Los ojos de Vlad me observan con atención mientras acaricia mi espalda, magreando mis nalgas con sus manos como si se estuviera aguantando de ser rudo conmigo. Respiro en sus labios, esperando a su aceptación. ─Esto debería de llevarnos horas de placer y solo tenemos minutos, pero estoy volviéndome loco desde que te vi con el vestido, no creo poder contenerme lo suficiente ─comenta con ronquez en su voz. ─Asegurémonos de terminar lo que iniciemos ─insisto jadeando con mis palabras mientras balanceo mis caderas contra él, ronzándome con la longitud de su firme polla. ─No podemos hacerlo…aquí ─gruñe inclinando su cabeza hacia mí, separa sus labios para emitir sonidos silbantes al soltar el aliento con dientes apretados. ─¿Nunca lo has hecho en una limusina? ─Pregunto vacilante. ─N