No estaba molesto de una forma profunda o dolorosa con Maya porque ninguno de los dos preguntó nuestro estado sentimental y tanto ella como yo pensamos que era sexo, del bueno, un fin de semana para desconectar. Lo que pasa es que nos pusimos ambiciosos, yo le pedí el número y le envié el mío, ella me saludó para saber cómo había ido mi viaje de vuelta a la ciudad. Nos citamos en una cafetería entre hora y hora del trabajo, solo a coquetear y cuando nos dimos cuenta estaba viendo una doble vida y yo estaba enamorándome de alguien que está comprometida.
Maya estaba llorando mientras explicaba.
—No fue mi intención. Amo a mi prometido. Quiero decir que eres un pasatiempo, pero los mejores minutos de mi vida es cuando estás conmigo, puede ser tan estúpido como un café en un lugar hípster o una copa de vino en el restaurante caro de la otra noche. Los besos en el auto. ¿Y ahora no sé que a hacer? Se supone que él es el amor de toda mi vida y para toda mi vida. —sollozó con más fuerzas y entre llanto preguntó: —¿Qué tal si lo estoy saboteando?
—Maya, deja de llorar—le pedí en tono conciliador.
—No puedo y ni siquiera soy llorona—Respondió.
—Detente porque lloro cuando veo mujeres llorar. Así que por favor, no llores más. No quiero consentirte cuando has estado mintiéndome.
Maya siguió llorando mientras se cubría el rostro. Tomé una servilleta y se la di, ella me miró con los ojos cafés, llena de atención y tristeza.
—No puedo decirte qué hacer. Me dolerá si me dejas, pero convertirnos en amantes te dolerá a ti el doble, porque eso siempre sale mal. Si él es el amor de tu vida no querrás lastimarle.
—Lo sé, pero lo que no logro entender es dónde calzas tú. ¡¿Por qué me siento como en un cuento de hadas?!
—Maya, ser amantes es mucho más excitante que el polvo de siempre.
—No es solo la parte física, Emilio. Es… esto, llegar del trabajo y querer hacer planes. Escribir con facilidad porque mi vida está llena de emociones. ¿Sabes hace cuánto no disfruto de escribir? Me siento libre, feliz, enamorado cuando estoy contigo y sé que debería estar sintiendo todo eso por mi prometido y que soy horrible porque él jamás me haría algo así… es solo que, no sé qué hacer.
Quería gritarle que me eligiera, decirle que sentía lo mismo, pero hay una cosa que respeto con la vida y eso es el matrimonio. Dice mucho de Maya y su prometido haberse amado durante más de diez años. Especial en una época en la que la gente no llega a los siete, pero también dice mucho la forma en la que me besa, la alegría con la que habla o la forma en la que su cuerpo responde al mío cuando estamos en la cama.
Me volteé y regresé a la cocina, apagué la estufa y revisé las ollas.
No solo sé respetar la sagrada institución que el matrimonio representa, sé respetar las reglas de etiqueta y valoro una mesa ordenada, con su mantel, sus vasos, platos y cubiertos bien acomodados.
Fui a colocar los platos en la mesa porque es lo único que puedo controlar y le invité a quedarse a cenar. Maya me ayudó a colocar la mesa de manera obsesiva. Como me gusta. Es que de pequeño odiaba y sufría cuando ponía la mesa mis hermanos Ellis y Logan, con su chambonada, para mí poner la mesa es un arte, es la forma de invitar a quien le cocinaste disfrutar no solo de una comida sino la experiencia de su vida.
Le serví un poco de sopa y conversamos de todo un poco como si fuésemos amigos, yo sentía un nudo en la garganta porque evidentemente me equivoqué y entendía a Maya lo que sentía era más. Porque desde el primer momento que le vi quise eso, quise más, más amor, más sexo, más familia.
—Emilio, me puedo quedar a dormir.
—No, no seas injusta. Tengo sentimientos y mis manos no van a pasar toda la noche sin tocarte. —Los dos reímos.
—¿Tienes sentimientos por mí o ganas?—preguntó.
—Me enamoré una vez, a los dieciocho.
—¿Te enamoraste de Giovanna Marqués?—preguntó con cierto sarcasmo y me apresuré a responder con firmeza.
—Ese es el amor para mi vida, no te burles. Si yo hubiese estado con ella en la situación en la que estás hoy no sabría a quién elegir. Porque tú puede que seas el amor de mi vida.
Los dos nos quedamos en silencio, ella puso más alcohol en nuestras copas u y se inclinó hacia mí para besarme. Me acerqué y le comí los labios, los miedos, los pensamientos y le llevé a mi habitación porque por más doloroso que fuese a resultar quería cualquier cosa que Maya pudiese darme: amor, pasión o simplemente una versión cruel de ello.
Desperté solo en mi habitación y fui a la ducha para refrescarme. Me sequé y fui con la intención de preparar un café. Me encontré a Maya cantado algo que sonaba demasiado triste. Así descubrí que hablaba francés. Me miró y sonrió como una niña que ve al caramelo que tanto desea.
—No sabía que estarías aquí.
—Te hubieses puesto ropa.
—No —reconocí y serví café en un par de tazas. —¿No tienes que irte?
—¿Quieres que me vaya?
—No, solo no sé cuáles son las reglas.
