| Ninfa de la Primavera |

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Parpadeo sintiendo cómo mi cuerpo se encuentra entumecido de tanto placer nunca antes sentido, menos con alguien de otro mundo. Me percato de que estoy sola en la habitación de Hades. Dejo salir un resoplido envolviéndome en las sábanas negras para levantarme y abrir las ventanas, luego, recuerdo que aquí no existe el sol y que estoy en el inframundo, donde me he quedado luego de tener mucho sexo lujurioso con el futuro rey del infierno. Muerdo mi labio aún sin entender cómo llegué a experimentar estas situaciones cuando mi vida era tan aburrida un monótona. Arrastro mis pies hacia el baño y aquí dentro de su habitación, todo me recuerda al reino de los mortales. Supongo que los demonios también tienen que hacer sus necesidades en un inodoro. Luego de asearme, paso la mano por el espejo empañado para ver mi reflejo, mi rostro está más luminoso que antes solo que, mi cabello está hecho un asco, comienzo a peinarme rápidamente y salgo del baño buscando mi ropa y vuelvo a recordar que regresamos desnudos. ─Que oportunos ─murmuro para mí. Las imágenes de la noche me avasallan colocando mis mejillas a arder en vehemencia─. ¿Yo hice todo eso? Ni sabía que era tan flexible y que podía hacer todas esas posiciones ─hablo impresionada. ─Sí que lo eres ─suelta la voz de Hades, doy un salto girándome para encontrarme con sus luceros miel, aclaro mi garganta y respingo mi nariz cuando él detiene sus pasos─. ¿Estás cómoda? ─Inquiere. ─No tengo ropa, es obvio que no. ─Pensé que sí, me gusta verte desnuda. ─¿Quieres que todos los demonios del inframundo me vean desnuda? ─No he dicho eso ─gruñe desconcertándome─. Te conseguiré ropa, mi padre quiere conversar contigo. ─¿Qué voy a conversar con Lucifer? ¿Cómo castigar y torturar? ¿Por qué le cae mal Dios? ─Suelto y él me mira sonriente. ─Lo último ni se te ocurra. ─¿Por qué? ─Si quieres que te haga sopa en las brasas del infierno, es mejor que no lo hagas y yo…no quiero buscar a otra prometida. ─No nos vamos a casar ─suelto renuente─. Solo acepté porque… ─Querías esa lujuria tanto como yo, no te atrevas a negarlo ─interviene colocando a mi corazón a latir con más fuerza. ─Bien ─acepto, es algo que no puedo evitar. Él esboza una sonrisa. ─Presiento que seremos la mejor pareja reinante del inframundo. ─Espera ¿Todo es cierto? Pensé que seguías jugando conmigo. ─Querida, yo nunca jugaría contigo ─manifiesta clavándome su mirada─. Te colocarás algo de mi ropa e iremos de compras ─propone caminando a su inmenso armario de ropa solo de color n***o y saca unas piezas que sostiene en sus manos para entregarme. Bajo la vista a lo que me da y arqueo mi ceja para disponerme a vestirme. Me asomo en la puerta del baño. ─No te burles ─advierto llamando su atención, él se gira para verme salir del baño con su camiseta que me queda como vestido y un pantalón de ejercicio que tuve que doblar mucho, noto que se está aguantando la risa─. Eres un idiota ─espeto y él se acerca a mí. ─Te ves tan tierna ─dice. ─Claro que no. ─De ahora en adelante, usa mis camisetas ─propone como si nada. ─¿Un fetiche? ─Pregunto divertida colocándome unos zapatos que estaban tirados en el suelo y que me quedan enormes. ─Es posible, tengo muchos fetiches ¿Quieres saber cuáles son? Podría comenzar con el de ahorcar mientras mi… ─Mejor, luego ─intervengo antes de que la conversación se coloque turbia con las cosas que salen de la mente del Dios de la lujuria. Él me invita a salir de la habitación y comienzo a climatizarme de alguna manera, ya no tengo tanto frío como la primera vez ¿Eso quiere decir que me estoy muriendo? Quito ese pensamiento de mi cabeza a la vez que me tropiezo con su espalda fornida deteniéndome. ─Oye, ¿sabes que no puedo atravesarte? ─Pregunto sobándome la nariz. Hades toma mi mano de forma súbita y despliega sus alas sin avisarme alzándome en sus brazos─. ¡Te asesinaré! ─Grito asustada aferrándome a él, su rostro queda muy cerca del mío y noto su sonrisa sardónica. ─Soy inmortal. ─¡Y yo mortal, tarado, puedo caerme y morir! ─Chillo paranoica. ─No seas exagerada, jamás te dejaría caer. ─¿Puedo confiar en ti? ─Indago sin creerlo. ─Perséfone, mi vida depende de ti, creo que sería yo, quien haría