Se escuchan por toda la Mansión, fuertes gritos, la condesa Eleonor Martell, está a punto de dar a luz a su segundo hijo, el Conde espera que al igual que Theodore, su primogénito, sea otro varón, pues las mujeres sólo sirven para decorar al hombre según su propio pensamiento.
-Esta vez ha sido aún más tardado que antes, es muy agobiante, espero que el niño venga sano, y con gran poder, que tenga la luz de su hermano mayor.
-Hijo mío, puede que sea una niña, y los poderes no lo son todo, recuerda que tu madre nació con luz color claro, un poco teñida de amarillo, y eso no me impidió tenerte, un fuerte pequeño de luz verde.
- No es mi deseo tener mujeres madre, los varones son más fuertes, y menos problemas, maduran mucho más rápido.
Se nacía con poder, todos en el Reino poseían magia de un color, que definía el poder que tendrías, el mayor poder era color azul, después el color verde, naranja y el poder más débil era color amarillo, se nacía con una luz, ello indicaba que tan fuerte y poderoso serías al crecer.
Se hace un silencio tan largo, que el hombre piensa lo peor, quizá su mujer no lo logró, moriría al dar a luz? Quizá no pudo llegar a este mundo el pequeño.
Pero de pronto se escucha el llanto de una nueva vida, había nacido ya, el Conde fue avisado por la partera que ayudaba al médico, fue una hermosa niña, el hombre entró y vio con severa seriedad a su mujer, al llegar a donde estaba su hija, y tocar su frente, pues de esa manera se vería la luz que emano de inmediato, una tenue luz color apenas amarillo, era una mujer, y muy débil.
Lo peor que pudo haberle pasado, a ese hombre que esperaba con ansias otro varón, la pobre pequeña que apenas había nacido, no tenía conciencia de lo que tendría que vivir al lado de unos padres que la rechazaban por ser una niña, y por tener esa escala tan baja de poder.
Pero en toda historia triste siempre hay un ser de luz, la abuela de la pequeña estaba feliz, era una niña, en su familia hacia años que sólo varones nacían, tener a esa hermosa bebé, de cabellos castaños, y preciosos ojos color verde, era la única que parecía feliz, se prometió estar a su lado, cuidar de ella, pues era claro que sus padres estaban decepcionados de que llegara al mundo.
-Han pensado un hombre para Ella?
Les pregunto a los padres de la niña.
- No, nisiquiera me importa ponerle un nombre, es tan insignificante su poder.
- Bueno, entonces yo elegire uno para ella, te llamaras Antonella, y se que algún día tu poder no será medido por un tono de color, si no por el valor que tendrás.
Así esa dulce anciana, se convertiría en la única persona que le demostraría amor a esa dulce niña, que viviría rodeada de rechazo, por parte de los que deberían protegerla y amarla.
Antonella viviría en el Reino mágico de Riveros, donde la magia, los seres sobrenaturales s eran parte de su vida.