—Tenías Reglas con Giovanna.
—Has pasado mucho tiempo investigándome—Señalé.
Regularmente la gente inventa excusas, pero Maya me dio un resumen de su investigación:
—Sé que eres millonario aunque te da igual, eres dueño de muchas galerías, de escuelas de arte, eres dueño de la revista que dejas a tu tía dirigir y le dices que tienen un jefe que no conoces —los dos reímos. —Sé que has tenido mucho sexo y me alegra porque la práctica te ha hecho definitivamente bueno.
—Solo bueno.
—Excelentísimo. —los dos sonreímos—1000X1000
Ella sirvió las salchichas de desayuno y los huevos fritos, sí que pone atención. Sonreí y tomé asiento en un banquillo.
—Qué más sabes.
—Leí en una revista que este es tu desayuno absolutamente favorito: Café n***o solo, huevos fritos, tres claras y una yema, te gusta poca sal y un pringue de pimienta y eres fan las salchichas de desayuno, con medio aguacate —respondió y lo cortó en tajadas finas para mí.
—Las salchichas me gustan enteras.
—Mi amor, no todo puede ser sobre ti. A mí me gusta picarlas porque así engañas un poco al cerebro y creo que comí un montón.
—¿Cuál es tu desayuno favorito?—pregunté.
—El mío son dos huevos fritos de verdad, con aceite y mantequilla no en ese sartén especial del culo, les puse sal y esas hojuelas ricas de chile me voy a comer el aguacate y todo lo demás, pero tostadas nunca me des desayuno sin tostadas.
—Nunca y siempre suenan a futuro—comenté y ella sonrió.
—Tengo que elegir y creo que quedarme anoche lo deja todo claro entre nosotros. Alguien más sobre en esta relación y no eres tú.
Maya se fue unos días al bosque como quería, sola y yo fui a casa de mi mejor amigo a tomar unas fotografías de los hijos perfectos que Dios le dio a él y su esposa. Rick y Leticia son el ejemplo de que el amor existe.
Llevan lo mismo que Maya y su novio, más de quince años juntos, la diferencia es que entre ellos hay lealtad, unión, amistad y mucho respeto. Lo que todos sueñan y nadie se atreve a pelear. Les costó tener hijos, pero ahí están felices, con William, su hijo mayor de doce años, Kamille diez años y Elise siete años y su única hija biológica. Kamille me preguntó si podía solo tomarle una fotografía a ella, su mamá rio.
—Por supuesto, nena —respondí. —Algún día vas a ser la cara más conocida de Mainvillage.
—Hazme el favor y cuida lo que dices. —pidió su papá entre dientes. —Kamille ya tiene alas. Tú Elise, cuéntame qué quieres hacer con tu vida.
—Tío Millo—me llamó Elise. —Yo solo quiero bailar.
—¿Si? —pregunté. —Muéstrame.
Estaba hermosa le hicieron un moño en el cabello n***o y les dejaron un poco de labial en los labios. Tomé las fotografías de Kamille, luego de Elise y finalmente llegó William, el mayor de los niños Westborn Hamilton.
—Presidente del beisbol—Saludé a William.
—Tío Emilio —gritó y corrió a saludarme.
—Mi amor estás sudado—gritó Leo. —Suelta a Emilio.
—Yo hoy vengo en modo fotógrafo.
—William me estás estorbando, el tío Emilio me está sacando fotografías —dijo molesta Kamille.
—Mi amor, porque no vas a ver un capítulo de las Chicas Súper Poderosas con tu hermana mientras baño a William muy velozmente. El pequeño se quejó de que no ocupaba ayuda, pero su mamá recalcó que estaba atezándonos. — Ibas a solo a jugar PlayStation.
—Sí, pero había bates y como no teníamos pelotas porque la mamá de mi amigo la escondió, entonces jugamos con botellas.
—¡Ay qué guay! —respondió la esposa de mi amigo sarcástica. Los dos reímos y Richard cargó al par de princesas, las dejamos con sus superheroínas favoritas y nosotros fuimos a su oficina a beber un trago.
—¿Qué tan cierto es el chisme?
—¡¿Cuál!?
—Que ahora eres un rompe hogares.
—¿De qué hablas?—pregunté mientras veía el hielo en mi vaso, mi amigo, mi mejor amigo de toda la vida rió y yo igual. —¿Cómo sabes eso?
—Ismael es muy amigo de Gabe, dice que le quitaste la mujer y que su amigo va a morirse. Iba a venir a sacarse fotos con los niños, pero dijo que tenía que tomar el lado de su amigo, y te defendí, ehh, le dije que tienes un código de honor y que si tuviste algo con ella fue solo una vez. —Le miré a los ojos. —¿Tres? Emilio…
—Ante todo soy un caballero y no tengo comentarios.
—Emilio, ten cuidado. He visto a Ismael y Maya y ella es muy tóxica.
—Él es muy codependiente.
—No sé qué le ves a Maya, pero sé que esa mujer es algo tremendo, muy intensa y si la dejas te va a destruir.
No quise ver ni escuchar lo que dijo mi amigo, solo había entendido una cosa, si Ismael tiene el corazón roto es porque Maya ha cancelado el compromiso y eso significaba una oportunidad para nosotros.
Recibí un mensaje de Maya:
¿Estás ocupado? Necesito que hablemos.