CAÍDA OCHO “¿Es en serio?” Preguntó Pickle moviendo la cabeza hacia un lado. Él la había llamado para hablar de negocios. “¡Por última vez, sí! Ya vamos por la mitad hasta ahora, igual podemos meternos de lleno” Héctor hizo un gesto como el que usan los jugadores en la mesa de juego, para meter todas sus fichas. Pickle se inclinó hacia atrás. “Bien, es obvio que necesitamos contratar tres chicas más”. “De acuerdo”. Asintió Héctor. Hubo una larga pausa. “¿Entonces? ¿Cuáles?” preguntó Pickle, impaciente. Héctor se encogió de hombros. “¡No sé! Es tu decisión, confío en tu buen juicio”. “Ese es el problema, ése es el trabajo del dueño. Sabes, tonteando por ahí, bebiendo, negociando chicas como si fuesen barajitas coleccionables. Es un club de muchachos”. “Está bien. Decide con cuales