esa pregunta ─menciona sonriente. ─Tienes razón, eres mi esclavo ─suelto, más relajada. ─Acepto serlo, pero, esclavo s****l ─acota alertando a mis latidos con su coquetería. ─¿Premio o castigo? ─Siempre premio, Perséfone ─responde con intensidad. Desvío mi vista de la de él para que los pensamientos lujuriosos de anoche no me invadan traicionándome y me lleven de vuelta a la tierra sin más. Aprovecho de mirar con la mayor valentía que yace en mí y noto el inframundo desde los aires. No hay cielo, eso era obvio y hay un lado más brillante que el otro. Una lava ardiente está rodeada de almas mientras que, hay un inmenso mar oscuro y denso donde flotan también muchos cuerpos. El inframundo de Hades se rige también del infierno que todos conocemos con el purgatorio incluido, y cada vez me percato de que somos más ignorantes ante la existencia de este mundo donde nació Hades ¿No conoce la belleza de las plantas, las flores y los jardines? Vuelvo a mirarle y me encuentro con sus ojos observándome. ─Ya no estás tan temerosa ¿Te hago sentir segura? ─No lo preguntes así…eres muy directo. ─Pensé que eso te gustaba, tenías a un imbécil como prometido que te ocultó muchas cosas. ─¿Qué sabes? ─Espeto arrugando mi cejo. ─Más de lo que no quisiera saber ─gruñe molesto y me baja colocando mis pies en el suelo oscuro. Él guarda sus alas y camina imponente hacia el frente─. ¿No vienes? ─Inquiere porque me quedo viéndole, su sola presencia me parece enigmática. Asiento con mi cabeza «Como si no hubiera estado antes dentro de mí» Alzo mi vista y noto que es como una zona de tiendas de lujo, no sabía que en este lugar existieran este tipo de cosas. ─¿Balenciaga? ─Inquiero al ver el letrero. ─Si supieras todos los pactos satánicos que han hecho sus dueños, Balenciaga es el Dios de los sacrificios inhumanos, y aquí tenemos atendiendo a quienes estuvieron detrás vendiendo sus almas, hasta que los contratos de los más grandes se culminen y terminen aquí también ─explica sorprendiéndome. ─De alguna manera, ustedes rigen la justicia al final de todo ─menciono pensando en todos los criminales que quedaron impunes en la tierra mortal pero que, al morir sufrirán las consecuencias de sus actos. ─Exactamente, todos quiénes hayan sido el mal en el reino mortal, aquí, lo pagarán ─Me guiña un ojo abriéndome la puerta y asiento─. Es algo que debes de saber cuándo reines ─acota llamando mi atención. ─Hades, yo… ─¡Atención, escorias! ─Llama interrumpiéndome y las almas se giran a vernos─. Atiendan a mi prometida y futura reina del inframundo, todo lo que ella quiera, ustedes obedecerán a menos que quieran vivir una temporada más en el purgatorio, allá me divierto mucho con ustedes ─suelta Hades y las almas se asustan, pero, no hablan por más que intenten. ─¿Qué les sucede? ─Tienen sellados los labios, dentro, hay una bola con púas que se acciona cada que intenten hablar, esa fue mi idea ─responde riéndose y con orgullo. ─Lindo… ─digo con sarcasmo. ─¿Cierto? ─Se lanza a un sofá. ─¿Hay alguna manera de comunicarme con el reino mortal? ─Por supuesto ─Abro los ojos sorprendida y emocionada. ─Necesito enviarle un mensaje a mi amiga, decirle que estoy bien y que solo me he ido de viaje ─pido. ─Claro, le enviaré tu mensaje a la dirección donde aparecí la primera vez ¿Verdad? ─Inquiere y mi sonrisa se ensancha asintiendo con la cabeza como un perrito feliz. ─Iré a probarme ropa ─comento caminando a los aparadores. ─Diviértete, querida Perséfone ─dice lanzándome un beso. **Reino mortal** Un cuervo apareció de repente en la ventana del apartamento e hizo gritar del susto a Leticia Vonpart quien leyó una nota que cayó del pico del cuervo. Donde decía: “¡Holis!, soy la linda y preciosa Catherine Spellman, tu querida amiga, salí de viaje con el hombre más ardiente del inframundo y tiene una polla enorme, ¡wuju, que emoción! Besitos, besitos. PD: El cuervo se autodestruirá en cuanto termines de leer esta nota” El cuervo se evaporó en un estallido sobresaltando a Leti, quien resopló y pensando que su amiga finalmente ha perdido la cabeza. ─¡¿Qué carajos?! ─Bramó. **Reino del inframundo** Termino de probarme la ropa y modelársela a Hades quien emocionado me aplaudió y aceptó todo, haciéndome reír. Me cambio de atuendo, pero, dejándome