Al día siguiente Bella y Julio fueron los encargados de comenzar a difundir la buena nueva entre sus personas más allegadas. Y como si el universo se hubiese confabulado, ambos se reunieron con sus respectivos amigos Giselle y Gustavo para hacerlos partícipes de la noticia.
Estaban tan felices que no imaginaron que alguien en este mundo sería capaz de nublar su dicha al darles abiertamente su opinión. Es que los amigos verdaderos hacen eso, ser honestos sobre lo que piensan.
Bella fue hasta el gimnasio a invitar a Giselle a tomar un café. Por su parte Julio realizó una videollamada con Gustavo, mientras desayunaba por la mañana. Ambas conversaciones se desarrollaron prácticamente en forma simultánea.
— ¿Qué tal anda todo en tu casa, Bella?— preguntó Giselle.
— ¡Muy bien!— repuso Bella—
