CAPÍTULO DOCE —No hace falta que vengas, mamá —dijo Kevin a él y a los demás los despedían desde el área de seguridad en el aeropuerto de San Francisco. Ella estaba a un solo paso de él, como si apartarse significara perderle en el caos del aeropuerto. Ted también estaba por allí cerca, aunque Kevin sospechaba que era por razones diferentes. —Por supuesto que hace falta que venga —dijo su madre, empujando una pequeña maleta que hacía que parecía hecho la bolsa para unas vacaciones—. ¿Un momento hay gente que intenta asesinarte y, al siguiente, estás volando hacia el centro de una selva? ¿Piensas que voy a permitir que hagas esto solo? —No estaría solo, mamá —remarcó Kevin. En todo caso, parecía que el instituto entero se dirigía a Colombia, metiéndose a bordo no de uno sino de dos avion