La decepción en la mirada de Niza me asfixia, es como si le hubiese roto el corazón, pero, son sus palabras las que me hacen entender cuánto dolor lleva por dentro:
—Emilio, sabías de este posible embarazo antes de insistir en que nos casáramos.
—Niza, no te equivoques. Yo te amo como a nadie he amado en mi vida...
—Estoy cansada de pelear Emilio. Esto definitivamente es malo para Mar y es terrible para mí, no pudo pelear más.
Después de decir eso ella se va a la habitación y se prepara para dormir, a mí me da vergüenza la persona en la que me he convertido, en la que vive de un error a otro que afecta la vida de personas inocentes, específicamente la de mis hijos. La vida de Emiliano, Mily, Mar y la vida de esa persona que podría o no ser mi hijo.
Llamo a Leticia y le pido que me dé el número de Paola, porque sola ella puede tener una respuesta para mí ahorita.
Sé que nos cuidamos, todas las veces que lo hicimos hubo condón de por medio, así que no entiendo por qué ha dejado muestra para que yo me realicé el ADN, cuando saber que los dos estábamos de acuerdo en tener sexo casual, no una relación y mucho menos un hijo en condiciones tan mierda como un embarazo no deseado en medio de su divorcio y mi separación.
Leticia no me promete nada, porque su teléfono puede estar intervenido, su exesposo es una joya del sadismo y el acoso. Yo conozco a la guapísima Paola y sé lo coqueta puede llegar a ser, para una persona con problemas de celos, debe ser todo una provocación y como resultado acaba en locura.
Yo me voy al garaje y busco pinturas y brochas, tomo un lienzo y me pongo a pintar un mar para nuestra hija, pero termina convirtiéndose en un mar rojo. No sé si terminarlo, sin embargo, la espuma rosada es impresionado, paso toda la noche pintando diferentes mares y no me doy cuenta de que ha amanecido hasta que Niza viene a abrir la cochera, me mira, ve los cuadros y vuelve a mirarme.
—Eres un artista— me río y ella sonríe.
—Soy pintor y escultor de profesión.
—¿En serio?
—También tengo un título en historia del arte.
—Estás rajando—Se acerca a uno de los cuadros y le examina. —Es impresionante, felicidades.
—Gracias.
Mi esposa me pregunta si tengo tiempo para un café y hablar un par de minutos, yo doy un sentimiento y bajo un par de ventiladores, ella me mira y los enciendo para que seque bien la pintura.
Pongo unas tostadas, y preparo un café solo para mí, Niza lo está evitando para que la niña no consuma sustancias que son nocivas y adictivas, pues si consumió los nutrientes en mi semen, la niña viene ya hiperactiva, necia, hasta llorona.
Los dos nos miramos a los ojos y yo me acerco.
—El cordero está estupendo, me hice un sándwich en la madrugada.
—¿Sufres de atrancones?—pregunta y la miro a los ojos.
—No soy bulímico, solo me quedo en esa parte de comer y no parar—respondo. —más cuando estoy pintando, con una pinto y otra como.
—No quiero pelear, un bebé, debería ser siempre bienvenido y asumo que ese niño ya está sufriendo el rechazo de otro padrastro lo que sí te voy a advertir Emilios, es que acepto a este bebé, no voy a aceptar los setenta hermanos que les quieras dar.—Ve el reloj se pone la mano sobre el vientre. —Tengo que irme, Alfonso está volando hacia acá, me ha encargado reservar en un hotel y reservar para que cenemos preguntó si te unirías.
—Qué tal si les invitamos a casa, la casa de huéspedes está habilitada.
—No voy a atenderles —reconoce y los dos reímos. —Estoy embarazada y cansada, lo que más deseo es llegar a dormir.
—¿Preparo la cena? —Ella frunce el ceño. —Creo que se siente, no sé. Qué tal si son... qué tal si se enredó en el cordón o le pasa algo malo.
Me acerco y le pregunto si puedo tocar, ella asiente y la bebé vuelve a moverse, sonrío y ella me pregunta con voz temblorosa si se siente normal.
—Está emocionada —le digo y mi hija vuelve a moverse. —¿Estás conversando Mar?—Ella se mueve de inmediato.
—Le gustas—dice y sonríe.—Habla.
—Es un día soleado—comentó y me inclino para hablar con ella. — Mamá va a trabajar y yo voy a continuar pintando, estoy seguro de que preferirías quedarte a pintar el mar conmigo, pero, ya sabes por estos meses solo con mamá. —Los dos reímos porque podemos sentir claramente la actividad llena de emoción de nuestra hija, la cual va de un lugar a otro, tengo las dos manos en la barriga de mi esposa y los dos estamos derretidos de amor. Le insisto a Niza que converse con ella y mi esposa se anima.
—Sí, sí estás atada conmigo... solo, dame tiempo, mamá no es tan divertida, pero también me gusta dibujar... —Ella mira hacia su vientre. —Creo que no le gusto.
—Mi amor, eres la voz que escucha todo el día, te ama, solo que está acostumbrada.
Mi hija vuelve a moverse y Niza rueda los ojos.
—Mar, nos vamos, lo siento, pero, no te queda de otra.
—¿Quieres que sea tu asistente por el día?—me ofrezco. —para alivianarte, así puedes diseñar lo que te haga falta.
—Suena genial, no tengo un asistente y me hace falta diseñar.
—Y almorzar.
—Sí.
—Me das tiempo de tomar una ducha o nos vemos en la oficina, voy a hacerte una lista de lo que ocupo que hagas.
Le doy un beso y un abrazo.
—Niza, llegaron algunas tarjetas y cosas del banco. Solo por si quieres, una emergencia o comprar algo de los niños.
—¿Estás comprándome?
—No, porque presiento que no funcionará.
—Ve a bañarte, asistente.—Le beso en la mejilla y mi celular suena. Niza avisa que es Leticia y piensa que es por el tema de custodia.
Tomo la llamada, ella me saluda y me comenta que hay una línea de correo habilitado para que hable con Paola, me ha enviado la dirección por mensaje de texto. Veo la información y mi esposa se acerca y pregunta:
—¿Todo bien?
—Sí, ya voy a alistarme.