Noelí llegó esa mañana al estudio jurídico diez minutos antes de la hora oficial de ingreso al trabajo, como todos los días. Así era de puntual y eficiente, cuando se comprometía con algo lo hacía a niveles de excelencia, en todos los aspectos. Siempre aprovechaba esos momentos para ponerse al día con respecto a asuntos pendientes, como el calendario de entregas en el Tribunal Judicial o cualquier otro detalle fundamental para el trabajo. Y gracias a eso había ganado el respeto de sus compañeros y de los responsables de la firma. Ese día la saludó Norma, la secretaria general del doctor Villanueva, quien era el jefe principal del estudio. — ¡Buenos días, niña!— la llamaba así cariñosamente, honor que se había ganado por ser la mayor de todas las empleadas en la oficina— ¿Cómo estuvo la