Capítulo 11

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  De inmediato, Emery bajó la mirada y vio su uniforme. Rápidamente asintió con la cabeza.   —Está bien... —exclamó con su voz suave. Al instante, se dio la vuelta y estaba a punto de marcharse, pero Aiden la detuvo de repente.   —Espera —dijo el hombre.   —¿Sí? —preguntó ella confundida—. ¿Algo más?   Los ojos de Aiden se entrecerraron, transmitiendo una leve sensación de miedo a cualquiera que lo viera.    —¿Qué le pasó a tu brazo? —inquirió.   —Me quemé recién —respondió ella sin pensarlo. No esperaba que él viera la herida en su brazo.   —¿Fue un accidente? ¿O fue otra persona quien te quemó? —interrogó Aiden de inmediato.   Emery estaba segura de no poder ocultarle la verdad a ese hombre, por lo que respondió honestamente:   —Fue otra persona.   De pronto, los delgados dedos de Aiden golpearon suavemente la mesa un par de veces. El sonido no fue fuerte, pero todos lo escucharon y fue como si hubiese golpeado directamente sus corazones.   —¿Quién fue? —inquirió él con voz profunda.   ¿Podría ser que Claire no hizo caso de su advertencia y comenzó a causarle problemas a Emery? ¿Podría atreverse a subestimarlo de esa manera?   En ese instante, Emery se dio cuenta por el tono de Aiden de que algo no estaba bien. No pudo evitar sentir cierto temor y estaba tan atónita que se congeló y no supo si contarle o no. Por otra parte, Sofia estaba parada a un lado, visiblemente asustada, sin querer hacer el mínimo ruido que llevara la atención hacia ella.   Ese miedo no era irracional. Con un aura tan fuerte, Sofía supo de inmediato quién estaba allí sentado, aunque nunca antes lo había visto. Se trataba del hermano de Taylor, el hombre que dominaba y tenía una gran influencia en el mundo de los negocios: ¡Aiden Moris!   Frente al silencio de Emery, Aiden arqueó las cejas levemente y preguntó:   —¿Por qué estás callada? ¿Qué te preocupa?   —Yo... —tartamudeó ella.   —Te protegeré. —De repente su tono se volvió duro—: ¡Dime!   Al instante, Emery tragó saliva, levantó lentamente la cabeza y miró a los profundos ojos de Aiden. Él la miró a su vez, pero ella aún no pronunciaba palabra. Entonces apartó la vista de ella y la dirigió a quienes estaban detrás.   De inmediato, Emery volvió la cabeza despacio y descubrió que todos los empleados de la cafetería estaban parados no muy lejos, a sus espaldas. Ella no se percató en qué momento salieron.   Mientras tanto, Aiden los miraba uno a uno con sus ojos pesados, transmitiéndole presión a quien miraba. No había rastro de emoción alguna en esos ojos, eran como un lago completamente quieto y silencioso, pero que en cualquier momento podía provocar enormes olas.   Continuaba juzgando a cada uno del personal, hasta que finalmente fijó sus ojos en Sofia y en ella se detuvo durante un instante más que en el resto. Luego miró hacia un costado.   —Ve a cambiarte —le repitió a Emery.   Ella asintió de inmediato y se dio la vuelta para irse. Lo último que vio antes de entrar a la sala del personal fue a dos guardaespaldas, altos y fuertes, que se llevaban a Sofia afuera. Una vez entró, se cambió rápidamente, pues era obvio que a Aiden no le gustaba que ella vistiera el uniforme frente a él y no quería enfadarlo.   Tan pronto como Emery se fue, el aura imponente de Aiden se hizo más fuerte. Al instante, sus ojos se volvieron gélidos, lo que llenó de terror a todos en la cafetería, a tal punto que permanecieron con la mirada gacha porque no se atrevían a mirar en su dirección.   —¿Fuiste tú? —preguntó—. ¿Qué pasó?   Sofía temblaba de miedo, pero aun así negó con la cabeza.   —No... no fui yo, de verdad, yo no lo hice... —balbuceó ella.   —No me gusta la gente que me miente —dijo Aiden con un volumen y tono de voz bajo—. Creo que es más repugnante mentir que hacer algo malo. ¿Entiendes?   Sofía se sentía bajo una enorme presión y no pudo soportarlo más, por lo que esta vez fue más sincera:   —Yo... no quise decir eso. Fue un accidente... derramé el café por accidente...   Al escucharla, Aiden enarcó las cejas y resopló mientras Sofía parecía estar a punto de llorar. Si ese hombre decidía investigar más sobre el asunto, entonces la verdad saldría a la luz y su vida se arruinaría.   Entretanto, Emery volvió a ponerse su ropa y se sintió incómoda por todo lo ocurrido. Cuando salió, vio a Sofia parada no muy lejos de ella. Le temblaba todo el cuerpo y su cabello estaba muy desordenado. A su lado tenía dos hombres vestidos de traje n***o, inmóviles.
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