Mi relación con Maya siempre ha sido complicada.
Nos conocimos en su despedida de soltera la que me colé. Mi primo estaba invitado a la boda de la prima de su novia, y yo no tenía nada más que hacer. La verdad quería espacio de la ciudad y la prensa emocionada porque mi novia me dejó y sonaba bien lo de disfrutar de una fiesta familiar, aunque no fuesen mi familia. A mí me gustan y se me dan bien. Así que le dije a Alan que le daba un aventón y mi primito me lo agradeció, hasta que claramente vio la maleta y entendió que no iba sino que íbamos.
La familia de Maya puede parecer un grupo de elitistas de lo peor, pero son cálidos y muy amables. Su abuela, por ejemplo, estaba demasiado contenta de poder presenciar la boda de su niñita y sus primos estaban contentos por el gran paso que estaba por dar. Los mayores de la familia no estaban tan convencidos, era como si tuviesen claro que el amor no es lo único que importa cuando vas a prometerle a alguien más estar a su lado a lo largo de tu vida.
Yo estaba en la parte trasera de la casa, discutiendo con mi más reciente exnovia.
—Sara estaos en puntos diferentes de la ida, tú quieres ir de gira y yo quiero más que nada una familia, un par de hijos, como mínimo una mujer.
—¿Qué Emilio?—preguntó.
—Quiero a alguien en mi casa, simplemente una persona con la que envejecer y que no sea aburrido.
La joven me observó con los ojos cafés brillantes y llenos de diversión, con el pelo rubio y corto peinado hacia atrás y la sonrisa traviesa que le iluminaba el rostro. Me ofreció la botella de tequila. Le di un sobo y los dos nos reímos, antes de dar por finalizada la llamada con Sara.
Ella estrechó su mano hacia mí y me dijo que tenía un día muy ajetreado, pero surgió una idea magnífica después de escucharme discutir con mi pareja.
—Es mi ex.
—Lo siento —respondió. —¿Por qué has elegido pasar tu fin de semana de putería en una boda?
—Alguien es lo tan dulce, honorable creer en el amor y los felices para siempre. Cuando estoy mal, me gusta ver estas dos, el ánimo y la valentía de los demás para decir sí acepto.
Maya se acercó a mí y estrechó su mano con la mía.
—Sabes alguien planeó este fin de semana exclusivamente caro y aburrido y creo que tú y yo merecemos un día en la playa.
—Nosotros merecemos más que un día en la playa.
—¿Ah sí? —preguntó emocionada.
—¡El mejor día! —prometí y le cargué sobre mi hombro y le llevé al auto.
—¿La ropa?
—Compramos.
—¿Dinero?—preguntó de nuevo.
—Yo invito.
—Papeles—me quedé de pie
—No me digas que no los andas.
—En el bolsillo y la tarjeta.
—¡Vámonos!
Los dos reímos y le subí a mi auto.
En realidad andaba mi maleta todavía en el maletero, le dejé como buena copilota manejar la música mientras nos conocíamos era escritora como la mayoría en su familia.
—Yo también estudié literatura y lo terminé ehh.
—Eres periodista y estudiaste literatura.
—Mi nombre es Emilio Pieth —Ella recalcó que era de los del hospital y yo asentí. —Soy microbiólogo—ella rio.
—Nooo.
—Quería de verdad hacer feliz a mi papá así que empecé con micro y farmacia.
Mi papá quería de verdad tener un heredero para el tradicional negocio de la familia; sin embargo, su hijo mayor; Alonso, le teme a la sangre, es tanto que vomita y se desmaya; yo, su hijo mayor de su segundo matrimonio, su segunda oportunidad de tener un heredero no me rehusé a la idea, solo no me emocionaba, no sentía esa necesidad de ser médico y de cuidar por la salud de todos los seres del país y más allá. Mis hermanos menores no quisieron ni siquiera tener la conversación. Por último, Logan, mi hermano adoptivo, él estaba enamorado de la medicina, no del hospital y lo que implica, mi hermano ni siquiera disfruta de ser jefe de departamento.
