CAPÍTULO DIECISÉIS Kevin no le sacaba los ojos de encima al camión que llevaba la cápsula de vuelta a Bogotá. Casi sentía que, si apartaba la vista por un momento, uno de los diferentes grupos que había pasado tanto tiempo discutiendo por ella intentaría cogerla. —No va a desaparecer —dijo Ted—. Hiciste un buen trabajo al convencer a todos para trabajar juntos en esto, Kevin. Kevin quería creerlo, pero la cápsula había aparecido casi de la nada, ¿verdad? ¿Por qué no iba a encontrar una manera de desaparecer del mismo modo? ¿Por qué no iban a quedarse mirando fijamente a un espacio vacío, mientras esperaban todos los secretos que los alienígenas les habían preparado? —Irá bien, Kevin —dijo su madre, poniéndole una mano sobre el hombro—. Tú ya has hecho la parte difícil. Kevin lo compre