No luché contra las esposas que no podía sacar de mis manos, simplemente supe que me quedaría amarradas a ellas la noche entera, no sabía si llorar o reír. Así que mejor decidí dormir con mis manos prácticamente en el aire. Al día siguiente. —Buenos días Camilo, ¿Y tú esposa?, no me di cuenta cuando regresaron— Dijo Ofelia mientras desayunaba un poco de frutas. —Está en su habitación abuela, ella ahora duerme, pero de todos modos después de que desayune, le llevaré el de ella, así que no te preocupes, todo está bien— Respondió Camilo sonriendo, había algo de satisfacción en él. —Está bien, seguro en la hora de almuerzo la veo, o quizás antes. —¡Así es! ¿Donde está Emily?. —Se fue temprano a la universidad, tenía una práctica muy importante por hacer en el laboratorio. —Abuela me gu