarse en mi garganta. ─No me digas así ─gruño, encarándolo. Él, relame sus labios, llamando mi atención. ─¡Jasper Bass! ─Llama, desconcertándome. A los segundos, mi padre emocionado, abre las puertas. Ezra, se aleja de mí, clavando sus pupilas en mi rostro. Declarándome la guerra sin más. ─¿Sí, señor Hamilton? ─Cuestiona, mi padre. Esperando que yo, no le haya dejado mal, delante de este imbécil de primera. ─Nos casaremos mañana, tengo prisa con acelerar los negocios de nuestras empresas. Además, será un honor, desposar a su hija. Seremos poderosos ─anuncia, Ezra. Quiero desmayarme, gritar, patalear, pero nada de eso servirá. Es mi maldito destino, casarme con este hombre.
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