Después de una larga hora esperando que esa mujer saliera de la oficina de Camilo, no pude soportar más la incógnita de ver lo que pasaba allí dentro, así que tomé unos papeles de pretexto para entrar. No me tomé el tiempo de tocar, así que entré por mis propios méritos. —¡Señor!—Dije al entrar a la oficina. —¿No te enseñaron a tocar niña?— Preguntó Faviola. —Ja. No tengo porque tocar señorita. Señor necesito que firme estos documentos— Respondía mientras me acercaba a Camilo. —Camilo mejor me voy. ¿Cenamos esta noche?— Preguntó Faviola con descaro. —¡Por supuesto que si! Envía un mensaje del lugar a donde quieres ir a cenar— Respondió Camilo con una gran sonrisa. —¡Muy bien baby! Te veo luego, cuídate— Faviola respondía mientras se dirigía seductoramente hacia la puerta para luego d