la camiseta de Hades, mejor estilizada y camino en los tacones nuevos que me escogió él. ─Estás magnífica, eres la muerte perfecta ─manifiesta al mirarme y mis mejillas arden. ─Tomaré eso como un halago ─digo entornando mis ojos y caminamos fuera de las tiendas. ─Entonces…¿Lucifer? ─Indago. ─Estarás bien, me quedaré cerca y si te sientes incómoda intervendré ─menciona rascándose la nuca─. Por cierto, gracias…por ayudarme ─comenta y le miro con una sonrisa. ─Tú le diste diversión a mi vida y es que…la necesitaba ─digo con sinceridad. ─No permitiré que ese hombre se te acerque nuevamente ─suelta con voz gruesa erizándome la piel. ─¿Qué sabes que yo no? ─Indago, él aprieta su mandíbula y a los segundos alza su vista. Giro mi rostro para encontrarme con la figura y sonrisa de Lucifer. ─¿De compras? ─Pregunta. ─Sí, no tenía suficiente ropa. ─Las ninfas suelen estar desnudas la mayoría del tiempo ─comenta. ─Perséfone no es una ninfa cualquiera, será mi esposa ─interviene Hades─. Les dejaré a solas, llevaré las bolsas a casa ─acota encarándome. ─Espera ─digo, deteniéndole y le encaro sujetando su camiseta para atraerle a mí, acerco sus labios a los míos y le beso. Solo que, el beso se convierte en algo más lujurioso y cuando siento que sus manos sueltan las bolsas queriendo tocar mi cuerpo, me separo de él tomando aliento─. Hay que ser convincentes, futuro esposo ─digo guiñándole el ojo y él sonríe mordiéndose el labio. Suelto un suspiro pensando «Esto estuvo cerca, casi pude sentir cómo me transportaba al mundo mortal» Comienzo a caminar junto con Lucifer. ─¿Qué tal ha sido la estancia en el inframundo? Tengo entendido que el infierno no es tan agradable, pero sigue siendo mi favorito, aunque no tanto el de mi hijo ─pregunta sacándome de mi trance. Me percato de que estoy hablando con el mismísimo diablo, el de todas las historias y películas que me contaron de pequeña. ─El inframundo es…lo más parecido de donde vengo. ─Reino mortal… ─murmura con cierto recelo. ─Te raptó mi hijo cerca de la tierra mortal ─recita y asiento─. ¿Cómo sé que no me están engañando? Hades suele ser muy inteligente para salirse siempre con la suya ─Suelta mirándome y me detengo de golpe con mis latidos alterados. ─No le estamos mintiendo. ─¿Por qué una ninfa que vive de las florecitas quiere vivir en tierra de muerte? ─Por Hades. ─Ese Dios lujurioso ─gruñe─. Varias ninfas se han obsesionado con él, no me sorprendería que también cayeras en el mismo pozo. Espero y si llegues al matrimonio, porque suele arrepentirse a último instante rompiendo los corazoncitos de las ninfas ─menciona y pienso en lo que me sucedió «Hades no sería capaz»─. En fin…hablemos de algo más divertido, castigos, torturas, orgías y todo lo que podemos hacer para celebrar el compromiso de mi hijo y heredero de todo lo que ves ─suelta de repente. ─¿Una fiesta de torturas? ─Le sigo el juego. ─Interesante, ¿cómo sería? Podría proponer una guillotina, aunque suele ser un poco desastrosa por la sangre y que hay que limpiarla en cada diversión ─habla y por alguna razón me hace reír. Es muy elocuente a pesar de estar hablando de cosas turbias. ─Podría ser un… ─Mis palabras se cortan de golpe al sentir cómo algo crece debajo de mí y me proporciona cosquillas en las pantorrillas. ─¡¿Pero qué mierda?! ─Exclama Lucifer en cuanto algo me impulsa hacia arriba en lo que parece ser un enorme árbol que creció inesperadamente en medio del inframundo. Me sujeto lo más que puedo de las ramas y Lucifer libera sus alas para atajarme y bajarme antes de que me caiga y muera aparatosamente. Cuando me coloca de nuevo en el suelo miro gran el árbol de color n***o que creció de la nada como la historia de las habichuelas que mi padre me contaba de niña. ─¡¿Estás bien?! ─Pregunta Hades exaltado llegando hacia nosotros. ─Sabía que no la dejarías a solas conmigo. ─Sabes que no ─responde Hades. Los tres miramos el árbol sin entender qué ha sucedido y que quizás sea la culpable. ─Ahora estoy más intrigado, de que, la ninfa de la primavera haya podido usar sus poderes en una tierra nada fértil ─menciona Lucifer y aún estoy aturdida por lo que ocurrió, pero, su mirada me deja más desconcertada. «¿Esto lo empeora todo?»
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