Yo salí dos años antes del colegio. Así que mi papá negoció conmigo, empaparme un poco con medicina y estudiar algo a fin con ese tiempo extra, después podría dedicarme al arte o estudiar algo que me gustase de verdad.
—¿En serio?
—Sí. —Respondí y ella rio.
—¿Cómo terminaste de modelo?—preguntó Maya.
—Fui musa de una pintora extraordinaria.
Me gustaba la idea de tener un respaldo académico por si todas las cosas que me gustaban fracasaban, así que inicié con las dos carreras. Un día yendo de un lado del campus al otro para unas clases me distraje en el área de arte. Me acerqué y estaba Giovanna dirigiendo una clase de pintura al aire libre con un toque de erotismo y mucha desnudez. Me uní al grupo.
—Hasta ahí le conté a Maya. —La verdad, es que me enamoré, me dediqué al arte, me aventuré en otras carreras y hoy estoy a punto de enseñarte la mejor obra de arte del país.
—Tengo cuarenta y dos años. He tenido tiempo, dinero y oportunidades maravillosas.
—¿Eres tan mayor?—preguntó burlista.
—Estoy así de rico, follo rico, soy un papucho —Los dos reímos y ella subió la música antes de sacar medio cuerpo por la capucha del auto. Los dos cantamos al ritmo de Don Omar.
Nuestra fiesta duró tres días en la playa bebiendo cocteles, conversando, siendo amigos y amantes.
La vida nunca es más fácil que cuando estás cometiendo un pecado, por ejemplo: la gula, no hay nada más rico que comer con locura, pero cuando el dolor de estómago empieza te replanteas de mil maneras.
Todo entre nosotros fue magnífico hasta que recibí la llamada de mi primo.
—¡Qué zorro!
—¡Qué perrex!—respondí. —¡Hace tantos siglos!
—Sí, desde que te colaste al fin de semana de despedidas y te desapareciste, espero que no lo hagas hecho con la novia.
—¿Cuál novia?
—Maya, la que no llegó a su despedida por fugarse con un desconocido y Annie está molesta porque Maya e Ismael llevan 20 años juntos, son el equivalente a Arturo y Paola, no puedes meterte ahí.
—¿Alan quieres que te mienta o te digo la verdad?
—Te metiste ahí.
—Me inundé en ella, pero no sabía que estaba comprometida. Nunca vi un anillo, así que todo el fin de semana estuvo comprometida con mi pollín.
—¡Pobre de ti! ¿Te engañaron?
—Nunca mencionó el compromiso y no llevaba anillo.
—Lo importante es que en este minuto estoy saliendo a verle, tal vez se atreva a decirme qué tan comprometida esté.
—Emilio, no te metas más en ella.
El problema es que tenía una cita con Maya, para ser exactos una cena con ella y no iba a perder la oportunidad de hacerle sentir fatal por ser una mentirosa. Fui al supermercado, le envié un mensaje y comencé a preparar la cena. Un salmón, papas crujientes, ensalada y una botella de vino maravillosa. El timbre de mi apartamento sonó y fui a abrir a Maya, la mujer que hasta hace unas horas comenzaba a considerar como mi novia.
—¡Hola! ¿Cómo estuvo tu día?—preguntó mientras se cercaba a abrazarme y se ponía de puntillas para besarme, le devolví el beso y le abracé de vuelta.
Fuimos a la cocina y volteé las papas. Me sirvió una copa de vino mientras contaba cuán fácil era para ella escribir los últimos días.
—Emilio, quieres tomar unas vacaciones pequeñas conmigo. Quiero internarme en la montaña y descansar, tal vez pasar unos días tranquilos sin más personas.
—Mi amor, vamos tú y yo o viene tu prometido.—Dije mientras le servía más vino. — ¿Cómo funciona?